Volver a ver a Joshua después de tantos años dejó a Sydney perplejo al punto de no poder hablar.
Descubrir que él estaba trabajando para el gobierno, que a meses le seguía los pasos y que además lo había salvado de ir a la cárcel, luego de tener una pequeña "charla" con el juez a cargo de su caso, sacudió su mente y enredó sus pensamientos aún más.
Josh sabía sobre su pasado con el sacerdote asesinado. El religioso era uno de los muchos hombres que él estaba investigando e intentando arrestar, de hecho. Pero Sydney le quitó el placer; mató al anciano un día antes de que fuera detenido por el DPI.
—Nunca pensé que trabajarías para el gobierno.
—Nunca pensé que serías un militar.
—Pagaban bien y me daban de comer — Sydney bromeó y dio de hombros, pero su tono tenso arruinó el chiste.
Joshua de igual manera se rio, aunque su mirada entristecida no condijo con la curvatura de sus labios tampoco.
—Por lo que oí, estuviste estacionado en la base de Ardhimat...
—Lo estuve. Por algunos años.
—También me dijeron que cruzaste el desierto de Granadiz cuatro veces. ¿Eso es cierto?
—Sí —Sydney bajó la mirada, pensativo—. Tuve una misión en 2016 que requería atravesar las dunas y destrozar un campamento enemigo al otro lado, en Yahdid. Fue un viaje duro y solo se puso peor cuando llegamos a nuestro destino. Subestimamos la calidad del armamento enemigo y el número total de soldados... Fue una masacre. Y algunos de mis hombres fueron capturados antes de que yo diera la orden de retirada —se explicó, manteniendo su voz lo más estable posible. Apenas mencionar los eventos lo afectaba—. Al regresar a la base, me dijeron que ellos eran hombres muertos. Pero yo no podía dejarlos atrás, así que descarté las órdenes de mi superior, el general Brooks, que era un tremendo imbécil, y organicé un nuevo ataque... Cruzamos las dunas de nuevo, por la noche, rescatamos a nuestros soldados, destruimos el campamento enemigo, robamos sus provisiones y volvimos a Ardhimat. Brooks murió la semana siguiente y fue reemplazado por el general Hudson, quien me ayudó a ascender al rango de coronel.
Joshua asintió lentamente, absorbiendo la información.
—Y después de eso capturaste la ciudad de Mahjarat que, si no me equivoco, era la mayor de toda la provincia, ¿no?
Sydney concordó, pero no logró contener más su desconfianza:
—¿Por qué me preguntas todo esto? ¿Cómo sabes tanto sobre mí?
El agente cruzó los brazos y respiró hondo.
—Mi hermana es médica de combate. Fue parte del regimiento Nº22 de Rockwell.
La respuesta sorprendió al sicario.
—Ah... ¿En serio?
—Sí. Fue enviada a servir en un campamento militar en Fahkir, al oeste de Mahjarat. Ella se enteró que estabas trabajando por allá y me escribió, para contarme sobre tus hazañas... Incluso te llegó a ver, aunque de lejos, cuando fue enviada a la capital a recoger unos soldados heridos. Me dijo que te veías distinto... Más rudo y orgulloso de ti mismo. Pero también que te veías muy cansado. Sobrecargado con tus responsabilidades. Me insistió que intentara reconectar contigo, que te buscara de alguna forma y te escribiera algo, pero... tuve miedo de hacerlo en ese entonces.
—¿Por qué? —Sydney frunció el ceño y sus ojos se pusieron acuosos.
—No lo sé... Pensaba que te había arruinado la vida, de cierta forma. La paliza que tu padre me dio me hizo contextualizar a varias partes de tu comportamiento que nunca había entendido. Y esa claridad también me hizo estar bastante preocupado por ti. Si él fue capaz de golpearme tanto al punto de enviarme a un hospital, ¿qué te habría hecho a ti? —Joshua confesó y sus hombros se relajaron. Sentía que se estaba quitando un enorme peso de encima al confesarse.—. No quise escribirte porque pensé que tal vez, tú me verías como un problema que se interpuso en la relación que tenías con tu familia... Una que ya no era muy buena, por lo que recuerdo.
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Santo Sicario
AçãoUn militar retirado con un pasado trágico decide cobrar venganza de todos aquellos que lo hirieron cuando joven y descubre su verdadera pasión en la vida: mandar al infierno a matones y abusadores. © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS