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.Los verdes prados la rodeaban y el cantar de las aves la acompañaba. El danzar de las flores la eclipsaban y el rocío de la mañana la embriagaba.
Todo era un mágico y soñado panorama. Una realidad capturada por la fineza de los trazos que lo pintaban. Dejando plantamos en un lienzo la majestuosidad que la hipnotizaba.
Mikasa había despertado muy temprano esa mañana. Abriendo los ojos con el calor de los primeros rayos del sol que la visitaron y la invitaron a llenarse con su esplendor desde la madrugada.
Ella obedientemente se levantó para ir al jardín que le pidió que pintara. La joven tomó sus pinturas y su lienzo, y con determinación salió de la habitación y se dirigió al rincón que la esperó con desesperación desde que le hizo la invitación.
Allí se sentó en la hierba y después se recostó en la corteza de un frondoso árbol que la acogió para que no se cansara, mientras pintaba. La duquesa suspiró y lentamente comenzó su misión. Trazando las primeras líneas de lo que sería una acuarela que adornaría su habitación.
Ella se concentró y se adentró a una dimensión en la que no existía nada más que ella y el precioso paisaje que iba a capturar para la eternidad.
El tiempo pasó y poco a poco el calor se intensificó. No obstante, eso no la alteró, pues su acompañante la cubrió y la resguardó del sol. El árbol movía sus ramas al compás del son que el viento les regaló. Manteniendo así la frescura que la mujer precisó para no sufrir de insolación.
La pintura despacio se secó a medida que ella avanzaba en su ejecución. El panorama le encantó y como una enamorada sonrió. Y es que, ¿cómo no lo iba a hacer? Si el resultado le fascinó.
Mikasa contempló con admiración la obra que realizó, pues de todas sus pinturas fue la que mejor le quedó. Captando en ese lienzo todos los sentimientos que sintió desde que despertó y el sol le hizo esta invitación.
La duquesa dejó el cuadro a un lado y se relajó, disfrutando de la sombra del árbol que la acompañó. Disfrutando de la soledad que la rodeó, mientras tranquilamente pensó...
«Se verá precioso en nuestra habitación. Estoy segura que te va a encantar, ¿cierto, Eren?»
—Mmm... no lo sé, pero apuesto que a mí sí. Aunque, si me lo preguntas, te hubiese dicho que prefería los paisajes más oscuros. Aquellos tenebrosos que te hacen gritar y sollozar por una esperanza que nunca va a llegar.
Mikasa rápidamente se levantó y con mucho temor comenzó a observar a su alrededor. Esa voz debió ser producto de su imaginación, ya que había pasado mucho desde la última vez que la escuchó. Su marido se había encargado de alejarla por completo de sus sueños con la infusión que le dio. Así que, debió ser un mal recuerdo que fugazmente llegó.
Porque él nunca más se le acercó o es que...
»—¿Me extrañaste, Mikasa? Porque yo sí te extrañé —espetó, riendo sin control. Inundando sus oídos con su espantosa voz. Sonido que la aterrorizó y como desquiciada la ahuyentó—. Deberías saber que correr no te ayudará para nada. No tienes salvación, pero si tu idea es que juguemos un poco lo haré encantado. Sobre todo porque me gusta escucharte suplicar por una salvación que jamás. Escúchalo bien, jamás va a llegar.
«¿Por qué? ¿Por qué otra vez?» se cuestionó, corriendo con desesperación.
La duquesa sabía que no había solución, pues en varias ocasiones lo intentó y nada pasó. Nada la rescató de ese maldito ser que obstinadamente la quería poseer. Aquel demonio que la atormentó y la persiguió desde antes que siquiera supiera con quién se iba a desposar.
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Mirada esmeralda [EreMika]
VampirEn sus caricias encontraría todo lo que una señorita bien educada no debería desear. Pero, ¿quién determinaba las normas de conducta cuando se encontraban en la intimidad? ¿Cuál era el secreto que guardaba bajo esa sombría y seductora mirada esmeral...