Historia 8- Hizashi Yamada

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Hana estaba de mal humor, se decía a sí misma que no era su culpa. Todos a su alrededor ese día parecían idiotas.

Para empezar, era verano, eso significaba que hacía mucha calor hasta el punto de que el sudor provocaba que las sábanas se pegaran a su cuerpo. Se sentía cansada, como si no hubiera dormido nada y encima se sentía asquerosa por culpa del sudor. Por otro lado estaba su hermano, había decidido levantarse temprano para ducharse y estaba en el baño con la música tan alta que estaba segura de que los vecinos llamarían a la policía. Se despertó molesta, se frotó los ojos y la cabeza mientras bajaba a desayunar. Quizá tener el estómago llenó la haría sentir mejor.

Se preparaba unas tostadas justo cuando su hermano bajó. Todavía tenía el pelo mojado, agarró una de sus tostadas y se la comió. Hana intentaba echarse el polvo de cacao en su vaso de leche. El cartón de leche del frigorífico estaba casi vacío, y tuvo que usar otro, pero ahora resultaba que quedaba poco cacao y no podía echarlo en el vaso. La gota que colmó el vaso fue ver a su hermano comerse su tostada, agarró el bote vacío y se lo lanzó en la cabeza.

Oboro se llevó la mano a la cabeza, más por la sorpresa que por el dolor.

-¿A qué ha venido eso?

-No me quites la comida.

Él rodó los ojos.

Hana sabía que aquel día no había empezado muy bien pero aún tenía la esperanza de que mejorase. No imaginó que su padre los pondría a limpiar...

Oboro sonría con superioridad, aún tenía el pie herido y por tanto, estaba limitado a cierta actividades de limpieza. Le le molestaba un poco no podía negarlo pero ahora era ella quien sonreía.

Hana fue a la tienda de alimentos, hacía falta varias cosas en la casa, su padre le dio el dinero y la mando a comprar mientras que Oboro tenía que limpiar. Era lo normal y lo típico en verano, cada vez que entraban en esa estación su padre los obligaba a hacer una limpieza profunda en la casa. Ella estaba feliz de ir a comprar porque suponía hacer menos cosas en casa. Oboro la miró con verdadera envidia. Él no podía salir, su pie aún estaba escayolado.

Para perder más tiempo decidió alejarse más y buscar una tiendas más apartada de su casa. Ella simplemente entró, cargando su bolsa de tela, echó los alimentos que su padre le había apuntado en la lista. Había hecho sus cálculos mentales y según el dinero que le había dado y el precio de los artículos, sobraba lo justo para un poco de chocolate. Cuando su mano estaba a punto de agarrar el dulce otra mano se adelantó y chocaron.

Hizashi iba distraído y no se dio cuenta hasta que tocó su mano. La apartó por la sorpresa, ni siquiera se relajó cuando la vio.

-¿Shirakumo? ¿Qué haces aquí?

-Imaginó que lo mismo que tú, comprar. -ella agarró otro dulce.

Hizashi se relajó un poco, se veía un poco desanimado pero hizo un esfuerzo por sonreír y estar igual que siempre. Ninguno dijo nada mientras se acercaban a la caja. Normalmente siempre estaban acompañados era la primera vez que se quedaban solos y se dieron cuenta que no sabían de qué hablar.

Sin embargo cuando llegaron a la caja dos hombres enmascarados entraron para robar. Tenían apariencia de reptil y uno de ellos llevaba una pistola. Él más alto parecía poder sacar de su cuerpo unas espinas alargadas. Esté miró a ambos amenazadoramente, el otro amenazaba a la dependienta para que metiera el dinero de la caja en una bolsa.

-Ni se os ocurra moveros. -dijo el reptil a los chicos.

Hana y Hizashi se miraron, no esperaban ver una escena así, pero... ¿Qué mejor momento que ese para demostrar lo que podían hacer? Iban a ser héroes ¿no? En realidad aún no tenían sus licencias así que lo que estaban por hacer no estaba permitido y era peligroso.

Antes de la Tormenta  (Shota Aizawa x oc) *Libro 1 de la saga Tormenta*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora