—¿Naruto...?— preguntó Suigetsu asustado, sacándolo de su ensoñación
Cuando el joven Mallen reaccionó, se dió cuenta de que había apretado tanto la jarra de cerámica en la que bebía, que ésta se partió en pedazos. Sacudió la cabeza y se agachó rápidamente a recoger los trozos.
Desde hacía varios días tenía ese nivel de tensión, el cual no hacía más que aumentar. Por mucho trabajo que realizara en el palacio hasta quedar exhausto, no lograba dormir bien, sobre todo cuando escuchaba las canciones de Ithil en las noches. Él siempre estaba ahí, donde quiera que lo enviaran. Por casualidad o simple broma del destino, pero cada día se lo encontraba y eso no hacía más que alterarlo.
Todavía se miraba las manos y sentía su cintura estrecha, o podía percibir claramente el aroma de su piel.
—¿Me estoy volviendo loco?— murmuró.
—¿Eh? ¿Por qué dices eso?— preguntó su compañero de habitación.
—Nada, no es nada...— balbuceó y se dirigió a un bote de basura en la gran cocina donde almorzaban, para deshacerse de los pedazos —Suigetsu, ¿hay algún trabajo de palacio que se haga fuera de aquí? Como recados o algo...
—¿Ya te cansaste de estar encerrado?— rió —Pues puedes pedir que se te envíe al bosque a cazar, aunque te pagarán por lo que atrapes ¿Eres bueno?
—Sí, eso servirá— necesitaba poner distancia de Ithil, era una completa estupidez desear algo que nunca le iba a pertenecer.
Preguntó a uno de los mayordomos si podía cambiar de tarea, y éste le dió el permiso si demostraba ser buen cazador. Así que al día siguiente se levantó antes de que amaneciera y después de tomar un cuchillo y un arco en la armería, se dirigió a las caballerizas para ensillar un corcel y salir por la puerta posterior; justo a un bosquecillo bastante tupido.
—Naruto, ¿no?— era esa voz de nuevo ¿Por qué estaba Ithil en el establo? Acariciaba un corcel negro de crin muy larga.
—Alteza...— dijo serio e hizo una inclinación de cabeza antes de seguir su camino.
—Oye, espera— pidió y no tuvo más opción que obedecer y mirarlo directamente —¿Vas a cazar?
—Sí...
—Aguarda por mí, voy a ir— ordenó.
—Pero es que...— la mirada fija de Ithil lo hizo voltear el rostro, y apretar inconsciente la guarda del cuchillo que tenía colgado en el cinturón —Como desee.
—No demoraré— señaló al corcel —Alista mi caballo mientras regreso.
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Quería alejarse y resulta que ahora estaba solo en el bosque con quien deseaba evitar. El dios de la Luna era torpe para cabalgar, de hecho dudaba que alguna vez lo haya hecho fuera del palacio, justo como dijo Suigetsu, pero parecía inmutable y a pesar de la incomodidad seguía su ritmo, solo dedicándose a mirar el bosque con atención y asombro disimulado.
En la espalda llevaba un arco de plata muy ornamentado, que de inmediato llamó su atención, pero lo que menos quería era acercarse con una conversación.
—¿Qué estamos buscando?— preguntó Sasuke al ver que aquel Mallen no decía ni media palabra.
—Lo que aparezca, puede que alguna liebre o jabalí. No creo que hayan presas grandes en éste lugar— explicó y entonces se detuvo para bajar del caballo.
Sasuke hizo lo mismo, pero se quedó montado, esperando por él.
—¿Me ayudarás?— preguntó. Naruto asintió un vez y tomándolo nuevamente de la cintura, lo hizo descender, quedando a su espalda —Que tosco, cuando me levantaste del suelo fuiste más delicado— protestó.
—Lo siento, Ithil. No son más que manos de granjero las que han tenido el honor de ayudarlo— murmuró mientras regresaba a su caballo.
—Mientras sean fuertes y capaces, no importa cual sea su procedencia— respondió, retirando su arco de la espalda. Había cambiado sus ropas por unas calzas y túnica más sencillas, y atado su cabello en una larga trenza —Por ejemplo, tus manos toscas pueden alimentarte, las mías no hacen más que tocar instrumentos o escribir canciones— suspiró, mirando el arco.
Naruto no resistió el observarlo por un momento, al sentir un atisbo de vergüenza en sus palabras.
—La comida llena el estómago y arte el alma. No tiene porqué preocuparse por eso— aconsejó.
—¿No crees que debería aprender a luchar o cazar como es debido?— preguntó, animado a continuar con la conversación y viendo como Naruto ataba los corceles a un árbol y le indicaba un camino por el cual seguir.
—Está rodeado de personas que lo protegen y velan por su salud.
—¿Cómo tú?— preguntó de repente —Digo, porque obviamente vienes al bosque a buscar alimentos para palacio, aunque yo no me coma las presas que obtengas.
—Me pagan por ello— añadió, queriendo mantener un margen y agachándose al ver unas marcas en el sendero.
—¿Eso quiere decir que no me protegerías si no te pagaran?— Naruto se detuvo
¿Lo haría? Por alguna razón pensó que sin dudar daría la vida por él, pero, ¿por qué?
—Sí, lo haría. Alteza es Ithil, usted y Sunon protegen la tierra de Ennor, estamos en deuda eterna— respondió y vió por primera vez el ceño del dios fruncirse ¿Lo había ofendido?
Sasuke no dijo nada, caminó por el sendero en absoluto silencio hasta que Naruto encontró huellas frescas de una liebre. Las siguieron en sigilo y encontraron la cueva del animal. El Mallen buscó alguna fruta fresca de los alrededores y la puso fuera de la madriguera. Le indicó a Sasuke que se alejara un poco y esperaron sentados detrás de un arbusto, hasta que el animal apareciera.
—¿Puedo cazarlo yo?— preguntó Ithil.
—Si eso desea...— indicó Naruto y le dió una de sus flechas, Sasuke la colocó en el arco torpemente, sacándole sin querer una risita.
—¿Te estás burlando?— preguntó y los ojos azules de Naruto se abrieron asustados.
—No, claro que no— se apresuró a decir —Es que... intente de ésta manera— cargo su propio arco con lentitud para mostrarle e Ithil comenzó a imitarlo —Casi, espere...— soltó el arma y lo ayudó a colocar sus dedos en la cuerda. Sasuke tragó en seco al sentir su tacto y no se midió en observar su rostro, haciéndolo alejarse y carraspear incómodo —Es un magnífico arco...— halagó.
—Sí, fué de la primera Luna. Es más antiguo que el Eklipso y sigue intacto a pesar de los años. Pero es una lastima que se desperdicie en mí.
—No hablé así...— dijo en voz baja y entonces su atención fué para la madriguera, viendo a la liebre por fin sacar su hocico. Colocó un dedo sobre sus labios y la señaló para que Ithil la viera —¿Quiere intentar?— susurró.
—¿Y si se marcha?— preguntó ansioso.
—Pues buscamos otra— sonrió Naruto y Sasuke apretó los labios para avistar morderlos—Estira la cuerda lentamente hasta la mejilla— indicó, colocándose detrás de él —Ahora apunta con los dos ojos abiertos, un dedo por encima del blanco. Así... justo en su cuello— Sasuke retuvo la respiración ante el trasfondo erótico que esas palabras tenían en él. El aliento de Naruto en su nuca lo hizo apretar las piernas —Solo suelta lentamente los dedos, como si tocaras una cuerda de laúd.
—Sí...— murmuró, pero al ver los ojos del animal sus brazos comenzaron a temblar. Nunca había arrebatado una vida, y a pesar de querer de alguna forma impresionar o recibir una felicitación de Naruto, se quedó estático, sin poder disparar —Ahora..
— se animó, pero de repente la mano del criado se posó sobre la suya y lo detuvo —¿Qué haces?— protestó, viendo como la liebre huía.—No tiene coraje para matar, y me arrepentiría toda la vida de dejar que tenga pesadillas en las noches, por haber arrebatado una vida
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RENACER
FanfictionBajo el árbol mágico de Eklipso, la ciudad de Síla era una urbe élfica llena de magia. Bendecida cada quinientos años con la llegada de dos dioses que protegían la tierra de Ennor, unidos por eternidad con un lazo de amor ¿Pero que pasaría si éstos...