Epílogo

322 36 16
                                    

Estás conmigo, y eso es suficiente para mí, no me lo esperaba....

- ¿Qué más da? - Santiago Cruz - 

3 años después.

Nath Campos.

Bahía Solano está ubicado en la costa norte del océano pacífico colombiano.

Es un paraíso natural, aunque no hemos visto mucho de su encanto, porque ha llovido mucho estas noches, y elegimos no quedarnos en un hotel para venir a hacer lo que queremos hacer.

Nuestro pequeño Tres habría cumplido 5 años hoy, así que es absolutamente irónico que, entre todas las cosas, estemos presenciando un nacimiento.

Las lágrimas me caen por la cara cuando el cascarón se rompe, y una pequeña aleta emerge fuera del huevo.

Luego sale una cabecita diminuta y, estirándose, el resto del cuerpo de la tortuga finalmente sale del huevo.

Por un momento se queda quieta, y me imagino que llegar al mundo debe resultar muy abrumador.

Bracea inútilmente en la arena por un momento.

A su alrededor cientos de tortuguitas golfinas iguales a ella están eclosionando de sus huevos, y se arrastran hacia el mar para empezar a vivir.

Simón y yo formamos parte del grupo de voluntarios que mantenemos lejos a los depredadores, y tratamos como podemos de delimitar el camino por el que las tortugas recién nacidas deben seguir su instinto y correr hacia el mar para empezar a vivir.

Es un espectáculo hermoso.

Es la vida en su máxima expresión, y es tan sobrecogedor que no puedo hacer nada más que llorar mientras la tortuguita cuyo huevo salvé de ser devorado por un gato finalmente se orienta, y empieza la carrera más larga y dura de su vida.

Una ola lame la playa y ella finalmente llega al agua. La marea vuelve de nuevo, y por fin se la lleva mar adentro con cientos de sus pares que están naciendo esta madrugada.

Debemos estar en silencio para custodiar su camino, pero no puedo callar mis sollozos.

Simón me envuelve entre sus brazos y me da un beso en la mejilla, aunque también puedo ver que está conmovido por el modo en el que le brillan los ojos.

Hemos tomado la firme determinación de que, aún si no traemos un hijo al mundo, nuestro amor va a marcar la diferencia. Vamos a dejar una huella. Haremos pequeños actos que hagan que, en mayor o menor medida, dejemos un mundo mejor que el que encontramos, en honor a nuestro pequeño Tres, que siempre vivirá en nuestros corazones y su huella no será olvidada.

Eso nos ha traído a proteger el nacimiento de las tortugas esta noche.

Y nos llevará a un millón de sitios increíbles.

Por eso, creo que no hay un momento mejor para hacer esto, incluso si el agua lluvia se ha secado sobre nosotros y nos ha dejado el pelo asqueroso, no nos hemos duchado o cambiado de ropa en 30 horas y los dos estamos llorosos, hambrientos y cansados.

He aprendido junto a él que la magia viene de lugares impensados y este momento, mientras las tortuguitas corren hacia el agua y el milagro de la vida no rodea, estamos atravesados por la magia.

Tomo su mano en mi mano y lo miro a los ojos.

Está conmovido, feliz y hermoso.

Me mira con esa expresión profundamente sensible y llena de amor, y no hay nada más obvio para hacer a continuación que deslizar el anillo en su dedo.

Es una sencilla banda de platino con una piedra roja en forma de corazón incrustada, en una versión masculina del anillo que él me dio casi 5 años atrás.

Se queda con la boca abierta mientras las lágrimas le desbordan los ojos.

- Hemos colonizado el amor de verdad – Le digo en un susurro – Sigamos colonizando la vida. El mundo entero. Sé la canela de mi capuchino por el resto de mis días y cásate conmigo

Como si la naturaleza quisiera bendecirnos, una tortuguita se sube sobre mi pie descalzo.

Se me escapa un gritito que callo rápidamente.

Con gentileza, Simón se inclina frente a mí y estira mi pie lo suficiente para que la tortuguita se deslice de vuelta a la arena y siga su camino.

Simón se pone de pie de nuevo y desliza cariñosamente su mano, en la que ahora porta mi anillo, por mi mejilla.

- Vamos a colonizar el mundo entero – Me dice – Será un honor ser tu esposo

Le echo los brazos al cuello y lo beso, porque nunca fue más cierto que el amor es mucho más que enamorarse, y se trata de quedarse.

Hoy se terminan las mudanzas.

Y aquí nos quedamos. 

La mudanza » NathmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora