Pasear por el internado era tranquilo...
Antes, claro. Ahora tenía a dos rubios hiperactivos corriendo por el jardín.
Como si no fuera suficiente tener a Dream, ahora Punz se le había sumado. Ambos chicos se había llevado demasiado bien a pesar de la diferencia de edad.
El trastorno y el déficit de los rubios habían congeniado muy bien.
—¡Entonces el chico castaño corrió!— exclamó Punz deteniéndose y haciendo señas con las manos.
—¡Y pum! ¡Los terribles enemigos del chico lo acorralaron!— continuó Dream, mientras formaba ademanes extraños y exageraba sus expresiones.
El lugar se quedó en completo silencio, hasta que salió un pequeño peliverde de entre los arbustos, portando algunos tubos de cartón en la cabeza en símbolo de cuernos.
—¡Oh no, el monstruo llegó!— decía un Punz con falsa desesperación, huyendo de la escena.
George solo los observaba desde el suelo con una pequeña sonrisa. Parecían niños.
No. Eran niños.
—¡Príncipe George, ayúdeme a escapar de esta horrible bestia!— dramatizaba un Dream tirado en el suelo, mientras extendía con clemencia su mano hacia el pelinegro.
George no sabe que fue lo que le impulsó, pero tomó con delicadeza la mano del rubio, levantándolo del suelo.
Dream simplemente le observaba en silencio, algo sorprendido. No esperaba ninguna reacción por parte del contrario, pero no le disgustaba para nada.
—Deberíamos alimentarlos— propuso George, sacudiendo los ropajes del menor.
Dream volteo hacia donde estaban los dos niños aún jugando y asintió, levantándose del pasto. No era su obligación darles de comer, pero quizás podían estar hambrientos y ellos no eran unos desalmados.
—Punz, Sam, vamos al comedor— les llamo el rubio, comenzando a caminar al lugar antes mencionado.
Los dos más chicos comenzaron a seguirlo junto con George.
—Dream.
—Mándeme usted.
—¿Que tan grave es el trastorno de Punz?
—Tan grave como el mío.
—¿¡Tanto!?
—¡Yo estoy estable!— se quejó el rubio ante la burla del pelinegro, apresurando el paso indignado.
George lo vio hacer la rabieta con una sonrisa, acostumbrado a esos comportamientos por parte del chico.
—¡Espéranos!— exclamaron ambos niños corriendo detrás del rubio.
Pronto todos llegaron a la cocina, buscando con la mirada al adulto responsable, pero el cocinero no estaba.
—¡Lo bueno es que soy un experto cocinando!
Dream tomó rápidamente un sartén, provocando que George se lo quitara de forma brusca.
—Te dejaré ayudarme si te comportas.
—¡Como su majestad ordene!
El pelinegro no era un experto en gastronomía, pero estar tantos años en aquel internado le habían hecho aprender algunas cuantas cosas. No siempre contaba con las personas encargadas, así que le tocó enseñarse por su propia cuenta.
Muchas de esas veces le toco un fuerte regaño en dirección, pero sabía que había valido la pena cuando se volvió alguien totalmente independiente.
Alguien responsable.
Lo opuesto a Dream.
—Bien, siéntense por favor. Dream, ayúdame a servir.
—¡Voy!
El rubio era un tanto distraído, pero tampoco era completamente su culpa, si bien es cierto que cualquier cosa llamaba su atención esto era gracias al déficit que poseía.
Era un experto a la hora de aprender cosas nuevas, pero al momento de ejecutarlas todo se podía salir un poquito de control.
George hablaba con monosílabos. Dream hablaba hasta por los codos.
—¡Esto es delicioso!— exclamó Sam con felicidad.
Aquello provocó que los dos mayores sonrieran complacidos con su trabajo.
—Después de terminar, no sé ¿quieren ver alguna película?— pregunto el de ojos verdes.
—¿¡Podemos!?
—Si no le dicen a nadie, supongo— propuso George, tomando entre sus manos los trastes sucios.
—¡Si!
—Entonces así será.
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Feelings? [3]
FanfictionGeorge ya asumió que nunca se podrá enamorar. Dream está seguro de que si puede. •DNF