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Habían perdido a los niños.

Bien, no pasa nada, solo debían buscarlos, todo estaría bien.

Claro que eso fue lo que pensaron antes de buscarlos por cada rincón del internado sin rastro alguno.

—¡No están!

El grito de Dream hizo que George pusiera una mueca pensativa, intentando descifrar donde se podrían encontrar Punz y Sam.

—Deben de estar por aquí— intento calmarlo el pelinegro.

—¡Ya revisamos todo el maldito lugar!— reclamaba el rubio lo suficiente alterado.

—Todo no.

Dream lo miro con su rostro lleno de confusión, estaba seguro de que ya habían ido a todos lados.

George solo pudo observarlo con preocupación.

—¿No...?— preguntó el de ojos verdes, con esperanza en su mirada.

—Sígueme.

Ambos comenzaron a correr en dirección contraria, George siguiendo una vaga pista que tenía y Dream sin saber muy bien a donde se dirigían.

Aunque rápidamente lo dedujo tras cruzar un pasillo que tenía una enorme advertencia en la pared. Estaban rompiendo las reglas.

Pero supo que valió la pena cuando vieron una cabellera rubia platinada moverse entre las sombras.

Rápidamente detectaron a los dos niños que con tanta preocupación buscaban.

—¡Punz, Sam!

Los menores alzaron la mirada con miedo, la cual rápidamente cambió a una de alivio tras ver de quien se trataba. Dream corrió hasta poder abrazarlos con fuerza.

George solo se dedicó a mirarlos en silencio.

Un escalofrío recorrió su espalda cuando cayó en cuenta de que había pisado de nuevo aquellos pasillos que juro no volver a pisar. Se abrazo a sí mismo con nerviosismo, tratando de no recordar esos días.

Dream no paraba de examinar a los menores, intentando averiguar si ninguno venía lastimado o algo por el estilo, sonrió cuando se dio cuenta de que se encontraban bien.

Levantó la mirada para ver a su novio, borrando inmediatamente su sonrisa al verle tan tenso he incomodo. Los recuerdos no tardaron en llegar.

—George...

—¿Si?

—Este es el pasillo ¿no es así?

El pelinegro le observó con tristeza, dándole la respuesta de inmediato. Era más que obvio.

El rubio dio leves empujones a Punz y Sam, haciéndolos caminar hasta el heterocromatico, quien tenía una mueca llena de reproche.

—Está prohibido estar en estos pasillos.

Ambos niños se miraron dudosos. Sam fue el primero en hablar.

—¿Por qué?

George volteo hacia el de ojos verdes en busca de ayuda, pero este parecía completamente en blanco también.

—Aquí murieron demasiadas personas— se atrevió a confesar el pelinegro, causando que ambos infantes abrieran los ojos de par en par asustados.

Dream solo abrió la boca ante tan simplificada y grotesca respuesta.

—¡No puedes solo decirlo y ya!

—¿Por que no?

El rubio le miró ofendido, escondiendo a los menores detrás de él.

—Están chiquitos.

—Yo los veo bien.

Dream estaba por seguir reclamando, hasta que noto las manos temblorosas de su novio. Su amado estaba sufriendo y él solo pensó en reclamarle. Desconsiderado.

—Sera mejor que nos vayamos— propuso, tomando la mano de George para darle su apoyo.

No lograba comprender del todo lo que había pasado su chico, el pelinegro guardaba demasiados secretos, que si bien le intrigaban, no invadiría su espacio personal ni su vida privada. Seguro George algún día le contaría todo aquello que le atormentaba.

Había cosas que sabía, como por ejemplo, que en aquel almacén Karl falleció. También sabía que George se sentía culpable por no haberlo impedido, según él, siempre supo como terminaría todo.

Pero había más peso sobre los hombros de George que ni él mismo entendía.

—Dream, te amo.

La voz de George sonaba afligida.

—Últimamente lo dices mucho ¿está todo bien?— cuestionó el rubio con preocupación.

—Tengo miedo— respondió algo dudoso, creía sentirse con temor.

Sí, temía que algo malo le pasase a Dream, lo amaba por sobre todas las cosas y perderlo lo mataría en vida. Dream y Ponk eran lo mas importante para él, no podía permitir que algo malo les sucediera.

Dream le miro comprensivo, moviendo ligeramente sus dedos entre el agarre de sus manos, dándole a entender que estaba ahí para él. Miro de reojo para ver si los niños aún les seguían, efectivamente era así.

—Vamos a salir de aquí, George.

—Todos dicen eso...

—Nosotros lo lograremos.

Se posicionó delante de él sin soltar su mano en ningún momento.

—Y si no lo logro, quiero que huyas de aquí— sentenció Dream.

—¡No me ire sin ti!

—Te irás y punto.

—Solo si me prometes que irás a dejarme un chocolate todos los días— fue el ultimatum del daltónico.

Dream le miro sonriente, podía hacer eso.

—Lo haré.

—Promételo.

—Lo prometo.

—Las promesas no se rompen.

—Ya lo sé— le calmo el rubio, dejando varios besos en los labios del mayor.

George aún sentía nerviosismo cuando era Dream quien iniciaba el contacto físico, así que simplemente lo termino por hacer a un lado y seguir con su camino. Su excusa era que si los atrapaban en ese pasillo serían castigados, pero Dream sospechaba la verdad.

El rubio camino detrás de él en silencio, con una pequeña sonrisa, mientras de vez en cuando volteaba para ver si los niños les seguían.

De tanto pensar ni se dio cuenta cuando llegaron a su habitación.

—Bien, te veo más de rato— se despidió el heterocromatico, recibiendo un último abrazo por parte de su pareja.

Estaba por irse. Estaba.

—¿Otra vez, Dream...?— la voz de fundy —¿que te dije respecto a este chico?

Los cuatro miraron como el pelinaranja se acercaba a la escena, a pesar de que nadie lo llamó.

—Aléjate de él, Dream.

El rubio miro con temor a los dos niños, dándoles una señal con la mano.

—Vayan a descansar ¿si? todo estará bien— les intento tranquilizar, dándoles un leve empujón para que se marcharan.

Punz y Sam salieron corriendo por el pasillo, ninguno muy seguro de a donde se dirigían.

Dream observó con molestia a su enfermero. Estaba cansado.

—Fundy, no dejare a George solo porque se te da la gana.

—¡No lo entiendes!— se quejó el pelinaranja con frustración —esto terminará con uno de ustedes muerto.

—¿Es una amenaza?— preguntó el de ojos bicolor, sus pupilas denotaban furia.

—Es una advertencia.

Feelings? [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora