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.Había pasado la noche más maravillosa de toda su vida, ya que durmió acunando entre sus brazos a su querida duquesa.
Eren se había despertado junto al alba, y se había quedado contemplado el rostro de su esposa, quien dormía cómodamente en su regazo. Con ternura le acarició la mejilla, mientras grababa en sus memorias todos sus rasgos. ¡Era tan preciosa! Que nunca se cansaría de agradecer al cielo por el precioso ángel que le había obsequiado.
El duque se encargaría de hacer realidad ese hermoso mundo de fantasía, del que su esposa tanto escribía.
Jaeger esperó a que la duquesa se despertara. La abrazó fuertemente con sus brazos y depositó un casto beso sobre sus labios. Imaginar que esa sería la manera en la que despertarían todos los días, le reconfortó el alma.
La pareja de recién casados desayunaron en la posada, antes de emprender el viaje que los llevaría hacia su destino. Se despidieron con cortesía de los dueños de la morada y, luego fueron escoltados por el cuerpo de seguridad de su excelencia hacia el carruaje. Tomando nuevamente el camino que los llevaría al sitio en el que se hospedarían durante su viaje de nupcias.
—Eren —musitó la duquesa con su dulce voz—, ¿aún no me dirás hacia dónde nos dirigimos?
—No, aún no —susurró, tomando su mano para depositar en su dorso un pequeño beso—. Pronto lo descubrirás, ya falta poco para que lleguemos.
—El paisaje es tan hermoso —le dijo, mientras apreciaba por la ventanilla los verdes prados—. Este aire fresco —inhaló con profundidad, inundando sus pulmones con la brisa del camino— y el exquisito aroma de las flores —cerró sus ojos—, me inspiran. Quisiera tener un pergamino, así podría escribir mis pensamientos.
—Por el movimiento del carruaje sería complicado. —El duque le acarició la mejilla con amor—. Sin embargo, podrías contarme tu inspiración. Así podrías escribirlo cuando lleguemos a nuestra morada.
—¿Estás seguro? —inquirió con voz baja. A Mikasa le encantaba la idea, pero no quería obligarlo a escuchar sus relatos de fantasía y romance—. No crees que, ¿podrías aburrirte?
—Claro que no. —Eren la tomó de la barbilla y se acercó a su esposa hasta rozar la comisura de sus labios—. Ya te he dicho que quiero ser siempre tu primer lector.
La duquesa cerró la poca distancia que los separaba para regalarle un pequeño beso en los labios. Ella nunca se habría imaginado atreverse a iniciar el contacto, pero la calidez de la boca de su esposo, le hacía arder el alma. Cada día se sentía más enamorada de su marido.
Suspiró y comenzó a relatarle la idea principal que se le había ocurrido al apreciar esas hermosas colinas llenas de frondosos árboles y bellas flores. Mikasa le contó cómo ese bosque había sido el único testigo del amor que se profesaba una pareja de enamorados que se veía a escondidas.
Eren, por su parte, estaba feliz de ver a su mujer comentar con tanta algarabía su futura historia. Era fascinante cómo le brillaban las pupilas al imaginar cada detalle que plasmaría en los pergaminos. Su esposa era una mujer muy apasionada cuando algo le encantaba.
Pasaron charlando un largo tiempo, en el que las horas se fueron volando. Ya que para el duque no existía nada más importante que escuchar con devoción las palabras de su duquesa.
—Excelencia, disculpe. —Un sirviente se acercó hasta la ventana y con mucho respeto se dirigió al duque de Cornawall. Él no quería interrumpir la plática de los recién casados; sin embargo, debía anunciarles algo importante—. Estamos cerca de nuestro destino. Al bajar esta pendiente, entraremos a los terrenos a los que nos dirigimos.
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Mirada esmeralda [EreMika]
VampireEn sus caricias encontraría todo lo que una señorita bien educada no debería desear. Pero, ¿quién determinaba las normas de conducta cuando se encontraban en la intimidad? ¿Cuál era el secreto que guardaba bajo esa sombría y seductora mirada esmeral...