Capítulo 4.

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El llegar fue un poco difícil debido a que autos de desconocidos seguían el nuestro, él solo los desviaba hasta perderlos de vista, claramente era por mi sangre o algo así, ya estaba por ducharme, pero el vendaje improvisado de mi mano más el dolor que sentía no iba a dejar que me duchara bien, aún tenía la bata blanca con manchones de sangre.

Me mire en el espejo notando lo cansada y adolorida que estaba, mi cabello estaba muy desalineado a lo que suspire con pesadez, di un respingo en mi lugar al escuchar la puerta ser tocada, me acerque un poco abriéndola despacio asomando solo mi cabeza.

—Tu olor es muy fuerte ¿Ya pudiste bañarte? —lo miré de arriba abajo, tenía ropa casual y su semblante era de impaciencia, pero sus iris eran severamente dorados, tenía una mano apoyada de la pared y su pie derecho estaba cruzado por encima del izquierdo.

—Me duele la mano y no puedo quitar la bata, tapa tu nariz y lárgate— me puse recta y decidida sujete la puerta con la izquierda dispuesta a cerrarla, pero su mano empujo esta con algo de brusquedad haciéndome retroceder rápidamente, sentí una punzada en mi cuello a lo que mire mi reflejo viendo cómo brotaba nuevamente la sangre. —De acuerdo, veme morir desangrada entonces.

Mi respiración era algo lenta, sentía mi cuerpo pesado y mi vista era solo un poco borrosa, no se movió de su lugar y solo me di la vuelta para acercarme a la tina lentamente, perdí mucha sangre y el no haber comido también afectaba mucho, mis piernas temblaron y solo me deje caer, pero sus brazos detuvieron mi caída.

Lo miré sintiéndome muy débil, sabía que estaba pálida, me encantaría que fuese mi padre, pero lamentablemente no pasará. Se acercó a mi cuello tras mirarme por unos segundos, cerré mis ojos sintiendo su lengua en la mordedura, seguramente era un vampiro ¿Cómo hacían para ocupar el cuerpo de un humano?

—Tus pensamientos me dan dolor de cabeza— su respiración era cálida y chocaba contra mi oreja, solo suspiré, parpadeando con debilidad, intentando alejarme, pero me metió a la tina, sus manos fueron a parar en la tira de la bata, pero con lentitud y mano temblorosa lo detuve.

—No me verás desnuda.

—Desde que naciste te he visto desnuda, que lo haga ahora no cambiará nada— retiro mi mano y comenzó a quitar lo que traía puesto, no dije más nada, solo me deje ser— yo solo te ayudaré con el agua, tú te restregarás.

Era completamente incómoda la situación, solo asentí y sujete el jabón que me extendió, apartó su vista e inicio a mojarme mientras yo con mi mano izquierda me colocaba el jabón y restregaba mi cuerpo lentamente, hice una mueca mirándole de reojo, no me miro y lo agradecí, lave luego mi cabello y al terminar gire mi cabeza hacia él.

—Listo— cerró la llave sin mirarme y me ayudo a levantarme, su brazo sujetó mi cintura y sus ojos estaban fijos en los míos, pasé saliva mirando como aquel dorado se hacía más intenso, tenía que alzar un poco mi vista por lo alto que era—La toalla, Por favor.

Carraspee y baje mi vista mirándola en su mano, lo volví a mirar sujetando la toalla y la enrollaba en mi cuerpo, se giró rápidamente extendiéndome otra para el cabello, pero le pedí que lo secara por mí y así lo hizo, me llevó hasta la cama y mire ropa cómoda sobre esta al igual que unas bragas de encaje que nunca antes había visto en mis cajones.

Al mirarle este estaba de espaldas a mí, achine mis ojos, pero luego me vestí lentamente quejándome un poco al lastimar mi mano, la venda improvisada estaba muy manchada de sangre, suspire al no poder vestirme totalmente bien.

—¿Necesitas ayuda?

—Por desgracia, sí— se dio media vuelta y me miro a los ojos, me encogí de hombros y señalé el mono negro a medio subir con la cabeza, tenía la toalla aún enrollada en mi cuerpo, asintió con semblante serio acercándose a mí, me levanté despacio y él se agachó solo un poco subiendo el mono completamente—Solo queda la camiseta.

El hijo de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora