22. Estándar alto

236 34 23
                                    

Tenemos que salirnos del engaño, de que una foto muestra la verdad; dejar de compararnos con extraños, que nadie es tan perfecto en realidad....

- Valen más - Morat - 

16 meses después del último café.

Lo vuelvo a ver mucho tiempo después en el bautizo de Luna, la hija de Martín y Laura.

Ninguno de los dos es particularmente religioso, pero hacen el ritual como una deferencia a sus padres, y porque están felices de celebrar la vida de su bebé.

Un compromiso me impide llegar a la ceremonia, pero estoy a tiempo para la celebración posterior, que se lleva a cabo en la casa de campo de Bogotá de la familia Vargas.

Es la primera vez que me encuentro con toda la familia completa, y me saludan como si nunca me hubiera ido.

Laura me trae una copa de vino y me rodea la cintura con el brazo. Apoyo mi cabeza en su hombro y suspiro.

- ¿Qué? – Me pregunta ella. Me encojo de hombros

- Nada. Es raro estar aquí. Es bonito, pero raro

- ¿Por qué? – Me pregunta, con el ceño fruncido. Ruedo los ojos

- Tú sabes por qué

- No, no lo sé

- No he sido pareja de Simón en casi dos años. Realmente no hay razón para que esté aquí

- ¿Sabes por qué Isaza y Villa están acá? – Pregunta Laura. Le devuelvo una mirada extrañada

- ¿De qué demonios hablas?, ¿Cómo no van a estar acá?

- Hablo de lo que tú obviamente no entiendes. La familia no es sangre, ni lazos políticos. Y tú estás aquí por la misma razón que ellos: eres parte de nuestra familia, y ahora también de la de Luna. No tienes que ser novia de nadie, o tener ningún apellido para eso. Eres nuestra Nath, y eso es todo lo que importa

Le sonrío, y la abrazo de regreso, porque de algún modo esas palabras se sienten como un abrazo directamente para el alma que no tiene mucho sentido, porque en realidad ellos nunca me han hecho sentir como si no perteneciera aquí.

Creo que se debe más a una convención social para cuando las relaciones se terminan, pero me da la sensación de que Simón y yo hemos sido atípicos hasta en eso, porque en realidad no tenemos nada que reprocharnos uno al otro. No tenemos rencores ni culpas guardadas.

Solo hay recuerdos felices, aprendizajes y amor; y todo parece notarse más en la distancia.

- ¿Él tiene a alguien, Lau? – Le pregunto en voz baja, porque es algo que hace mucho tiempo me muero por saber.

Ella guarda silencio por un momento.

Subo los ojos para mirarla, y me parece que luce radiante y feliz. Su piel está más bonita. Tiene puesta una diadema de flores que la hace lucir como una princesa, y es sobrecogedor ver a una persona tan feliz con su maternidad.

En cierto modo, también me hace reafirmarme en las decisiones que tomé, porque yo nunca me sentí de esa manera.

- No. Dejaste un estándar muy alto, y no se va a conformar con menos

Me sonrojo, porque ella es el verdadero estándar que una familia quiere para sus hijos. Porque ella si quiso ser madre, y es la mejor.

Y sin embargo, al final eso parece no importar tanto.

Me trago un nudo en la garganta mientras me doy cuenta de que todo este tiempo estuve sintiéndome una mujer incompleta porque no deseo ser madre. Porque me dijeron que ese era el logro más grande al que podría aspirar, y no quererlo se siente anti natural y como una ofensa a mi feminidad.

Y sin embargo, aquí está esta mujer que quiso todo lo contrario a lo que yo quiero, pero de algún modo no piensa menos de mí.

- Deberías ir a saludarlo – Me dice Laura, y hace una seña con la cabeza al interior de la casa – Estaba haciendo dormir a Luna

- Gracias, Lau

Ella se vuelve y me da un beso en la mejilla.

Terminar una relación hace que muchas cosas se pierdan, pero con el paso del tiempo, solo las importantes permanecen.

Con eso en mi mente, voy a saludarlo. 

La mudanza » NathmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora