Capítulo 3.

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—No estoy mintiendo— repetí por décima vez en el día, estaba cansada de repetir siempre lo mismo, les tuve que contar la misma historia cinco veces seguidas porque seguían sin creer lo que decía—Maldición, debí morir desangrada.

—Te diré por qué no te creemos— acomode mi cabello con frustración y solo hice un ademán para que explicara—cuando te encontraron en el bosque en tu mano había una botella de alcohol y los resultados mostraron que te habías drogado, Rosie, tus amigos están en la estación también siendo interrogados.

—Eso no es verdad— abrí y cerré mi boca negando una y otra vez— papá, diles que no es cierto, yo no.

—Rosie, tus amigos confesaron que en la mañana habías fumado— interrumpió el detective y yo solo pude dejar un pequeño golpe en mi frente y dejar mis ojos cerrados—ahora, por favor, dinos la verdad, nada está teniendo sentido.

—Es suficiente, no dirá más hasta que el abogado esté aquí— intervino mi padre con voz fría, sollocé mientras cubría mi rostro.

—De acuerdo, por mientras no salgas del país, te estaré vigilando joven Rosie— al mirarlo solo dejo un sutil asentimiento a mi padre y maldije para mis adentros, esto tenía que ser una estúpida broma.

"Te estaré vigilando", eso no podrá salir de mi mente, aunque quisiese, mordí mi labio inferior mirando mis manos, no sabía si él me creería, no parece que lo haga así que tome aire y me gire para darle la espalda, abrace la almohada dejando que las lágrimas salieran de mis ojos, si ellos estaban en la estación seguramente estaban tras las rejas, seguramente me internaran en un centro de rehabilitación, mierda no soy una drogadicta y sé lo que sucedió.

Acaricie mi cabello sintiendo su peso a mi lado, creía que se iría y me dejaría sola, me giré despacio y lo abrace, por suerte mi abrazo fue tranquilamente correspondido.

—Te creo, Rosie— su mano fue a parar en mi cabellera rojiza y acarició lentamente, sentía su respiración chocar contra esta lentamente, sorbí mi nariz agradecida por eso.

—Pero ellos no, jamás me dejarán tranquila— y era totalmente cierto, no lo harían hasta dar con "La verdad" —no ganaría nada al inventar tal historia, sé lo que sucedió.

—Pero mentiste en algunas cosas, no mencionaste al hombre sin ojos ni que ella admitió ser un demonio— de acuerdo, ahora ya me había asustado nuevamente, no me moví de mi sitio solo escuchaba el latir lento de su corazón, el mío estaba más que acelerado ¿Y él como sabía eso? —Tranquila, no te haré nada si no haces escándalos.

—¿Dónde está mi padre? —volví a temblar, pero este no aflojaba el agarre, necesitaba moverme y salir de allí, ¿Acaso había comenzado a soñar? —Debo ir al baño.

—Está muerto, era lo que tenía que suceder— por suerte sus brazos me dejaron libre, evite llorar por su confesión—no intentes nada estúpido, Rosie.

—No lo haré— mentí mientras me bajaba de la camilla dejándolo solo en ella, se acomodó mejor y apoyó su cabeza sobre sus manos mientras me miraba fijamente, el color de sus iris era de un dorado intenso, sentí escalofríos por todo mi cuerpo, ese claramente no era mi padre.

Me giré despacio y camine hacia el baño cerrando la puerta con seguro, me apegue a ella cerrando mis ojos por unos cuantos segundos, tape mi boca evitando llorar del miedo que sentía, no sabía qué rayos estaba sucediendo, esto parecía una historia de terror.

Pase saliva respirando hondo y mirar despacio el lugar donde estaba, de fondo escuchaba una voz femenina que seguramente era de la enfermera, utilizaría la ventana que estaba un poco más arriba del gran espejo que tenía el baño, era delgada, pero no sabía si podría salir o simplemente iba a quedar atorada intentando escapar.

El hijo de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora