Lee Minho estaba cansado de todo: de sus clases privadas, de sus "talentos", de fingir su actitud, de su vida sin errores, de sus padres perfeccionistas, y de ver a las demás personas hacer lo que él nunca lograría, sonreír y disfrutar de todo a su...
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Se le hizo curioso la manera en la que su sonrisa caía, y a los segundos, como si nada, volviera a sonreír animadamente. Lucía como si algo le obligase a mostrase feliz.
El día anterior había visto el extraño comportamiento de MinHo, caminaba de manera rara y de vez en cuando hacía muecas de dolor, estas cambiaban al segundo, y vigilaba que nadie le hubiera visto. Pero, en cada oportunidad, siempre había alguien que lograba visualizar todo su silencioso sufrimiento. Han JiSung era ese alguien.
Y hoy, le había observado incluso más distraido que de costumbre, tambíen notaba la ausencia del chico con el que, a duras penas, hablaba; y que, a la vez, era la persona con quien más se le veía socializar. Sin la presencia del chico pelirojo, MinHo lucía más, a los ojos de Han, como un pequeño cordero entre una manada de lobos. No concordaba con los otros chicos.
— De casualidad... ¿No quisieras estar con Lee MinHo en vez de mí? — preguntó JeongIn, sonando afendido y molesto.
—¿Qué?, ¡No! — contestó confundido, volvió su mirada al peli-rosado, quién le miraba entrecerrando los ojos — ¿Qué dices?
—No lo sé... — JiSung le miró, confuso por la repentina pregunta —. Tal vez, porque mantienes más tiempo mirandolo a él, que hablando conmigo.
—Dices estupideces. Mantengo conversando contigo todo el rato — respondió Han, volviendo su vista al castaño, esta vez para molestar a JeongIn — .Aunque ahora que lo pienso, MinHo quizás sea mejor acompañante que tú — agregó, sonriendo con malicia al escuchar el grito ahogado del menor.
— ¿A qué te refieres? —preguntó, entrecerrando sus ojos.
— A que, un día de estos, puedo terminar juntandome con él. ——sonrió, burlandose silenciosamente del peli-rosado.
— ¡Han JiSung! — chilló JeongIn, ofendido por su comentario. Han no volteó a mirarlo, irritandolo más — ¿Cómo osas de traicionarme de tal manera tan cobarde? — observó por el rabillo del ojo que colocaba su mano en la frente, luciendo lastimado.
Las personas de alrededor los veían; algunas con gracia, otras con curiosidad o con desagrado, otras personas ni siquiera les miraban. Sin embargo, notó cómo, entre todas esa gentuza, se encontraba MinHo, mirandole con una sonrisa cansada, al igual que sus ojos. Lograba ver la envidia en sus ojos cafés. La manera en la que envidiaba algo que no poseía. Pero era Lee MinHo, quizás una de las persona con mayor estatus social en el lugar, ¿Él qué no podría tener?
Apartó su vista cuando ambas miradas se reencontraron.
—¿Acaso son algo? — volvió a preguntar JeongIn, con cuidado de la reacción de Han.
— ¿Algo como...? — el menor bufó, un poco cansado de lidiar con el azabeche.