2. "Algo falta"

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Estaba acostumbrado a que los sirvientes bajaran la cabeza cuando caminaba por los corredores. Era hermoso el palacio de los dioses, casi imposible de describir. Cada columna tallada estaba adornada por enredaderas de flores, y la estructura se integraba a la forma de las raíces de Eklipso, sin dañarlo. Numerosos murales y esculturas de Ithil y Sunon, resposaban en cada jardín o pared, y ya Sasuke ni siquiera les prestaba atención.

Se sentía agobiado, todo el mundo esperaba tanto... Cosas que no creía poder hacer. Si tenía que describirse, lo haría como una pequeña ave enjaulada que todo el mundo observaba, pero que no poseía más riqueza que su plumaje.

Llegó, después de subir una larga escalinata de piedra, a una atalaya alta coronada por una cúpula de mármol. Era su ala del palacio, y debido a ésto, podía llenarla de cuantos objetos quisiera; así que el espacio redondo estaba atestado de instrumentos musicales. Laudes, tambores, salterios... pero su favorito era una flauta de plata que le había obsequiado su padre, hábil artesano del metal.

La tomó y sentándose en un banco con la espalda bien recta, dejó fluir las notas que resonaban fuerte debido al techo cóncavo del lugar. Al principio lentas, fueron cambiando su intensidad, mostrando sin dudar la ansiedad y el miedo que llevaba en el interior. Cuando terminó la canción, colocó el instrumento sobre su regazo y suspiró.

—Eso fué realmente magnífico, alteza— la voz del regente lo hizo mirar a un lado.

—Obito...

—Pido disculpas por no anunciar mi llegada, pero no quería interrumpir su concentración— dijo, acercándose a él lentamente, haciendo a Sasuke percatarse de que traía un grueso y antiguo cuaderno en las manos.

—Está bien...— murmuró, dejando la flauta sobre la mesa donde la había tomado.

—Sunon está de muy carácter hoy, ¿sabe a qué se debe?— preguntó con formalidad.

—Se le habrá mellado su espada favorita— dijo con sarcasmo —¿Qué se yo?

Obito se tomó el atrevimiento de acercar otro banco y sentarse frente a él.

—No hable despectivamente, Ithil, no le hace bien a su relación. Debería intentar al menos asistir a sus entrenamientos.

—No son de mi interés, él no viene a verme tocar— señaló —Dime qué quieres, tampoco estoy de humor.

—Solo vengo porque estoy preocupado. Se supone que a éstas alturas ya hayan entablado algún tipo de intimidad, ¿está esperando al compromiso?

—Sí...— respondió en un murmullo, evitando mirarlo a los ojos.

—Entonces se respetará su decisión— habló el regente con una inclinación de cabeza —Es normal estar ansioso o dubitativo, pensé que tal vez necesita ayuda; por eso le traje ésto...— le alcanzó el cuaderno, usando las dos manos.

Sasuke lo tomó y rozó la carátula de cuero y plata con los dedos. Tenía un bajo relieve de lunas y hojas sobre ella, y parecía realmente viejo.

—¿Un libro?— preguntó, mirando en la primera página la letra muy fluida y hermosa.

—Es el diario de la Luna anterior, quizás leyendo sus memorias logre aclarar su mente— aconsejó y se puso de pie —Su madre está esperando para que la reciba, ¿le digo que suba?

—No, son muchos escalones para ella. Llévala a mi habitación, iré en un momento— ordenó dispuesto a comenzar a leer.

Cuando Obito asintió y se marchó, Sasuke pasó la primera página muy suavemente para evitar rasgar el papel, y entonces sonrió al ver una nota del Sol anterior. Su letra era muy distinta y estaba fuera de renglón:

"Orgulloso de la caligrafía de mi Ithil. Le pediré que escriba también en mis memorias."

Más abajo, la respuesta de Ithil:

"Uchand" (Estúpido).

—No sé por qué siento nostalgia— murmuró cuando percibió un nudo en su garganta, entonces siguió leyendo.

Cada palabra de la Luna anterior comenzó a sentirse ajena. Contaba de su vida diaria, pero sobre todo de los sentimientos hacia Sunon.

"... él es mi todo, su sonrisa, su voz, las caricias temprano en la mañana, la manera en la que me ama cada noche; y fuera de estar destinados o lo que las personas crean que somos y debemos ser, lo adoro por lo que es en realidad. Cuando nos quedamos solos no somos Sol y Luna, sinó dos seres que se necesitan simplemente para seguir viviendo."

Sasuke cerró el cuaderno y se puso de pie. Mientras bajaba la escalinata pensó en cada una de esas palabras ¿Así se suponía que debía sentirse? Pero todo sonaba tan extraño y desconocido, que en lugar de alegrarlo poseer el diario, lo sumió aún más en la incertidumbre.

Mikoto lo esperaba tranquilamente sentada en un diván de su habitación. Le dió esa sonrisa dulce y un poco melancólica que siempre tenía, y él la abrazó fuerte.

—¿Estás más alto?— preguntó.

—Solo ha pasado una semana, naneth— rió y la invitó a sentarse.

—Tu padre te envió ésto— mencionó y sacó un pañuelo de su bolsillo. Al Sasuke abrirlo, vió dos cilindros pequeños de plata bruñida y finamente decorados —Aunque los que llevas son preciosos.

—Éstos me gustan más— halagó —Hazle llegar mi satisfacción y dile que me visite pronto.

—Lo haré, el pobre tiene mucho trabajo últimamente, y ya no es tan resistente como antes.

—Aún así, también extraño verlo. Aconséjale que se tome un descanso— pidió y retiró con delicadeza los adornos que traía en dos largo mechones laterales de cabello, que dejaba descansar sobre su pecho —¿Me ayudas?

—Por supuesto...— sonrió la elfa y con delicadeza tomó los mechones y puso las joyas que hizo su esposo. Luego le acarició la mejilla a su hijo y frunció un poco el ceño —¿Por qué pareces triste?

El joven elfo suspiró y para sorpresa de su madre, se recostó en el diván, con la cabeza apoyada en su regazo y mirando al techo.

Naneth... ¿estás segura de que yo fuí elegido por Ithil?— Mikoto, aunque la pregunta la tomó desprevenida, comenzó a acariciar el cabello negro de su hijo.

—Nunca podré olvidar el día en el que ocurrió— respondió con seriedad —Fué dichoso y doloroso al mismo tiempo. No verte crecer o abrazarte cada vez que quisiera como las otras madres... —Sasuke la miró y tomando su mano, besó su palma con devoción —Estoy muy segura, tu padre también vió la luz y toda Síla fué testigo de que señaló nuestra casa. Pero, ¿por qué preguntas? ¿Tienes algún problema, hijo mío?

Él apretó los labios, incapaz de decirle que en contra de cualquier designio o escritura, no percibía esa conexión mágica de las que todos hablaban, con Sunon. Quizás no lo había intentado lo suficiente...

—No, es solo...— buscó una excusa —Las Lunas anteriores fueron magníficos arqueros, y yo para nada...— rió forzado.

—No creo que sea importante. A cambio sabes tocar cualquier instrumento musical que tengas delante, y tu voz es la más hermosa de todas. Las otras Lunas también cantaban. Quizás debas buscar similitudes y no diferencias, eso te hará sentir mejor.

Le hannon, naneth... (Gracias, mamá...) Siempre sabes que decir.

—Estaría charlando contigo eternamente, si eso tranquiliza tu corazón— mencionó y se inclinó para dejar un beso sobre su frente —¿Quieres que te cuente lo que hice ésta semana?— Sasuke asintió entusiasmado. Las historias cotidianas de su madre lo sacaban de la tediosa rutina del palacio.

—Por favor...— pidió, cerrando los ojos para prestarle más atención a su voz.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora