Ambos eran dioses dispuestos a dar todo de sí para proteger a su querido pueblo y también para defender a la persona que más amaban en aquel mundo.
K'uk'ulkan y su amada Ix Chel se verán obligados a actuar luego de que se encontrara una máquina cap...
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Ix Chel
Sentía una tensión inexplicable sobre mis hombros, estaba realmente preocupada por lo que sucedería luego de lo que hicimos hace un rato, en realidad mi cuerpo entero pedía un respiro, hacía muchísimos años que no teníamos tantos problemas de esta magnitud... Suspiré y traté de espabilar mi mente, no quería mostrarme con esa debilidad, nuestro pueblo necesitaba que estuviéramos íntegros pues algo se avecinaba y sospechaba que no era bueno.
Sin la carga pesada que significaba esa gigante máquina rastreadora de vibranium, K'uk'ulkan y yo atravesamos medio océano Atlántico en muy poco tiempo, llegar al mar del Golfo de México fue más rápido de lo que pensé, por lo que cuando arribamos a las fronteras de Talokan el amanecer estaba cerca
—Ya ha pasado la madrugada... está a punto de amanecer— hablé llamando la atención de K'uk'ulkan quien me miró a su costado, ambos íbamos nadando con rapidez pero tomados de la mano, miró al cielo después, claramente podíamos ver solo agua pero la poca luz que atravesaba el mar golpeaba nuestras pieles. Yo adoraba ver los amaneceres, pero realmente pocas veces podía presenciarlos por aquello de mantenernos ocultos.
—Ven, vamos un momento In Kan'an — me pidió comenzando a nadar hacia la superficie, no sabía qué era exactamente lo que planeaba hacer pero le seguí sin hacer muchas preguntas, cerca de nosotros estaba la playa, por lo que pensé que iríamos hacia ahí para hacer una rápida revisión del lugar que rodeaba nuestro hogar antes de que el sol saliera.
Cuando estuvimos en la superficie pude respirar el oxígeno directamente del aire. Las nubes aún eran algo obscuras y algunas gaviotas sobrevolaban los cielos, el sol aún no se veía pero ya comenzaba a aclarar a nuestro alrededor
—Los pobladores de esta zona no son problemáticos, ven, vamos— me señaló la arena que estaba cerca de donde nos encontramos. Ambos nadamos hacia ahí y salimos del agua con agilidad, usé mi poder para quitarnos lo mojado y poder estar ahí sin necesidad de estar goteando agua cada segundo. Él no me soltó en ningún momento y en vez de eso comenzó a caminar buscando un lugar en la arena, se veía demasiado concentrado en su tarea.
Permanecí en silencio hasta que se vio convencido y se inclinó sobre ese montículo de blanca y suave arena, le seguí y me senté a su lado recostando mi cabeza en su hombro mientras ambos mirábamos al océano, coloqué mi lanza a mi costado y la solté, para poder estar en paz
—¿Qué ocurre In Yaakunaj?— pregunté después de un momento de silencio, él recargó también su cabeza sobre la mía, haciendo que tuviéramos una posición algo cómica, pero para nada incómoda — No sueles salir mucho a la superficie — yo tampoco tenía mucha predilección por hacerlo, pero si salía de forma recurrente a recostarme en las playas cercanas.
—Es solo que... con todo lo que ha pasado en este par de días... — se quedó callado un momento, tomando aire y suspirando mientras formaba una fina línea con sus labios, tomó mis dos manos con las suyas y las masajes suavemente — Las cosas en casa han estado muy tensas, no he podido estar contigo lo suficiente y sé que aunque no lo demuestres demasiado, estás muy preocupada — no me sorprendí, él me conocía mejor que cualquier otra persona en el mundo y era de esperarse que supiera cómo me sentía aún si no lo decía — te prometo que vamos a superar esto y vamos a proteger a Talokan, a toda nuestra familia
