Ambos eran dioses dispuestos a dar todo de sí para proteger a su querido pueblo y también para defender a la persona que más amaban en aquel mundo.
K'uk'ulkan y su amada Ix Chel se verán obligados a actuar luego de que se encontrara una máquina cap...
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Ix Chel
Ya bajo el agua acomodé de nuevo la linda prenda que recibí de regalo de la joven Dzan, ahora mismo la princesa estaba enfundada en uno de los enormes trajes que confiscamos a los militares de la superficie cuando osaban entrar más de lo necesario a nuestras aguas… ella lucía gigante con eso puesto, pero sabía que era la única de bajar sin peligro. Suspiré y disminuí la tensión en mis hombros, todo iba a estar bien, no debía sentirme así. Nunca sentí especial aversión por los de la superficie, pero tampoco confiaba demasiado como para convivir con ellos... Shuri parecía ser una buena persona y no me sentía amenazada estando junto a ella por lo que decidí darle una oportunidad.
Le brindé una sonrisa a la princesa que pareció reconfortarle cuando nos hundíamos más y más en el agua. K'uk'ulkan fue quien abrió el pasadizo para ir a través de la corriente, solo la linterna de aquella extraña vestimenta iluminaba el lugar para ella, era claro que mi esposo y yo veíamos sin problemas después de haber vivido tantísimos años bajo el mar, así que no necesitábamos de algo así.
—Estarás segura aquí… princesa, va a ir un poco rápido— la ayudé a ingresar a la corriente por la que él y yo salimos, siendo succionada casi de inmediato por el remolino. Sonreí cuando soltó una exclamación y me introduje en el remolino, siendo seguida por In Yaakunaj, quien miraba divertido la expresión de la princesa cuando la alcanzamos al impulsarnos con nuestros pies, para nadar mucho más rápido, revisando que no hubiera nada que impidiera su avance y poder guiar su camino
—¡Hey, Ix Chel, Namor! – gritó ella un poco sorprendida. Ambos seguimos avanzando sin quitarle la vista de encima, era obvio que ella no alcanzaba a visualizarnos desde su posición por lo obscuro que era para sus ojos humanos, pero nos mantuvimos a una distancia prudente para saber que todo iba bien con ella.
K'uk'ulkan y yo nos posamos sobre un basamento de piedra construido por la primera generación de Talokaniles que haya existido, esperando su llegada. Ella nadó lentamente hasta nuestro encuentro, donde se miraba confundida y algo abrumada por el aspecto del lugar.
El sonido característico de una ballena atrajo toda su atención, justo en el momento en que la bella criatura pasaba encima de nosotros
—¡Wow!— exclamó ella mirando hacia la hermosa criatura que era montada por un Talokanile alegre. Me armé de confianza y tomé la mano de la princesa para empezar a guiarla a través del agua, sabía que si no lo hacía terminaría perdiéndose por lo bello de Talokan, ella me miró agradecida y con una radiante sonrisa, lo que hizo que mi último peso en los hombros disminuyera por completo, siempre era una completa alegría recorrer las calles de nuestro hogar.
La ayudé a ingresar de nuevo a la corriente, yendo justo detrás de ella mientras que K'uk'ulkan se colocaba al frente para ir guiando el camino. Nos introdujimos a través de los intrincados edificios de la ciudad capital de Talokan, nadé hasta quedar un poco más enfrente de la princesa, mirando como sus ojos brillaban al apreciar la belleza del lugar.
