Cap 8

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La noche del sábado finalmente llegó, y mis amigos estaban más decididos que nunca a convencerme de salir. A pesar de haberles repetido durante toda la semana que no asistiría, parecían estar dispuestos a mover cielo y tierra para sacarme de mi casa.

Pensé que había dejado en claro mi posición, pero Cassandra era la más insistente de todos. Mis redes sociales se llenaron de mensajes suyos en una lluvia constante, demostrando que no me daría tregua hasta obtener una respuesta. Aunque la estaba evitando, sabía que no se detendría hasta que cediera ante su demanda. 

Incluso llegó a escribirles a mis amigos para confirmar si asistiría, buscando cualquier forma de averiguar mi intención.

De repente, mi teléfono comenzó a sonar una y otra vez, sin cesar. Pensé que eventualmente se cansaría, pero cada vez que creía que llegaría un descanso, su llamada retumbaba en mi móvil una vez más. Fue entonces cuando me di cuenta de que no me daría respiro a menos que contestara, pero decidí no ceder a su presión.

No le pensaba dar ese gusto.

Finalmente, bloqueé su número y apagué mi teléfono. Aunque eso significara desconectarme de todo durante el resto de la noche, estaba claro que había alcanzado mi límite con ella. Sentía que había superado mi tolerancia y necesitaba un respiro.

¿Por qué no puedes simplemente dejarme en paz?

Arrojé mi celular a un rincón de la cama y me levante de ella para dirigirme al baño. Anhelaba que esta decisión me brindara finalmente un momento de serenidad. 

Al abandonar mi habitación, me adentré en el pasillo y me encaminé hacia el baño que se encontraba un poco más adelante. Una vez allí, comencé a despojarme de mis ropas.

Mis planes para el día eran simples: disfrutar de un baño relajante de burbujas, acurrucarme en la camita y con algo de suerte, dormir temprano.

Giré el grifo para llenar la bañera y mientras esperaba a que se llenara, mi mirada quedó atrapada por la imagen de mi cuerpo desnudo reflejado en el espejo.

- No estoy nada mal - Pensé en voz alta, complacido por lo que veía.

Me pregunté si habría otras personas en el mundo que al mirarse en el espejo, pronunciaran internamente un "Follable". Incluso yo, a veces, considero que soy un regalo de Dios.

A veces pienso que soy un deleite para los ojos.

Acomodé mi cabello y noté que la bañera estaba lista. Cerré el grifo y cuando estaba a punto de sumergirme en el agua, mis ojos se posaron en un pote de jabón líquido con las palabras "Fiesta de espuma". Una sonrisa se dibujó en mi rostro ante la idea, y decidí echar una buena cantidad de jabón al agua. La espuma comenzó a expandirse rápidamente por toda la bañera, creando una escena casi surrealista. Con todo listo, finalmente me sumergí en el agua, recostándome en un extremo de la bañera. Poco a poco, mi cuerpo comenzó a relajarse mientras la espuma me envolvía por completo. Mis baños solían ser prolongados, pero este parecía estar durando más de lo habitual.

Mis ojos comenzaron a sentirse pesados después de unos minutos y, con el paso del tiempo, me sumergí en un estado de somnoliencia. Entonces, una pregunta se coló en mi mente: ¿Qué pasaría si me quedara dormido?

La posibilidad de que, al estar sumido en el sueño, pudiera llegar a hundirme completamente en el agua me dio curiosidad. ¿Me despertaría por la falta de aire? ¿O terminaría por ahogarme? Estas conjeturas empezaron a tejerse en mi cabeza.

Repentinamente, el sonido de la puerta me sacó de mis divagaciones y me inquietó. Me recordó que no había tomado la precaución de bloquearla, un hábito que, al parecer, estaba descuidando.

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