Capítulo 1

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Era el primer día de clases en el instituto Roses; tenía un plan perfecto, cuándo la carroza pare saldría corriendo hasta la terminal del pueblo que se encuentra a algunos kilómetros del instituto.

El bosque por donde pasábamos era oscuro, húmedo y frío; en el suelo se podía distinguir un camino de hierba seca de unos tres metros de ancho por donde entraba el vehículo. A los lados de éste se veían dos hombres a caballo vestidos con armadura y espada del siglo XVIII, como yo, que estaba con un vestido bordo grande e incómodo; en mi cabeza llevaba más de un millón de joyas blancas, regalo de mi padre para mi decimoquinto cumpleaños. No sabía cómo iba a correr con ellas; me llevó dos minutos ponerme cada joya y era muy probable que sacármelas tardaría el doble.

La carroza paro y el conductor bajó de su puesto para abrirme la puerta. Roses es un edificio grande, parecido a un castillo; es de piedra, con una alfombra de terciopelo roja en la entrada, antes del puente sobre la fosa.

El hombre bajó y abrió la puerta, se inclinó con una reverencia.

-Señorita Jazmín-salió de mi vista y extendió el brazo mostrándome el lugar-le presento el Roses, uno de los mejores lugares del mundo.

-Gracias-le di una moneda de oro y me baje, al tocar el suelo me quite la capucha.

-Permítame-el señor se colocó detrás de mí y sacó mi capa.

Los dos guardias que me vigilaban se adelantaron; uno delante de mí; el otro detrás, rápidamente aparecieron otros dos guardias y se ubicaron a mis lados.

Mi plan había fallado. Habían recibido la advertencia de mi padre.

Empecé a caminar con la frente en alto, acompañada por los cuatro hombres a mí alrededor, a la vez que trataba de no prestarle importancia a los susurros de mis próximos compañeros. Me debieron reconocer por el escudo familiar que llevaban mis guardias en el tórax de la armadura.

Las mujeres llevaban vestidos largos del mismo siglo que yo y, según su casta, unos eran claros y otros oscuros. Ambos grupos me miraban con temor y agachaban sus cabezas en señal de respeto. Hice lo que haría mi padre y me erguí aún más. Al pasar el puente apareció un pasillo escasamente iluminado por unas antorchas ubicadas en las paredes.

En medio del túnel se encuentra una señora con apariencia de cuarenta años, de pie, esperándome.

-Jazmín- dijo cuando llegue a su lado; inmediatamente chasqueó los dedos y aparecimos en medio de una sala plena de luz; se veían dos sillas de cuero blanco decoradas con adornos de terciopelo negro en el respaldo; algo más lejos se encuentra una mesa de oro blanco con diamantes y piedras preciosas en las puntas, apoyada están dos tazas de té y tostadas. Me invitó-tomemos el té-.

No le respondí y nos fuimos a sentar.

-Señorita, como verá; usted no compartirá habitación con nadie en esta institución; vivirá durante todo el año con alguno de sus guardias, el que usted prefiera. Sus clases serán en la planta alta junto con los de su casta. Eso lo sabía, mi padre me lo repitió durante todas las vacaciones. -No podrá interactuar con los de otra casta, si se la encuentra hablando o mirando a alguno de ellos se le mandara una carta a su padre y se la castigará como él considere correcto.

-Eso ya lo sé- dije y la señora asintió- Señora Directora...

-Margaret por favor- Callo y continúo sin prestar atención.

-Señora Directora, mi padre me ha estado hablando de esto todas las vacaciones y preferiría que pasemos a otro tema.-

-Claro- Tomó un sorbo de su taza de té.- Aquí tiene su horario y un mapa del colegio que le dirá dónde está cada una de las clases.-Me entregó un sobre negro donde se veía impreso el sello de cera de vela roja con el escudo de mi padre.

Blue RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora