Mientras caminaban hacia el reservado, Gulf les mandó un mensaje a sus amigos para avisarles de que iba a ausentarse y de que hiciesen planes por su cuenta. Avanzó al lado de Mew intentando meterse en el papel de su chico, algo complicado puesto que Gulf jamás saldría con una persona como él. Mew era exactamente todo lo contrario a lo que Gulf deseaba en su vida, aunque ni siquiera se permitía poder pensarlo. Pero, en su imaginación, Gulf buscaba un hombre bueno, complaciente, sencillo y amable. Y, en cambio, ahora se encontraba al lado de uno inflexible, duro, antipático y complicado.
Pero ese aumento de sueldo valía la pena.
Porque necesitaba desesperadamente el dinero. Era la razón por la que había aguantado en aquel puesto de trabajo hasta ese momento y la razón por la que también había aceptado finalmente cerrar aquel trato y hacerse pasar por su novio durante unas horas delante de esa amable pareja que, por desgracia, no tenía ni idea de que se enfrentaban a un tipo testarudo.
Los vieron a lo lejos. Gulf saludó levantando una mano en alto y, cuando se acercaron, se sentó en el sillón granate al lado de Mew. Intentó no alterarse cuando la pierna de él rozó su muslo y su cuerpo reaccionó dando un respingo ante ese contacto físico.
—Perdón por la tardanza —dijo Mew.
—No ha sido nada. Mi esposo y yo hablábamos sobre lo inesperado de este encuentro, justo cuando acabamos de vernos esta tarde. Pasado mañana regresamos a casa y habíamos decidido salir una noche por la ciudad para tomar algo —dijo Zee.
—¿De dónde son? —les preguntó Gulf amable.
—De Boston. La sede de la cadena está en la ciudad, pero nosotros vivimos a las afueras, en una casa de campo. Nos gusta salir de la vida frenética una vez terminamos la jornada laboral —le explicó Nu New con una sonrisa, justo mientras les servían las copas.
—Por los encuentros inesperados —comentó Mew alzando su vaso.
—Por los encuentros inesperados —contestaron los demás brindando.
Gulf dio un trago largo para aplacar los nervios, aunque puede que no fuese la mejor decisión teniendo en cuenta que estaba temblando como un flan. Notó cómo los ojos de Nu New se posaban en él y temió que con una sola mirada pudiese descubrir aquella farsa.
—Y cuéntanos, Gulf, ¿cómo se conocieron?
—Pues verás, nosotros… Es una larga historia…
—Sí, porque nos conocemos desde niños —lo cortó Mew mientras les mostraba una inmensa sonrisa a los invitados. Aquello pareció captar el interés de ambos.
—¿En serio? Qué interesante —opinó Zee.
—Necesito saber los detalles —lo animó Nu New.
—No hay mucho que contar. Gulf era el hijo de la ama de llaves —dijo Mew entremezclando aquella fantasiosa historia con la de su amigo Boat—. Así que crecimos juntos. Yo siempre estuve enamorado de Gulf. Era difícil no estarlo —añadió mirándolo con ternura como si de verdad se desviviese por él. Gulf contuvo el aliento y se estremeció al darse cuenta de lo bien que actuaba—. Estuvimos unos años sin vernos tanto durante la universidad, pero, después, nos decidimos a dar el paso y a intentarlo.
—Es una historia encantadora. —Nu New los miró emocionado.
—¿En qué universidad estudiaste? —le preguntó Zee a Gulf mientras mordisqueaba la aceituna que le habían puesto en su copa y le sonreía con amabilidad.
—Yo… esto… —Notó que le sudaban las manos.
—Gulf estudió dirección de empresas en Nueva York.
—Así que hacen un equipo envidiable, eh —bromeó Nu New.
—Exacto. Cada vez que me surge alguna duda sobre el negocio, tengo al mejor consejero al lado. —Dejándo pasmado a Gulf, Mew alargó una mano hacia él y le colocó tras la oreja un mechón de cabello. Gulf se estremeció. El corazón le latió con más fuerza.
El comentario pareció gustarle a Nu New, que les sonrió.
—Me encantaría poder invitarlos a nuestra casa de campo.
—Sí, quizá allí, con tranquilidad, podamos ultimar los asuntos que nos quedan por hablar sobre la fusión —opinó Zee sin dejar de remover su copa y mirarlos alternativamente.
Mew reprimió una sonrisa de triunfo, sin saber que, el chico que estaba sentado a su lado estaba mareándose de la impresión.Por lo que Mew pensaba, aquel encuentro había salido tal y como esperaba. Gulf le había caído bien a Nu New, que valoraba que tuviese un compañero que lo ayudase con el negocio familiar. Las negociaciones volvían a retomarse. Unos días en esa casa de campo bastarían para que lograra cerrar el trato y, una vez firmaran el contrato, él y Gulf romperían (tristemente) y adiós muy buenas. Era un plan perfecto.
—¿Te encuentras bien, querido? —Nu New miró preocupado a Gulf.
—Sí, solo estoy… un poco mareado… —gimió.
Mew se puso en pie y lo ayudó a salir del reservado.
—No es nada, es que he bebido demasiado… —dijo Gulf.
—Será mejor que me lo lleve a casa —comentó Mew fingiendo una preocupación digna del mejor actor de Hollywood. Tras despedirse, le dio un besito en la frente a Gulf para que el matrimonio pudiese verlo y enternecerse ante el cariñoso gesto.
—Te llamo la próxima semana —le dijo Zee.
—Claro. Quedamos así. —Tiró de Gulf hacia la salida, pero, justo antes de llegar hasta la puerta de la sala, un chico moreno se cruzó en su camino y posó las manos sobre el pecho de él. Era el aspirante a actor con el que había hablado antes y había quedado en divertirse más tarde en su apartamento. Mew rezó para que no hiciese nada raro—. Ahora no, precioso.
—Pero prometiste que nos veríamos más tarde…
—Ya. Prometo muchas cosas. Es lo que hacemos los hombres.Pasó de largo dejándolo allí y arrastrando a un conmocionado Gulf a su paso. Una vez llegaron al ascensor, Mew apretó el botón de la última planta. En cuanto las puertas se cerraron, Gulf le dio un pisotón fuerte en el pie derecho.
Mew gruñó de dolor.
—¿Por qué demonios has hecho eso? Joder.
—Porque eres un cerdo —le reprochó.
—¿Qué querías que hiciera? ¿Que lo dejase manosearme mientras Zee y Nu New aún miraban? No seas niño. Esto es un asunto serio, ¿acaso aún no te has dado cuenta?
Gulf lo siguió en cuanto se abrieron las puertas del ascensor y agradeció el viento frío de la calle en cuanto salieron y la noche se cernió sobre ellos. Mew paró de andar de golpe y Gulf chocó con su espalda y se vio obligado a sujetarse a él para evitar caer, cosa que detestó en cuanto notó aquel cuerpo firme y cálido bajo sus manos.Mew lo miró fijamente.
—Quiero que te lo tomes en serio —le repitió.
—¿Yo? Perdona, has sido tú al que se le ha ocurrido la fantástica idea de fingir que nos conocemos desde que somos niños, ¿a quién se le ocurre? ¿No podrías haber dicho que empezamos a salir hace un par de meses, por ejemplo? Ah, y el trato era fingir ser tu chico durante esta noche, no durante varios días en una casa de campo en Boston.
Gulf se giró y se alejó por la calle, dejándolo allí plantado. Mew rugió antes de seguirlo. Era la segunda vez en esa noche que iba detrás de una persona cuando él jamás se permitía hacer aquello; al revés, normalmente esperaba que ocurriese justo lo contrario.
—¿A dónde crees que vas? —Le rodeó la cintura con una mano y lo pegó a su pecho. Gulf gritó y apoyó las manos en su estómago plano. Otra vez. Había conseguido sobrevivir dos meses trabajando para él sin rozarle y, de repente, en una sola noche parecía que sus cuerpos chocaban sin motivo. Por no hablar de sus vidas. ¿En qué lío se había metido solo por estar al lado de ese hombre en el momento menos adecuado?—. No hemos terminado.
—Ya lo creo que sí.
—De eso nada. Es una importante asociación.
—Pero no es mi problema —protestó.
—Sí que lo es si trabajas para mí, cariño.
—No me llames cariño —escupió enfadado.
—Es para que vayas acostumbrándote —replicó Mew y, entonces, como si fuese un milagro, sonrió.Era la primera vez que Gulf veía sonreír a ese hombre, de verdad, y se quedó sin aliento mirando esos labios curvados y el brillo que reflejaron sus ojos grises.
—¡Suéltame de una vez! —gruñó enfadado consigo mismo.
Consiguió zafarse de sus brazos y le echó un último vistazo antes de salir corriendo al ver un taxi que se acercaba. Por suerte, Mew se quedó bloqueado mientras Gulf subía en el coche y le pedía al conductor que arrancase de inmediato. Se giró y contempló cómo la figura de su jefe se empequeñecía conforme él se alejaba. Seguía ahí, vestido con esa camisa que acentuaba sus rasgos masculinos y con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones oscuros. Se dijo que, cualquier persona que pasara en aquel momento por esa acera, se giraría a mirarlo.Gulf también lo hubiese hecho de no conocerlo, de no saber que era amigo del diablo...
La Bestia. 🌻☀️
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El Secretario y la Bestia.
RomanceEl Secretario y la Bestia. 🌻☀️ Hermanos Jongcheveevat, libro 1. Sinopsis: Todo el mundo teme a Mew Suppasit Jongcheveevat, el director de la revista más vendida de Nueva York, al que sus trabajadores apodan como "la Bestia". Es hermético, impertur...