JiSung no podía evitar mirar al castaño, observaba con una pizca de desagrado a aquel chico que se encontraba en la otra esquina sonriéndo, parado frente a un grupo igual de farsantes que él.
Lee MinHo era un nombre conocido en ese instituto, era famoso por ser el típico estereotipo de "Chico Perfecto"; su piel era como el de una porcelana, su cabello lucía sedoso, suave y siempre andaba ordenado, vestía sin ninguna arruga o mancha en su ropa, y sonreía con total delicadeza. Nunca mostraba algún signo de imperfección; y todos los días estaba ahí a las justas siete de la mañana, sus notas era las mejores y con la puntuación máxima, no se le había escuchado decir alguna grosería o gritando, sólo contestaba cuando se le preguntaba algo.
Y, sobre todo, nadie lo veía triste o decaído, su linda sonrisa siempre se mantenía en su rostro por todo el día, todas las semanas, sin cambiar ni un segundo de estado.
Todos hablaban de MinHo, escuchaba a las personas decir que era hermoso, deseando vivir como él, creyendo que su vida era perfecta, envuelta en soluciones. Pero JiSung sabía que no era así.
MinHo no era feliz, y lograba verlo cada vez que pasaba a su lado. Él carecía del brillo en sus ojos, sólo podía ver la tristeza y el dolor acumulados en sus orbes, deseando algún día sacar su sufrimiento.
O al menos eso pensaba el azabeche, quien intentaba detallar al chico cada vez que lo veía. Trataba de sacar alguna explicación a la actitud del castaño. El chico le generaba curiosidad, MinHo ocultaba algo, pero no encontraba alguna pista que le dijese qué era. Y eso sólo hacía odiarlo más, por fingir ser alguien que no era.
Pero no sabía como demostrarle a los demás que era cierto, que todos estaban en la burbuja de falsa realidad del castaño, que cada persona que creía en su felicidad era vilmente engañada. Pues nadie le creería, no cuando su sonrisa parecía verdadera. No cuando la gente se fijaba en sus labios, pero no en sus ojos, los cuales mostraban a alguien diferente.
JiSung todavía recordaba su voz mecánica, sus respuestas eran vacías, su voz sonaba fría y sin emoción, como si su cuerpo fuera controlado por una máquina. Como si hubiese muerto en vida.
MinHo era un tipo raro, según el azabeche, alguien que mentía todo el tiempo, y JiSung le tenía repulsión. No podía creer cómo una persona podía mentirse hasta a sí misma.
Veía cada mañana al chico entrar, saludando a toda persona que se le acercara, y luego estudiaba sin parar, en el descanso leía algún libro educativo; aunque nunca participaba en clases, sus notas eran las más altas, y cuando alguien le pedía alguna explicación, él aceptaba con su sonrisa.
Luego al irse, MinHo se montaba en un carro, alejándose del lugar. Siempre con la misma expresión con la que llegaba. Al día siguiente, se repetía exactamente lo mismo, como una rutina.
Y, justo como ahora, eran los momentos donde el azabeche notaba el desánimo que mostraba MinHo en sus ojos cafés. JiSung observaba al chico escuchar a sus amigos, quienes hablaban entre sí, sin aparentes ánimos de incluir a MinHo en la conversación. Sin embargo, él no parecía ofendido. No parecía nada, sólo mostraba su típica expresión.
— JiSung, ¿Qué miras? — se asustó al escuchar la voz de su amigo llamándole. JeongIn, confundido, giró su vista al mismo punto que el azabeche — ¿A Lee MinHo, enserio?, Ahora todos parecen locos por él. Incluyéndote.
JeongIn era un hermoso chico de cabello rosado, con una tierna sonrisa, era amigo suyo, y llevaban dos años de amistad. Lo había conocido al chocarse por accidente con él en la entrada del instituto, haciéndole una raspadura en su pierna y teniendo que llevarlo a la enfermería para poder curarlo. Desde allí se volvieron casi inseparables.
— ¿Qué? —respondió JiSung confundido —No, no es eso. Sólo eres tú sacando conclusiones locas y fuera de contexto.
— Sí, te creo. Pero lo haría más si no te quedarás pegado a él mirándolo todo el día.
— Primero, estás exagerando, sólo lo miro cuando está cerca de mí, como lo haría con cualquier persona. Y segundo, si lo observo es por algo en específico, no porque estoy loco por él. — dijo JiSung, esperando acabar con aquella situación incómoda, recibiendo como respuesta una mirada confusa de JeongIn, quien intentaba encontrar una respuesta.
—No comprendo a qué te refieres. — comentó, frunciendo el ceño. JiSung suspiró, sabiendo que estaría obligado a contarle todo al peli-rosado.
— ¿No crees que MinHo oculta algo?, ya sabes, como si fingiera que es feliz para engañar a todos. — apartó su vista de JeongIn para volverla al chico castaño, quien seguía parado con su grupo de amigos —, Puedes lograr ver su sonrisa, pero sus ojos trasmiten algo diferente, como si acumulara allí su angustia. Como si pidiera de manera silenciosa ayuda, porque le es imposible decirlo o demostrarlo con alguna señal.
— ¿Piensas que MinHo ha fingido todo este tiempo? —preguntó luego de unos segundos, recibiendo un asentimiento por parte de JiSung.
— A eso me refiero, nos intenta mostrar a alguien diferente. Alguien que no es él. — después de decir eso, ambos se sumieron en un silencio incómodo, se escuchaban las voces de las demás personas al rededor, la música o el gran griterío de todo el lugar.
El resto del tiempo permanecieron sentados en las bancas, mirando a su alrededor sin tocar el tema. JeongIn parecía confundido, incapaz de digerir el tema, y JiSung se arrepentía de ser tan sincero como para contarle todo sin filtros. Algunas veces él podía decir las cosas, por más sensibles que fuera, de una manera poco cuidadosa, y esa ocasión no era la excepción.
Al tocar el timbre para volver a clases, sintió una mano tocar su hombro, encontrando a JeongIn detrás suyo.
—No eres el único que piensa eso, JiSung, pero es mejor dejarlo así. —dijo el peli-rosado, con tono bajo —. No te metas en temas de los que te puedas arrepentir. Alejate de lo que no es tu incumbencia.
Y sin decir nada más, vio la silueta de JeongIn alejarse, salió caminando a su próxima clase con las palabras de su amigo en mente. Sin dejar de repasarlas el resto del día.
Sabía a lo que se refería el menor, pues no debía meterse a un terreno desconocido y peligroso, como lo era MinHo. Sin embargo, la curiosidad y las ganas de descubrir lo incentivaban a seguir aquello.
No sabía cómo lo haría, pero no significaba que dejaría todo a medias y continuaría su camino antes de conocer al castaño.
JiSung quería mostrarles a todos quién era MinHo, pero antes debía saberlo él mismo.
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Our nights [Minsung]
FanfictionLee Minho estaba cansado de todo: de sus clases privadas, de sus "talentos", de fingir su actitud, de su vida sin errores, de sus padres perfeccionistas, y de ver a las demás personas hacer lo que él nunca lograría, sonreír y disfrutar de todo a su...