17. "Un hogar para los dos"

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El viaje, aunque largo, fué estupendo. Ya bien lejos de la capital, Sasuke se había olvidado de su huída y solo disfrutaba del increíble paisaje que ante él se abría; verde esmeralda, con un cielo tan azúl como los ojos de su amado.

Naruto siempre rodeaba su cintura al montar, dejaba furtivos besos o caricias en sus brazos, logrando que suspirara compungido con cada acto. Así se sentía la felicidad.

Se amaban en las noches, se bañaban en los riachuelos, comían lo que la naturaleza les daba; las sonrisas y juegos los acercaron más, hasta el punto de llegar a saber en que estaba pensando el otro, a pesar de encontrarse hacía poco tiempo.

Casi tres semanas después de su partida llegaron al hogar del Mallen. Sasuke vió una pequeña cabaña de madera sobre una colina, rodeada de cultivos y varios animales, y no le sorprendió que estuviese tan apartada de todo. Casi al borde del mundo. En el huerto, una mujer de largo cabello rojo se enderezó de su postura encorvada al notar el caballo. Sin dudas una Noldor, las barreras mágicas puestas alrededor de la granja lo probaban. Ithil se preguntaba si Naruto sabía de ellas.

Lo ayudó a bajar del corcel bajo los ojos de su madre y tomó su mano al acercarse.

Naneth...— murmuró el joven y ella le pegó una cachetada que sobresaltó a Sasuke. Naruto apretó la mandíbula, pero luego exhaló para dejar ir su enojo.

—¡¿Cómo te atreves a dejarme así, y a regresar de ésta manera?— lloró y luego miró a Ithil con ojos muy abiertos, llevando ambas manos a su pecho y apretando sus dedos.

—Ya no tiene caso que ocultes nada más— dijo Sunon —Sé quien soy, y lo que hiciste. Regresé aquí porque te quiero, madre, pero estoy dispuesto a volver a marchar.

—No puedes culparme, no puedes...— murmuró angustiada —Si fuiste capaz de abandonarme para ir en busca de lo que otros escribieron para tí, entonces él es más importante que yo. No tienes nada que hacer aquí— gruñó lo último y Sasuke miró a Naruto, quien mantenía un rostro sin expresión.

El malthelor giró y tiró de su mano de vuelta al caballo.

—Naruto, espera...— pidió Ithil.

—No te preocupes, tithen, haremos un hermoso hogar para los dos. Mi madre al parecer no quiere admitir sus errores.

Se detuvo al sentir que Sasuke soltó su mano y apretó los puños al ver que éste se acercó de vuelta a Kushina.

—Gracias por cuidarlo todos éstos años— dijo en tono dulce y llevó dos dedos a su frente, antes de hacer una formal floritura con la mano.

—No seas atrevido, ¡es mi hijo!— exclamó y Sasuke sonrió.

—Como lo fué de varias elfas a lo largo del tiempo, pero siempre ha sido mío— respondió y volvió con Naruto, quien le dirigió una última mirada a su madre antes de alejarse.

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—Lo siento...— murmuró Sunon después de un rato, mientras avanzaban rumbo Este, rodeando la granja —No sé porqué actuó así.

—Si te dedicó toda su vida y te marchar sin más, exponiéndote a aquello que quería arrancarte de sus brazos, es lógico que lo haga. No la juzgo, la prueba de su preocupación son las innumerables barreras mágicas en éste lugar— Naruto frunció el ceño y lo miró —Nos vienen como anillo al dedo, ahora que vamos a escondernos aquí.

—Nunca me dijo nada— murmuró enojado —Por eso solo Kakashi venía de visita, porque era cercano a mi padre— apretó la brida en su mano.

—Calma, mi Sol, el tiempo logrará menguar la tormenta en el corazón de tu madre.

—Que haga lo que quiera— espetó y se quedó en silencio largo rato.

Sasuke se apoyó en él y suspiró, pero sus preocupaciones se fueron cuando comenzó a escuchar el sonido de las olas. Naruto sintió su entusiasmo y dejó a un lado su enojo, acelerando el trote.

Otra vez lo ayudó a bajar y lo guió hasta borde del risco, embelesado con el brillo de sus ojos negros, abiertos de par en par mientras observaba el inmenso cuerpo de agua en el horizonte. Los cerró e inhaló el aire salado, entonces soltando una risita emocionada.

—Es más hermoso de lo que imaginé— exclamó complacido, ahora mirando las olas chocar contra las piedras, metros más abajo —¿Viviremos aquí?

—Falta un poco— indicó Naruto y emprendieron de nuevo su caminata, ahora rodeando la costa.

En un amplio claro adornado por algunos árboles, se detuvieron. Del lado derecho tenían el mar, y al izquierdo el comienzo de un bosque no muy tupido. La tierra era buena también y no pegaba tan fuerte la brisa, como para no dejar que los cultivos crecieran.

Sasuke avanzó al centro, entonces notándolo más grande, y sonrió. Allí iban a vivir, harían su hogar solo para los dos, y quizás alguien más... Sonrió ante el pensamiento y regresó corriendo a su Sol, quien lo recibió en brazos y lo besó, también emocionado.

—Acamparemos aquí, mañana tendré que ir a Faen a encontrar un trabajo y comprar herramientas para poder construir. Será uno poco lento el proceso, ahora que no cuento con las pertenencias de la granja— se disculpó avergonzado.

—¿Qué tienes que hacer primero?— preguntó Sasuke, curioso.

—Pues debo escavar algunos agujeros para poner los troncos de soporte...— Sasuke sonrió.

—¿Dónde exactamente?— preguntó y Naruto, después de pensar un poco, caminó hasta el centro del claro y le señaló.

—También depende de qué tan grande quiera construir— murmuró, agachándose para tocar el suelo.

—Vuelve aquí, ven— pidió, tendiendo una mano. Él sonrió y se acercó, pero Sasuke lo dejó en el borde y ésta vez fué él el que avanzó hasta el bosque.

—Oye, ¿a dónde vas?— preguntó.

Ithil solo buscó algunas semillas en el suelo, pertenecientes a árboles altos, y regresó. Dejó varias de éstas en los lugares que Naruto señaló y se detuvo en el centro. Extendió sus manos y cerró los ojos.

Edlothiad... (Florecer...)— pronunció, haciendo nacer pequeñas plantas del suelo, pero solo segundos después, éste comenzó a temblar y cuatro enormes árboles crecieron fuertes bajo los ojos impresionados de Naruto. Luego con sus manos fué guiando las ramas en un entrelazado hermoso, hasta que formaron paredes firmes, que parecían talladas con arabescos infinitos.

Cuando terminó, el malthelor se acercó corriendo con una enorme sonrisa y miró a su alrededor.

—Ésto facilita las cosas— resopló divertido y entonces lo vió tambalearse un poco. Preocupado, lo sujetó de la cintura y lo acercó a su cuerpo —¿Estás bien— preguntó.

—Sí, solo es que nunca había necesitado gastar tanta energía en un hechizo— justificó, ignorando el mareo y la debilidad.

—No debes excederte— aconsejo Naruto y luego besó su frente —Pero gracias; eres increíble, Sasuke.

—Tengo hambre— anunció risueño y el Mallen lo imitó.

—Comamos algo y luego armemos una tienda para dormir ésta noche— indicó y lo tomó en brazos, hasta dejarlo sentado bajo la sombra de un abeto.

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