Era la entrada de un atardecer cuando Azira volvió a pisar los terrenos de Tadfield. Un aire cercano, cálido y conocido la llenó de una vitalidad que no se había dado cuenta que era añoranza. Los cielos eran azules y despejados, con un ligero matiz de la próxima llegada rosada que llevaría a una noche estrellada y temple. La luna y algunas estrellas ya se asomaban entre los vientos perfumados de Tadfield. El aroma de hoja perenne, pino, tierra mojada y sándalo estaban impregnados en la memoria de Azira tan profundamente que volver a presentirlos fue un placer para la mujer mientras bajaba del transporte y caminó colina arriba.
Algunos pueblerinos le sonrieron y la saludaron con cortesía. Puede que la recuerden, puede que no; pero la ingenua Azira Fell estaba encantada de volver a ese lugar que estaba extasiada de llamar su hogar. Los niños corriendo y riendo. Las madres sacudiendo y regañando. Los padres regresando y cargando a los infantes. Los borrachos buscando una esquina donde desfallecer. Todo le parecía tan natural y hermoso que no permitió resistir a la sonrisa y la alegría llenó de matices a Azira Fell tras unas largas semanas de ausencia. Tadfield sólo parecía ponerse más y más hermoso.
Entre los caminos pedregosos y las ramas susurrando canto a los vientos llenos de raudales de luz, Azira entró a las propiedades del señor Crowley y su corazón se emocionó aún más. Caminó, tratando de guardar el éxtasis de volver, viendo que todo era como lo recordaba y tan agradable para su regreso. Sentía que ese lugar la había extrañado como ella lo hizo. Porque se trataba de un lugar al cual puede llamar hogar. Donde los susurros de aire gritan el amor que siente y los aromas la abrazan cálidamente para no soltarla mientras entra por los senderos y da cuesta arriba hacia la silueta de la casona. Tan imponente, gigante y misteriosa. Con su piedra color arena y sus vitrales cristalinos que resplandecen al contraste del sol.
A la lejanía, en el puente de subida hacia la entrada, había una silueta. A medida que Azira se acercaba más y más se fue dando cuenta de que se trataba del señor Crowley sentado sobre la piedra. Su pierna, larga y estirada, se detenía sobre el borde paralelo del puente y llevaba un sombrero de paja que lo hacía lucir mucho más ameno. Sus cabellos, rojos y rizados, brillaban bajo el sol de un color tan vibrante como el carmín de las rosas. Su piel tostada y pecosa, marcada por la edad y las arrugas ligeras al costado de su larga y tentadora boca sostenía un puro sin encender. Tenía un pequeño libro en su mano derecha y un lápiz en la mano izquierda. Debía estar haciendo cuentas. El señor Crowley jamás hacía cuentas en su oficina, sino que suele salir a algún lugar de la propiedad que se vea cómodo para poder trabajar entre la brisa y la calma del mítico y esplendoroso Tadfield.
Cuando se acercó más, y sus pisadas bajo el pasto fueron susurros aulladores, el señor Crowley levantó la mirada de su ceño fruncido contra los libros y su gesto se convirtió en una amplia sonrisa. Genuina y torcida. Donde podía ver pocamente sus dientes superiores y las arrugas se disipaban de unos lugares para pronunciarse en otros. Azira decidió sonreírle de igual manera. Estaba simple y sencillamente feliz con su regreso a Tadfield. El señor Crowley se deslizó y aterrizó en el suelo con elegancia pertinente.
"Por favor acércate y déjame tocarte, Azira Fell, quiero corroborar que no se trata de una ilusión" dijo el señor Crowley con ternura y felicidad en sus gestos.
El Señor Crowley se acercó a Azira Fell y extendió su mano derecha. Expuso su palma, esperando para ser correspondido y sentir sobre su dermis la piel de Azira. La huérfana, por su parte, dudó unos instantes, recordando aquella madrugada donde se dio cuenta de lo perdidamente enamorada que está del señor Crowley. Sin embargo, reacia a perder la oportunidad de sentirlo e imaginar que este reencuentro tiene un valor más allá de la amistad y el alivio, tomó su mano y su corazón se aceleró cuando el señor Crowley cerró su palma y acomodó el agarre.

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Azira Fell
Fiksi PenggemarGood Omens x Jane Eyre adaptation. Azira Fell es una huérfana que es enviada a Lodwood, un orfanato frío y desolado, donde aprenderá su camino como institutriz y siguiendo las reglas del dogma con estoicismo. Cuando es contratada por la señora Tracy...