5. Charla

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Omnisciente

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Omnisciente

Después de que todo ese drama del reto fuera proclamado a todo el pueblo los preparativos habían iniciado sin demoras, ya que pronto comenzaría aquella batalla y todos querían presenciar ese evento sin tardanza, el pueblo entero se había hecho de la noticia del reto por lo que nadie quería perderse ni un detalle de lo sucedido. En las calles de Talokan se escuchaban los susurros de los pobladores apostando por quién sería el ganador, a muchos les pareció sumamente extraño que no fuese K'uk'ulkan el destinado para tal honor... eso sin duda dio lugar a muchos cuchicheos que hacían vibrar los oídos chismosos de muchos de los lugareños.

Por su parte, aún en su hogar y con la vista en algún punto inespecífico de la habitación estaba la mujer que sería la reina legítima de Talokan,  el semblante de Ix chel cambió radicalmente luego de un rato de sopesar todo lo que había pasado… claramente la chica estaba impotente al verse envuelta en una situación así, una situación que se supone debería de ser memorable y sinónimo de felicidad al recordarla, la de ojos perla se sentía furiosa por que las personas tuvieran que elegir sobre su vida, se propuso a que cuando llegara al trono las cosas iban a cambiar demasiado y muchas tradiciones iban a evolucionar en algo mucho mejor que permitiera a todos vivir libremente y sin esas ataduras que la antigua doctrina les dictaba, nadie iba doblegar a una mujer en Talokan nunca más mientras ella estuviera al mando, se encargaría de ello en su totalidad si alguien se lo pidiese.

Aunque también había otro sentimiento que la gobernaba y este lo hacía con más fuerza y frecuencia, ese sentimiento es  la tristeza, Ix Chel se sentía insuficiente para su pueblo por no poder interponerse ante las exigencias de los altos mandos en lo que respectaba a su persona… pero también por la reacción de K'uk'ulkan,  quien no había aparecido en todo ese agónico rato, sin embargo Ix Chel aceptaba que era su culpa por no revelarle sus sentimientos, aunque ella misma se convencía que tal vez esas chicas en la plaza tenían razón sobre lo que decían de ella.

Ella aún yacía en su casa en esos momentos, donde dos mujeres la vestían con sus mejores prendas... como si fuera un premio dorado digno de disputar en un duelo que demostraría la fuerza y agilidad de los pretendientes. Incluso Kanté se había ido por un momento cuando el par de mujeres encargadas de los ritos ceremoniales de boda ingresaban a su hogar, debía estar lista pronto y claramente ella no lo quería así,   ahora la chica se veía tranquila aunque por dentro ese desgarrador sentimiento corroía su interior, quería escapar de ahí un momento y ordenar sus ideas, había sido demasiado disturbio para tan poco tiempo en el que se había dicho que su mano estaba disponible.

Las mujeres acariciaban su cabello con suavidad para peinarla pulcramente, pero aún así algo se sentía mal… en su mente solo rondaba K'uk'ulkan, quien seguramente estaba muy lejos de ahí sin querer obsevar todo el embrollo que se haría en la capital, las mujeres colocaron una cantidad absurda de accesorios dorados en su cabello, broches y adornos. Su cuello portaba un collar de perlas y uno dorado, más una armadura simple de vibranium y sus botas con forma de serpiente, realmente lucía muy bella, pero su gesto de desolación cambiaba todo el semblante y la vibra que transmitía, ella estaba muy triste y eso se notaba a leguas. Incluso lágrimas imperceptibles por el agua que los rodeaba salían de sus ojos de forma traicionera, revelando su sentir.

Como agua bajo la luna 》 Namor / K'uk'ulkan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora