3. Cuentos de mamá

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Ix Chel

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Ix Chel

K'uk'ulkan y yo nos dirigíamos a toda velocidad hacia África, atravesando todo el océano Atlántico. Habíamos salido al anochecer y la luna alumbraba intensamente el firmamento, lo que me daba muchísima energía y me hacía sentir libre. 

Hace mucho que no salíamos más allá de las fronteras ¿verdad?— me preguntó él luego de nadar un poco más rápido y colocarse frente a mí, solté una risa al ver cómo arrastraba aquella máquina con una de sus manos, como si nada 

Siempre es divertido dar un paseo por el océano y la verdad es que si… no recuerdo la última vez que nos fuimos más allá de los límites de Talokan— me quedé pensando unos segundos sin detener mi avance— Hmm tal vez… ¿Unos veinte años?— pregunté haciendo cuentas en mi cabeza, creo que era lo correcto 

Creo que si, el mundo exterior cada día está más podrido… esos de la superficie ensucian las aguas marinas como si nada, no quiero regresar a la época obscura donde caían aviones con tipos asiáticos en su interior, uno tras otro 

—O cuando tiraban bombas incendiarias que subían varios grados la temperatura…— respondí recordando esa época obscura que había ocurrido hace poco más de medio siglo. Una guerra sin límites que había llevado a la superficie a superar todo tipo de arma destructiva

Cada día me convenzo más que ya va siendo tiempo de ocupar nuestro lugar en este sitio horrible— asentí a sabiendas de aquello, decidí dejar un poco el tema por la paz, desde que somos niños ambos hemos adorado pasear a través de todo tipo de aguas en este planeta, ambos hemos conocido un montón de lugares tanto submarinos como de la superficie, por consiguiente tenemos mucho conocimiento sobre la evolución del mundo en los últimos cinco siglos, a veces era difícil aceptar que conforme pasaban los años todo se iba tornando más podrido, por eso me convencí de que sería mejor no pensar en ello. 

—¿Qué haremos cuando lleguemos allá? — cuestioné mirando hacia el frente —¿Qué planeas decir?

Creo que deberíamos decirles la verdad, nuestro hogar y nuestro pueblo están en riesgo por las imprudencias de su rey fallecido… también deberíamos pedirles que nos entreguen al científico que creó esto— explicó señalando la máquina que arrastraba con sus dedos— de esa manera evitaremos que más de estas cosas sean creadas

Me parece bien…Pero ¿cómo se van a contactar con nosotros? ¿Quieres que les de mi caracola?— cuestioné señalando el caracol que colgaba de mi cinturón, él hizo una línea con sus labios 

¿Crees que sea correcto hacerlo?— me preguntó ahora él, siempre consideraba mi opinión y eso me hacía muy feliz.  La caracola había sido un regalo sumamente importante para mí, pero dársela a esas personas podía demostrar que confiariamos en ellas.

—No tengo problema en hacerlo, pero siendo sincera, creo que debemos ser muy cautelosos con lo que les hacemos saber, veamos qué tan leales son y cuánto honor tienen como nación y guerreros, antes de colocarnos completamente en sus manos — él asintió acariciando mi mejilla. Así permanecimos un rato bastante extenso, nadando en un silencio cómodo mientras observamos la cambiante fauna en algunos lados, la luna brillaba intensamente y sus rayos golpeaban nuestras pieles a través del agua. 

Como agua bajo la luna 》 Namor / K'uk'ulkan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora