• I •

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Después de aquel incidente, Kyle regresó al sitio dónde había sucedido el incendio. Cuando lo hizo se encontró su sirviente y la señorita Stevens, quienes casi lo matan del coraje. No era para menos. Lo buscaron como locos, no podían volver a Atlántica sin él o serían enviados a freír. 

Kyle les explicó lo sucedido, como rescató a ese pseudo príncipe y lo llevó a la orilla. Bebe quedó tan maravillada con la historia que olvidó su enojo con él y le suplicó que le contara más acerca de esa experiencia. 

¿Cómo era tocar a un humano?

¿A qué olía?

¿Fue visto por él? De ser así ¿Le dijo o preguntó algo?

Estaba muerta de curiosidad.

Mientras que a David eso no le gustó nada. No reprochó mucho porque desde su posición no podía hacerlo. Pero claro que le llamó la atención, señalándole el peligro que vivió con atreverse a hacer tal imprudencia.

Volvieron a ciudad submarina de Atlántica, nadando tan rápido como pudieron. Pero al llegar no pudieron evitar el esperado regaño. La reina Sheila estaba molesta por el retraso que tuvieron allá arriba. Kyle quiso explicarle que no fue intencional, que el tiempo pasó muy rápido y no se percataron de lo tarde que ya era. Pero esas palabras no fueron suficientes para calmar la ira de la reina. Sin poder replicar fue castigado en su habitación por una semana sin salir de esta.

Pasó tres días ahí, encerrado. El único contacto que tenía con otra persona era con su sirviente, David. El aburrimiento se apoderó de su ser, atiborradocon hacer las tareas reales que tenía la obligación que cumplir como príncipe. En sus espacios libres,  a veces solo pensaba acerca del "mundo humano", preguntándose cómo sería arriba ¿Cómo vivirían? ¿Qué comerían? ¿Cuáles serían sus costumbres? ¿Qué tan diferentes eran? Quería saberlo todo y encerrado en su alcoba jamás obtendría respuestas. Es por eso que al cuarto día ya no pudo más. Se hartó de ser un "buen niño". Si ya tenía 18 años ¿Por qué tenía que seguir obedeciendo a su madre? ¡Por Moisés! Solo había llegado algo tarde y su madre lo castigó como si hubiera hecho alguna barbaridad, justo después de su cumpleaños. No seguiría ahí encerrado. Tenía cosas que hacer, como investigar todo lo que pudiera del mundo humano para saciar su curiosidad.

-Su alteza, por favor. Recapacite lo que va a hacer.

Le pedía David mientras lo seguía.

-Ya me cansé David. Ya soy mayor de edad, mi madre no me pude seguir castigando de esa manera -señalaba con enfado el tritón saliendo de su alcoba con sigilo.

Era incluso hasta gracioso. Su madre confiaba tanto en que su hijo obedecería sus órdenes que ni siquiera habían guardias o alguien que se asegurara que él cumpliría con su castigo. Él único que intentaba detenerlo era su sirviente.

-Su alteza, no puede desobedecer...

- ¡Si puedo! Y ya basta David -señaló Kyle mientras nadaban a la biblioteca -. Tú con anterioridad lo has dicho, solo eres mi sirviente. Obedece mis órdenes y quédate callado.

Le ordenó con enfado de estarlo escuchando reprochar durante todo el trayecto hacia la biblioteca. David guardó silencio y lo siguió solo para confirmar que no se metiera en ningún problema.

Al llegar a la biblioteca buscó todos los documentos disponibles que hablaran acerca del mundo humano, incluso de aquellos que solo hicieran una sutil mención. Pasó toda la mañana ahí, tratando explorar aquel mundo del cual quería ser parte a través de bloques de roca con escritos grabados. Pero no pudo enterarse de mucho, básicamente era lo poco que él ya sabía o conocía. Eso le desesperaba. Odiaba tanto las absurdas reglas de su madre que bloquearon toda información acerca del mundo humano. Para ella esos seres solo eran monstruos avariciosos sin corazón. Pero Kyle estaba seguro de que había más que eso, sabía que aquel pseudo príncipe que vio días atrás era más que una bestia desalmada.

El Tritoncito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora