🌻Capítulo 14☀️

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Mew se despertó temprano después de pasar una noche de insomnio. La ausencia del cuerpo de Gulf a su lado lo había mantenido pensativo durante toda la madrugada, dándole vueltas a esa sensación que le apretaba el pecho, a esa necesidad de tenerlo en su vida. De repente, la idea de que todo volviese a ser como antes, no era una opción. Pero tampoco tenía claro cómo manejar la situación, porque quería que Gulf se sintiese libre y temía presionarlo demasiado si le confesaba que sentía algo, algo más, algo importante.
   
Intentó no darle más vueltas mientras preparaba la maleta y revisaba que los billetes de avión estuviesen en orden. Después salió de casa, montó en el coche y condujo hacia el barrio en el que vivía Gulf, recordando esa primera noche que fue allí para ensayar con él su noviazgo y terminó molesto ante la idea de que viviera en esa caja de zapatos y pidiéndole que se mudara a la suya mientras durara todo aquello. Se preguntó si, en el fondo, su subconsciente siempre había sabido lo especial que era Gulf para él.
   
Cuando le abrió el portal, subió las estrechas escaleras de dos en dos y lo encontró en la puerta, cargando la maleta a duras penas. Se la quitó de las manos y lo miró preocupado. Tenía los ojos enrojecidos, ojeras, la piel pálida y las mejillas encendidas.
   
—¿Qué te ocurre? —Posó una mano en su frente—. Joder, estás ardiendo.
   
—Debí resfriarme durante el viaje a la playa —dijo.
   
—Eso no es un resfriado, es un virus o algo así.
   
—Luego me tomaré otra pastilla. Vamos. —Pasó por su lado, pero, al ver que Mew no lo seguía, se giró y lo miró, intentando disimular el escalofrío que lo sacudió; llevaba encontrándose mal desde poco después de que Mew lo dejase en su apartamento la tarde anterior—. ¿Qué haces ahí parado? Llegaremos tarde y perderemos el vuelo.
   
Mew lo miró y respiró hondo, con el corazón agitado. No por lo que iba a hacer, sino por lo que estaba sintiendo.
   
—A la mierda los Panich —gruñó malhumorado.
   
—¿Cómo has dicho? —Gulf lo miró alarmado.
   
—Que se pueden ir a la mierda. No vas a subir a un avión así. Entra en casa. —Tiró de él y se metió en el pequeño piso—. Llamaré a un médico —añadió sacando su móvil.
   
—¿Te has vuelto loco? ¡Tenemos que ir! Todo esto… todo lo que hemos hecho durante estas semanas… ¡no puedes tirarlo a la basura! Mew, escúchame…
   
Pero la frase se quedó a medio camino cuando volvió a sentir las náuseas sacudiéndole el estómago. No le había dicho que esa noche había vomitado un par de veces, pero no pudo esconderlo más cuando fue corriendo al bañó y Mew lo siguió. Se arrodilló en el suelo.
   
—Ya está. —Le apartó el cabello de la cara.
   
—Lo siento… —balbuceó Gulf con los ojos llorosos, tras levantarse, mientras Mew le preparaba el cepillo de dientes antes de dárselo y mirarlo con cariño.
   
—No tienes nada que sentir.
   
—Voy a fastidiar el trato.
   
—No te preocupes por eso.
   
Cuando terminó de lavarse los dientes, Mew le dio un beso en la frente y él se tambaleó. Mew lo sujetó por la cintura y lo mantuvo apretado contra su pecho.
   
—Estoy mareado —gimió Gulf.
   
—Tienes mucha fiebre. Ven aquí.
   
Lo alzó entre sus brazos sin esfuerzo y lo llevó al sofá, donde lo tumbó. Llamó al médico y después cogió una toalla, la mojó con agua y regresó hasta donde él estaba para colocársela en la frente con suavidad. Gulf tenía los ojos cerrados y, mirándolo en aquellos momentos, Mew entendió que se había enamorado de él. Porque por primera vez en su vida deseó cambiarse por otra persona que lo estaba pasando mal, recibir su dolor y aliviarlo del suyo, hacer cualquier cosa a cambio de que volviese a estar bien. Y no había ningún negocio ni nada que en aquellos momentos pudiese importarle más que estar junto a él, arrodillado delante de ese sofá y apretando la toalla sobre su frente.
   
Gulf tembló al sentir otro incómodo escalofrío.
   
—Seguro que me despides por esto… —soltó.
   
—Espero que estés delirando por la fiebre.
   
—Siento ser el peor novio falso del planeta… —siguió y, en esa ocasión, Mew no pudo evitar sonreír, porque entendió que en realidad sí estaba algo alelado.
   
—Yo creo que lo has hecho muy bien. Tanto, que he terminado por creérmelo.
   
—... Empezaste siendo La Bestia ... —prosiguió Gulf, desinhibido e incapaz de controlar su perorata por culpa de la fiebre. Mew sonrió—, y al final has terminado convirtiéndote en un príncipe o algo así. Ojalá todos supiesen lo increíble que eres en realidad.
   
—Me basta con que lo sepas tú.
   
—Y me vas a romper el corazón…
 
Mew frunció el ceño, dudando si lo había escuchado bien, pero antes de que pudiese prometerle que eso no sucedería, el médico llamó al timbre y se levantó para abrirle. Se quedó junto a Gulf mientras el doctor le hacía una revisión y, cuando terminó, se alejó con él hacia la cocina y le preguntó cuál era el diagnóstico.
   
—Es una gripe, así que debe tomar antibióticos cada ocho horas, además de intentar bajarle la fiebre. Volverá a estar bien en unos días.
   
Sintió el deseo de sacudirlo por no darle una solución inmediata, porque no soportaba la idea de saber que Gulf iba a pasarlo mal durante otros dos días sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Se despidió del médico en la puerta y regresó al sofá.
   
Gulf se había quedado dormido.
   
Suspiró y lo contempló durante unos segundos, paseando la vista por sus cabellos y por el rostro dulce y aniñado. Se estremeció al recordar todo lo que ya había sufrido y supo que, a partir de ese momento, incluso aunque Gulf no lo quisiera como algo más que un amigo, él estaría ahí para cuidarlo y protegerlo. Así que hizo esa llamada que no podía esperar más. Marcó el número de los Panich y, por primera vez, ignoró su instinto y se dejó llevar por su corazón. Cuando colgó, aún confundido tras la conversación con Nu New, se entretuvo durante un rato ordenando la casa y fregando algunos platos que había en la pila de la cocina. Después preparó un caldo, tras buscar en internet cómo se hacía e ir a comprar algunas verduras que necesitaba. 🌻☀️

El Secretario y la Bestia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora