Cap 4

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Y una vez más tuve que abrir mis ojos...

Era demasiado temprano y por más que quisiera cerrar mis ojos de nuevo, algo me impedía volverme a dormir, no sabía con exactitud que era lo me mantenía despierto, tal vez tenia pensamientos que atormentaban mi mente, tal vez era debido a la preocupación que sentía debido a las elecciones que había tomado hasta ahora y hacia dónde estás de seguro me conducirían.

No dejaba de pensar en qué estaré haciendo mal.

¿Qué si no quiero eso para mí?, ¿en serio tengo que apegarme a un papel que escribieron para mí?, ¿me obligare a tomar decisiones que no deseo?

Me aterra esa idea.

Mis pensamientos se enredaban en un ciclo repetitivo. Una y otra vez... Una y otra maldita vez, regresaba al punto de partida, sintiéndome atrapado en está enorme casa, en una jaula de autocrítica y cuestionamiento. Era como si estuviera preso en una espiral de autoanálisis que amenazaba con absorber cualquier pizca de claridad.

Sentía que podría morir de ansiedad en cualquier momento.

A veces, la muerte parecía una alternativa tentadora a la vida que me aguardaba, una pausa al agotamiento de luchar por una vida que parecía vacía, porque no lo comprendía... ¿Por qué, aun teniendo todo a mi alcance, seguía sintiéndome así? Sé con certeza, que si logro seguir, me convertiré en alguien influyente, el dinero jamás será un problema para mí. En cuanto a mis relaciones con personas, he vivido toda mi vida rodeado de gente, entablando relaciones sin esfuerzo. Entonces, ¿por qué persiste esta inquietud?

Un suspiro profundo escapó de mis labios, y durante un momento, cubrí mi rostro con mis manos en un intento de alejar el torbellino mental. Traté de encontrar una pausa en medio de todo mi caos. Tras un breve instante de silencio, me moví y me senté en la cama, frotando mi rostro para despertar completamente. Mi teléfono estaba cerca, y aunque me percaté de que mi rosa había estado enviando mensajes desde la noche anterior, decidí ignorarlos.

Ya no era mi problema, ahora tenía que ver ella cómo arreglaba su vida; ya tenía suficiente con mis propios problemas.

Me dirigí al baño, donde realicé mis necesidades y me cepillé los dientes. En el espejo, solo vi a un joven con ojeras marcadas y una expresión cansada.

Últimamente, conciliar el sueño había sido un desafío constante. Con frecuencia, leía antes de acostarme, tratando de perderme en las páginas de un libro hasta la madrugada, cuando finalmente me rendía al cansancio y cerraba los ojos en busca de sueños elusivos.

Así era hasta las 3 o 4 de la madrugada.

Cuando salí del baño, me encontré con Anabelle, una empleada de la casa que ha estado trabajando para nosotros durante mucho tiempo. Llevaba sábanas frescas y limpias en sus brazos, su largo cabello color miel y esas curvas que siempre resaltaban de su uniforme seguían cautivándome.

- Que sorpresa encontrarte despierto.

Mi respuesta vino acompañada de una mirada traviesa - Buenos días, Anabelle.

Ella era por varios años mayor que yo, pero eso no me impedía que después de años conociéndola, siguiera teniendo alguna que otra fantasía perversa con ella, de hecho cuando era más joven intenté en varias oportunidades llevármela a la cama, pero luego de un tiempo detrás de ella, su habilidad para rechazar mis avances me hizo rendirme.

 Termine entendiendo por las malas que a sus ojos siempre sería un niño.

Era una trabajadora dedicada, y su compromiso con su labor era innegable, después de todo no es como si le estuviéramos dando una mala paga.

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