"A veces el amor se termina"
Pues a él nunca se le terminó.
No está seguro de si es la familia de Dream, pero le llega un chocolate todos los días en el correo, junto a una nota.
El delicado papel no dice nada, solo tiene una carita pintada. Hoy no fue la excepción.
Miro con cautela el dulce entre sus manos, tenía la esperanza de que sea Dream quien se los envía, aunque aquello era prácticamente imposible.
":)"
Como siempre, ningún texto adicional. Solo aquel dibujo.
—George, hazme un favor.
Dirigió su mirada hasta su madre, después de darle un mordisco al pedazo de chocolate. Ladeó su cabeza en signo de pregunta, pues no estaba dispuesto a hablar.
—Ve a comprarme un frappuccino, por favor.
Sabía que sería un pedido tan vacío, por lo que acepto de mala gana, estirando una de sus manos para darle a entender que le diera dinero. La mujer le entregó su billetera, pues George nunca sería capaz de gastarlo todo.
El chico camino hacia la puerta de la casa sin dejar de comer el dulce, abriéndola con cuidado para que no rechinara. Le molestaban los ruidos fuertes.
Cuando estaba por cerrar la puerta la voz de su progenitora le detuvo.
—¿Algún día me volverás a hablar?
El pelinegro negó varias veces con la cabeza, para después encogerse de hombros.
No es que no quisiera hablarle, su voz solo no salía.
Hizo una mueca de reproche, casi diciéndole con ella "ya lo hablamos con el psicólogo"
La mujer le miró con tristeza, sin querer aceptar que su pequeño ahora fuera mudo.
George alza ambas manos para darle a entender que debía irse, por lo que su madre solo asintió, dejándolo marcharse.
Estaba estable. Podría estar mejor, pero algo es algo.
Se había mudado con su madre, si. Había abandonado aquel internado en el que se crió y ahora iba a una escuela normal.
De vez en cuando recibía cartas de Ponk, contándole lo bien que le estaba yendo. Ahora se dedicaba a cuidar a Sam.
Pero George nunca respondía aquellas cartas, pues su madre no lo dejaba, alegando que debía olvidarse de aquel lugar.
De todas formas no cree que pudieran atravesar las puertas.
Que su progenitora lo sacara de ese infierno en el que estuvo sumido por años no lo hacía quererla más.
Para empezar, fue ella quien lo dejó a su suerte ahí. Casi creyó que se había quedado sin mamá.
—George, que bueno verte por aquí ¿que se te ofrece?— pregunto la señora que atendía en el mostrador.
Aquella empleada ya lo conocía.
Hizo unos ademanes con las manos que la chica entendió enseguida, dándole un asentimiento.
Sabía lenguaje de señas, pero no solía utilizarlo mucho, pues el resto de personas de todas formas no le entendía. Ni su propia madre se tomó el tiempo para aprenderlo y poder entenderle, así que solo se comunicaban con vagos movimientos de mano.
A veces se desesperaba por la misma razón.
Se sentó en una silla para esperar su pedido, viendo como la gente transitaba en lugar de forma tranquila.
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Feelings? [3]
FanfictionGeorge ya asumió que nunca se podrá enamorar. Dream está seguro de que si puede. •DNF