Ambos eran dioses dispuestos a dar todo de sí para proteger a su querido pueblo y también para defender a la persona que más amaban en aquel mundo.
K'uk'ulkan y su amada Ix Chel se verán obligados a actuar luego de que se encontrara una máquina cap...
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Omnisciente
Después de cumplir con su cometido, Namor bajó a las aguas que custodiaban el palacio real de Wakanda, donde ahora mismo la princesa y sus allegados lloraban la pérdida de la reina Ramonda, quien había fallecido ahogada tratando de salvar a la joven científica creadora de aquella máquina que solo anunciaba tragedia para su pueblo; el regente de Talokan se quedó unos momentos en las profundidades tratando de calmarse y no alterar sus pensamientos recordando a su amada mujer, quien ahora mismo estaba siendo atendida por los médicos de su reino.
Cuando se encontró más tranquilo, emergió de las profundidades de las aguas para seguir causando destrozos en la mayor parte del pueblo Wakandiano el cual se encontraba sumido en una terrible inundación, avanzó junto a sus fuerzas militares y lograron mermar la ciudad hasta dejarla totalmente inundada. Varias naves seguían tratando de terminar con sus vidas para detener aquellos terribles destrozos y destrucción causada por su llegada, Namor en ningún momento se mostró misericordioso y destruyó las naves unas tras otras, sin esperar si quiera un poco.
Con ayuda de sus alas surcó los cielos más de una vez, haciendo colapsar los vehículos voladores que eran tripulados por aquellos que aún seguían en pie. La lanza pura de vibranium del regente Talokani y su inconmensurable fuerza fueron agentes que simplemente pusieron todo a favor del reino maya.
Por su lado, Attuma luchaba con unas cuantas Dora Milaje que aún seguían en pie, todas ellas fueron derrotadas por él, una tras otra, las guerreras Wakandianas fueron cediendo ante el guerrero, quien no abandonó jamas su honor en la lucha y fue bastante justo con ellas, demostrando su calidad como luchador del pueblo Talokanile. Namora fúrica destruía todo a su paso, lanzando bombas acuáticas por donde fuera, sin arrepentirse ni un solo momento del daño causado, estaba muy molesta y claramente odiaba a los de la superficie. Mataba a diestra y siniestra a los soldados que se atrevieran a atacarla con sus armas de vibranium, que ella esquivaba con facilidad, en su mente sólo estaba la imagen de la mujer a quien amaba como una madre llena de sangre y tan fría como el hielo, Ix Chel le había enseñado a luchar junto a K'uk'ulkan, no iba a defraudarla en aquel combate intenso que estaba teniendo en contra de esos hombres y mujeres pertenecientes al pueblo de la supuesta nación más poderosa del Planeta.
—¡Talokaniles!— exclamó el gobernante con voz potente, flotando sobre el cielo para llamar la atención de todo aquel integrante de su reino, los soldados de Talokan detuvieron todo acto otra mirar al rey—¡Nuestro trabajo aquí está hecho, Wakanda ahora no es más que una ciudad sumergida en el agua!— agitó su mano en la cual llevaba su lanza— ¡La reina de Wakanda ha muerto!, yo la he matado — gruñó en maya, todos sus soldados sintieron satisfacción al escuchar aquello, su regente, Ix Chel, había sido vengada con éxito— Eso les enseñará a no meterse con nosotros, Talokan una vez más ha demostrado su supremacía frente a la superficie, ahora mismo vamos... ¡De vuelta a Talokan!— ordenó dando por terminado su breve discurso y dirigiéndose hacia el agua, entrandon en ella sin ninguna complicación. Todos obedecieron y le siguieron, nadando y desapareciendo de la que se pensaba era la nación más poderosa del Planeta. Demostrando con claridad que todos en la superficie se equivocaban. La súper potencia real siempre había estado oculta ante sus ojos, sumergida bajo el mar y aumentando sus fuerzas y poder a lo largo de los años.
