Capítulo 3

105 8 2
                                    

La primera vez que fui al despacho de la directora no tuve que caminar; esta chasqueó los dedos y aparecimos en la habitación.

Es en el lugar más alto en toda la torre; es oscuro, frío y sin vida. Los pasillos son extensos con piso de piedra gastada, las paredes llevan, igual que el túnel de la entrada, candelabros debajo de retratos de personas desconocidas; no hay ventanas ni luz natural. Caminamos por un corredor que terminaba en dos grandes puertas de madrea de arce. Entré; todo semejaba como la primera vez, sólo que ahora la directora estaba en su asiento atendida por dos doncellas jóvenes que le pintaban las uñas y le arreglaban el cabello añoso y blanco.

-Pasa querida, no te haré nada-. Tomó una bolsa que había en el cajón derecho de su escritorio hecho en marfil.

No le presté atención a lo que hacía y me fui a sentar en un sillón negro frente a un piano de cola.

-Señora directora, le comunicaré los actos incorrectos de cada demonio; también los de los ángeles, ya que su representante mucha atención no tuvo.

-Jazmín, querida, yo no tuve acto alguno que registrar; ya que todos son ángeles-apareció Evan desde el balcón.

-¿Y qué dices de tu grupo de hembras desesperadas persiguiéndote?; eso no es de un ser muy elevado- agrego mientras comienzo a interpretar la marcha turca de Mozart.

-Me aman, y amar no es un pecado, es una bendición-, explicó. Se sentó en otra butaca y empezó a husmear cada partitura con una mueca de desagrado en su rostro-¿qué es lo que te impresiona de la música?

-Si pero uno de los diez mandamientos dice:"No cometerás adulterio", y, hasta donde me enseñaron, lo que tú haces es obsceno y carece de recato o pudor- terminé de tocar la pieza y James buscaba en el diccionario que encontró, en una de las estanterías, palabras para tratar de contradecirme; o el significado de las que nombre-. Esas chiquillas no tenían recato, pudor o vergüenza alguna. Por cierto, ¿tú eres un ángel no?- asiente- entonces deberías saber el significado de la música y lo hermoso de esta, ya que la música representa a dios- me levanté y me dirigí a la directora- Margaret aquí lo tiene- le entrego el cuaderno donde están anotados todos los nombres y ella al revisarlo se lo entrega a una de las jóvenes que le atendían, susurro algo y la joven después de inclinarse en despedida salió.

Me doy vuelta dirigiéndome; como la última vez, al balcón para saltar.

Giro y encaro a Evan:- Amar es una bendición, pero no es fornicar cuando uno guste; el amor fue hecho para que uno se sienta acompañado, y la peor maldición que uno puede sufrir es no ser correspondido por otro par, pero como dices ser, tu eres la personificación del amor-le dije a Evan con superioridad cambiando de tema segundos antes de saltar.

Caí, pero no es el pasto lo que pisé, es suelo, miré el paisaje y había mucha gente, humana, moviéndose cual robot de cuento decorando un salón de fiestas en el cuál se encuentran mesas con manteles de color perla: una vela grande, aromática y sin prender las decora; han puesto un escenario y una gran barra de hierro pulido en medio para la división de las castas. Mi padre se encontraba en medio del salón improvisado junto con dos guardias, me quise dirigir a este pero sus guardias me escoltaron.

-¡Por segunda y última vez Jazmín, debes dejar de hablar con él!- me grito al llegar sin saludarme. Sus ojos echaban chispas, literalmente, y se le despeinaba el pelo todo el tiempo; no sabía cuál era su problema- dime ahora cuál es tu escusa.

-Dijo algo muy incorrecto y le refuté su respuesta.- me desenganche del guardia que sostenía mi antebrazo-. ¡No sé qué problema tienes!

-No me hable así señorita mimada-. Me señala.

Blue RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora