Capítulo 20.

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Me removí en mi lugar un par de veces sintiéndome acalorada, suspire abriendo mis ojos y frotar luego los mismo, un suspiro se escapó de mis labios mientras me sentaba en la cama, ¿Cuánto había dormido?, Acomode mi cabello mientras sentía mi piel erizarse ¿Y eso?. Mi vista se fijo en un rincón de la habitación, mi respiración comenzó hacerse pesada al mirar una pequeña figura mirarme fijamente, tenía un brillo dorado en sus iris.

—¿Daren?— pregunté mientras bajaba de la cama para acercarme al rincón despacio sintiendo mi corazón latir con rapidez—¿Eres tú?..

Humo, aquella figura se había vuelto humo cosa que me hizo toser, retrocedí unos cuantos pasos negando, mis ojos se cristalizaron mientras me apoyaba de la pared deslizandome por está entre suaves y bajos sollozos. ¿Qué carajos debía hacer ahora?.

¿Acaso el vendría por mi?, Si es así ¿Por qué tarda?, No sabía cuánto tiempo había pasado, no sabía cómo se medía el tiempo en este lugar, solo quería salir ya, coloque una mano en mi vientre notando lo abultado, baje mi vista parpadeando un poco, estaba creciendo rápido, ¿Debía tener miedo?. Mi piel volvió a erizarse en cuanto mire como la puerta era abierta, me levante rápidamente sosteniéndome de la pared por el repentino mareo que había tenido, lo mire ahí observandome con una sonrisa.

—Hora de cenar, Rosie— ese tono burlesco de su voz lo había comenzado a odiar.

—Idiota..— susurré caminando hacia él para poder salir pero sujeto mi cuello con fuerza cortandome el oxígeno, sujete su muñeca intentando quitar la misma.

—Nena, pido buen comportamiento sino quieres que sea malo contigo— su tono de advertencia me hizo asentir como podía.

Caí al suelo en cuanto me soltó, tosí colocando una mano a mi cuello y acariciar el mismo cerrando mis ojos recuperando el aire, dos hombres sujetaron mis brazos sin delicadeza, me queje bajo mirándolo sonreír y caminar delante de nosotros, hice una mueca de asco mirando a los hombres de reojo.

—¿Y mis amigos?— pregunté mirando el pasillo rojizo, ladee mi cabeza jaloneando mi brazo debido a que el agarre era muy fuerte y me hacía daño, pero solo apretó más.

Arrugue mi nariz dándole una mirada asesina la cual fue ignorada completamente, tensé mi mandíbula fijando mi vista en el hombre que detuvo su paso enfrente una de las tantas puertas grandes. Vaciló un poco antes de responder a mi pregunta, claro, si es que lo haría.

—Están siendo felices sin ti— arrugue mi frente al momento que dijo aquello Negué escuchando su carcajada— créeme, son felices sin saber de tu existencia.

—Dijiste que no me borrarias de sus recuerdos, eres un...— en mi paladar pude saborear la poca sangre que había brotado de mi boca al momento que con fuerza había estampado su mano en mi mejilla, ardió, por supuesto que sí.

—Maldición, solo cállate— pase mi lengua por mi labio inferior retirando la sangre alzando mi cabeza, sople un poco para retirar los mechones de cabello.

Su tono era de irritación alzando está un poco, solo mostré una sonrisa ladina sin mostrar mis dientes, mi mejilla ardía pero no quise prestarle atención pues si lo hacía, mis ojos se iban a cristalizar y no quería que me viera llorar. Se acercó a su asiento en la mesa y ordenó con un ademán que me sentarán en la otra punta realmente lejos de él, agradecí eso para mis adentros.

Acaricie mis brazos mirando la marca de los dedos de aquellos imbéciles, suspiré pasando mi pulgar por mi mentón y retirar la poca sangre que tenía, lo mire de nuevo observando cómo susurraba en el oído de uno de sus guardias, este asintió y se alejó para salir del comedor. Rodee mis ojos y apoyé mi codo de la mesa moviendo mi pierna por debajo de esta, estaba ansiosa.

El hijo de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora