La vida en Jumanji era bastante tranquila cuando no había personajes jugadores a la vista.
El guía de campo y explorador, Nigel Billingsley, no podía recordar cuánto tiempo llevaba allí.Pensándolo bien, estaba seguro de que era más tiempo de lo que vivía un ser humano, pero no podía estar seguro porque nunca había salido de allí, desde siempre quizás.
Pero estaba bien, él era feliz la mayor parte del tiempo.
Pasaba sus días haciendo pequeños recados y cada uno de ellos era una aventura.
¿Qué alguien tenía que enviar un paquete de una punta a otra de Jumanji?
Nigel se encargaba en pocas horas con su avioneta.
¿Qué alguien había perdido algo en la selva?
Nigel solo se montaba en su todo terreno y recorría el territorio hasta encontrarlo.
Para él no era problema.
No tener vidas tenía sus ventajas, como que no podía morir aunque lo atacaran animales salvajes.
A veces se preguntaba qué significaba realmente no poder morir y si eso implicaba que no era humano, pero pronto desechaba esos pensamientos. Él tenía una misión, lo que ya le daba más sentido a su vida que el que tenía la mayoría de las personas.
Estaba regresando a su cabaña después de pasar el día en Bazaar, cuando un grito lo sobresaltó.
—¡Entre árboles oscuros, escucho a alguien en apuros!— recitó Nigel y luego agitó la cabeza con molestia. Siempre recitaba versos cuando un jugador aterrizaba en Jumanji y no le importaría si no fuera porque una fuerza superior que no sabía explicar lo obligaba a hacerlo, como también limitaba sus acciones y su vocabulario, pero eso que oía no podía ser un jugador, si hubiera sido así, habría perdido el control de su cuerpo y se habría puesto en piloto automático a hacer lo que se suponía que tenía que hacer.
Nigel dio un volantazo, disfrutando un día más de su libertad sin jugadores, y aceleró en busca del origen del grito que acababa de escuchar.
Los mandriles estaban haciendo otra vez de las suyas como imaginaba, acosar a los que entraban en sus territorios era su pasión, normalmente no eran nada más que molestos con los habitantes de Jumanji, pero al verlos, Nigel se dio cuenta al instante que estaban en modo homicida, con sus fauces abiertas preparadas para morder y desgarrar.
Otro grito hizo que Nigel por fin localizara a la víctima, un hombre que definitivamente no iba preparado para la jungla.
Sus zapatillas blancas, a pesar de estar manchadas de lodo, brillaban como un faro en la niebla, haciéndolo un blanco fácil.
Nigel estaba bastante seguro de conocer a todos los habitantes de Jumanji, después de todo, no había nacido ninguno desde hacía mucho tiempo, pero estaba seguro que nunca, jamás, había visto a ese hombre.
Pisó el acelerador de nuevo, esta vez hasta el fondo, y arrojó unos cuantos monos, acercándose rápidamente al hombre y cruzándose en su camino.
Abrió la puerta del copiloto y se asomó por ella.
—¡Vamos, corre! ¡Sube!— le ordenó con voz apremiante.
El hombre se lanzó en plancha al asiento, con sus ojos enormes desorbitados y aún gritando y Nigel tuvo que dar un portazo, empujando su trasero para poder cerrar la puerta antes de volver a agarrar el volante con las dos manos y forzar el motor, realizando una arriesgada curva para cambiar el sentido y salir de allí.
***
Antwan estaba en una especie de shock, y no era para menos, literalmente estuvo a punto de morir devorado por monos asesinos en una isla aterradora.
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Welcome to Jumanji ~Nigtwan~ ~Freemanji~
FanficAntwan comienza a destruir los servidores de Free city para evitar que descubran su fraude. Sin saber cómo, termina en un mundo muy diferente.