9. "El camino señalado"

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Cubrió su boca con las dos manos, ahogando un grito asustado cuando el enorme árbol cayó, la conmoción de ver a Naruto tan afectado, le hizo temblar las piernas; luego escuchó esas palabras. Resopló una risa nerviosa y lentamente descendió hasta sentarse en el suelo del bosque, detrás de la enorme roca donde se había escondido.

Lo había seguido por un simple impulso. Esa conexión en sus miradas tocó profundo en su alma, como si necesitara ser observado por él. Todo lo demás dejó de importar, incluso el ser un dios. Pero al verlo gruñir enojado no se atrevió a enfrentarlo, y en lugar de eso lo espió como un cobarde.

—¿Me amas?— habló sin voz mirando de reojo a Naruto, quien estaba sentado al igual que él, con la espalda apoyada en un tronco y la vista hacia el cielo.

Allí estuvo largo rato, no queriendo moverse y pasar la vergüenza de ser descubierto. Cuando el joven Mallen se puso de pie y a pasos lentos volvió al palacio, Sasuke pudo respirar con libertad. Se acercó al lugar donde Naruto había descargado su furia y tocó el tronco caído, lleno de marcas y golpes. Solo con un par de palabras hizo crecer otro en su lugar, pidiendo disculpas en el nombre de él, al bosque.

Esa sensación de tener el pecho repleto de emociones lo acompañó todo el día, dejando escapar un poco de tensión con nunerosos suspiros. Una de sus instructores lo notó, y sonrió con complicidad.

—Debe haber sido impresionante para Ithil, ver la pelea de hoy— mencionó, llamando la atención de Sasuke, quien estaba cómodamente recostado en un diván mientras la escuchaba hablar.

—Sin dudas— respondió con sinceridad.

—¿Entonces supongo que ha comenzado a centrar su atención en la atracción hacia Sunon?— Sasuke hizo una mueca leve, pero cuando Naruto vino a su mente, con el torso desnudo y su presencia, superior incluso que el mismo dios del Sol, sonrió levemente —Me alegra saberlo.

—¿Cómo puedo lograr que alguien me confiese su amor?— preguntó.

—No creo que eso sea problema para Ithil. Estoy segura de que Sunon lo ha hecho en más de una ocasión.

—Sí— murmuró sin ganas.

—¿Entonces por qué no intenta decirlo usted?— indicó —Los malthelor son débiles ante las muestras de afecto. Una sonrisa dulce y caricias delicadas, pueden domarlos fácilmente.

—Muestras de afecto...— repitió pensativo —¿Y si quisiera...?— carraspeó —Si quisiera llegar a más... ¿Qué debería hacer?— la instructora suspiró.

—Me alegra que Ithil esté mostrando al fin interés en mis lecciones, pero me entristece ver que antes no lo hacía para nada— reclamó de manera teatral —Usted es hermoso como la luz de Luna, como las hojas de Eklipso; si usa eso a su favor, tendrá a Sunon a sus pies. Incluso podría lograr que comenzara una guerra solo por querer verlo bañado en oro; si sabe a lo que me refiero.

Sasuke enrojeció al entender el doble sentido, pero ya no preguntó nada más.

Esa noche no cantó, no sentía ganas de dejar salir la melancolía, pues su cabeza estaba plagada de imágenes; algunas reales, otras puras fantasías que revelaban sus más profundos deseos.

Acostado en su lecho miró la palma de la mano con la que había tocado el rostro húmedo de Naruto, su sangre, con la que lo había sanado. Esos ojos tan azules poseían hermosas hebras doradas y secretas, que ahora rogaba por volver a ver.

¿Qué desea Ithil, que su sirviente haga?— su voz rasposa y cálida llegó en sueños, y pronto a su petición las manos de Naruto lo tocaron posesividad.

Besaba su cuello, apretaba su trasero para acercarlo a su cuerpo. Tan ardiente y firme... Un muro de músculos que lo sometería y lo haría gemir en la lujuria.

Eres mío. Me perteneceras por siempre... solo a mí, Sasuke, solo a mí.

Se despertó sobresaltado en plena madrugada, respiraba agitado aún con esas palabras haciendo eco en su consciencia.

—¿Una pesadilla?— ésta vez fué la voz de Menma la que escuchó.

Después de la sopresa de verlo sentado en su lecho, frunció el ceño.

—¡¿Qué haces aquí?!— exigió.

—Estuve esperando todo el día una felicitación que no llegó. Parece que te molestó que venciera a ese criado— bramó, ignorando la interrogante.

—Odio que quieras imponer tu supremacía por sobre todo. Tu interés no fué ver si estaba capacitado, sinó demostrar que eres mejor... Y esa pelea fué un completo fiasco— apretó los dientes —Debería darte vergüenza.

Menma gruñó con rabia y se lanzó hacia él, acorralándolo contra el colchón. Cuando intentó robar sus labios, Sasuke viró el rostro y forsejeó en vano para soltarse.

—¿Qué estabas soñando?— inquirió —¿Por qué tu cuerpo huele tan atrayente? Nunca había pasado antes, a pesar de internar acercarme a tí.

—¡Suéltame ahora mismo!— exigió.

—¿Crees que estoy jugando cada vez que te digo que me perteneces?— preguntó rabioso mordiendo fuerte en su cuello, arrancándole un jadeo de dolor.

—¿Que acabas de hacer...?— inquirió compungido y notó una risita cínica en su boca.

—Asegurándome de que todos vean de quien eres.

La rabia comenzó a subir en Ithil como marea en noche de Luna llena ¿Cómo se atrevía a poner una marca en él, sin su consentimiento? Con una oleada de energía pura lo arrojó hacia atrás, dejándolo acostado en el suelo de piedra. Desde la altura de la cama lo miró con repulsión mientras sus ropas y cabellos hondeaban, y cuando bajó, Menma retrocedió arrastrándose por instinto y puro temor.

—Nací con la maldición de ser Ithil, estoy condenado a vivir en éste maldito lugar, pero aunque milenios de tradiciones o el mismo Eklipso, diga que debemos estar juntos... nunca, jamás, vas a volver a tocar ni uno solo de mis cabello. Y no me importa si la tierra cae, si la oscuridad cubre Ennor; ¡no te amo, y no te amaré!— gritó encolerizado y después de cubrir la mordida de Menma, y bajo la vista impresionada de éste, curó la marca y su piel quedó intacta.

—¿Cómo pudiste...?— exigió confundido.

—¡Sal de mi habitación!

—Sasuke...

—¡Ahora! O juro que todo Ennor sabrá lo has hecho.

Menma gruñó entre dientes con impotencia y salió golpeando la puerta, dejando otra vez solo a Sasuke.

La rabia que sentía salió convertida en lágrimas, haciéndolo sentir pena consigo mismo, encontrándose más hundido que nunca. Caminó lentamente hasta el balcón y buscó la Luna en el cielo, pero solo se veía el suave reflejo de ésta sobre la copa del gran árbol.

—¿Por qué a mí?

Sollozó y se quedó largo rato llorando el silencio, hasta que los primeros rayos de la mañana comenzaron a iluminar las altas torres del palacio. Y allí lo vió, caminando por un pasillo exterior y luego atravesando el jardín, ya despierto desde muy temprano para comenzar sus tareas.

—¿No podía ser otro mi destinado? Ese que solo con verlo me hace sonreír... Dime qué camino tomo, Ithil, porque no quiero seguir andando a ciegas.

Sasuke apretó la baranda con sus manos cuando Naruto se detuvo de repente; lo que nunca había pasado, ocurrió delante de sus ojos y lo dejó sin habla. Una hoja del Eklipso cayó, siendo atrapada por el joven malthelor antes de que tocara el suelo. Entonces desapareció en sus manos, como si solo le hubiese señalado la respuesta a su interrogante.

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