VI

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Azira aspiró hondo y mantuvo de la mejor manera posible su semblante tranquilo y aburrido. Aunque su corazón latía apasionada y frenéticamente contra su pecho. Si se guardaba el silencio suficiente y el fuego de la chimenea se apagase, Azira presentía que haría toda una patética escena con el sonido del retumbar de su corazón. Tan apresurado y tan poderoso que comenzaba a abrazar todo su cuerpo en una tensión in crescendo. Apabullante y tan exorbitante que sentía vergüenza por lo absurdo e infantil de la circunstancia. ¿Por qué, de todas las personas, el señor Crowley es dueño de su nerviosismo? Sus ojos, a la luz de la caliente chimenea brillaban de una amarillo brillante. Un ámbar tan profundo y cristalino que podía ver sus pupilas dilatarse y las sombras de sus pestañas sobre sus arrugas. Los parches oscuros de sombras marcadas que endurecían su gesto con un sentimiento difícil de leer.

Azira se concentró en el aroma del lugar. Y se dio cuenta de que el perfume de sándalo era más fuerte que nunca. Aquel casi imperceptible atisbo de sándalo ahora predomina la escena con una floritura bastante profunda. Casi asfixiante. Era caliente contra su lengua y su sangre palpitó debajo de su piel bastante fuerte. Ese exquisito aroma, ese maldito aroma que la hacía soñar y anhelar no era de nadie más que del malvado hombre que la acusaba de bruja. ¡Oh, cuánta ironía se cernía ante la perspectiva de la institutriz! Un deseo hambriento que rascaba su vientre, y que ignoraba entender, era un silencioso llamado de atención. Algo que jamás antes había querido ahora se volvía en una necesidad casi vital. La relaja y la alborota de una manera dicotómica bastante fuerte, casi asfixiante. Que creaba recuerdos inexistentes y fantasías hermosas tenía un dueño. Ese maldito y bendito aroma le pertenecía al señor Crowley.

Ahora que sólo eran ellos dos en la estancia, podía aspirarlo mejor. Varonil y con un toque que simplemente hechizaba a Azira Fell. Jugueteó con sus dedos entre las telas de su mejor vestido. Los rulos perfectos e impertinentes que siempre se escapaban de su peinado le hacían cosquillas en sus mejillas. No estaban sonrojadas, gracias a Dios. Pudo mantenerse lo más calmada posible, como siempre es vista. Esperando a que el Señor Crowley comience la conversación o le pida hablar.

Sin embargo, y como el torbellino de energía que era, Eva llegó de improviso, abrió la puerta de par en par y exclamó feliz por el regalo que el señor Crowley le prometió. Cuando iba a salir a Tadfield esa mañana, el señor Crowley le preguntó a Eva si quería algo, como recompensa por sus avances en sus estudios; y fue hasta ese momento en que Azira se dio cuenta de la caja a su propio costado izquierdo. Eva correteó y deshizo el moño del regalo.

Sacó un precioso vestido de olanes de gasa y telas de algodón. Era de manga larga y un precioso listón de seda rojo decoraba su centro. Sus ojos brillaron y miró a la señora Tracy, que recién llegaba a su lado. El ama de llaves le sonrió cálidamente y exclamó que verdaderamente era un vestido precioso. Eva se acercó, aún abrazando el presente, al señor Crowley y se hincó a su lado con gratitud.

"Muchas gracias por toda su bondad, señor. Me hace usted muy feliz" dijo Eva con tono dulzón.

Azira desvió la mirada a la fogata. Pensando en lo íntimo de la escena y que ella no figuraba en ninguna parte.

"Eso mismo me decía tu madre para sacar más dinero de mis bolsillos" se quejó Crowley sin ganas de soportar a la infante.

Sin sentirse verdaderamente ofendida, alzando los hombros en reproche, Eva se levantó y volvió al lado junto a la señora Tracy. La mujer anciana hizo una mueca, notando que, después de aquellas crueles palabras, el señor Crowley no ha dejado de ver a Azira Fell en todo ese momento. La pobre muchacha debía sentirse intimidada y hostigada. Pero para la señora Tracy algo estaba seguro; y es que el Señor Crowley siente debilidad por Azira Fell. Un extraño favoritismo. Tal vez intriga y respeto por su estoica forma de ser y por los excelentes resultados que ha tenido con Eva.

Azira FellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora