7. "El nuevo maestro"

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Ya no sabía cuantas veces había despertado con su túnica de dormir enrollada en la cintura y las sábanas todas húmedas. La figura de ese criado, su voz, esa vez que estuvo tan cerca de su espalda cuando fueron a cazar...

Sasuke había descubierto el placer de la excitación y la complacencia personal, pero seguía con la inquietud de que quien ocupara todo el tiempo su pensamiento fuese Naruto, no Menma.

Una criada entró después de tocar, trayendo el desayuno y dispuesta a arreglar su lecho. Ithil desde la cómoda se hizo el desentendido cuando ella notó las manchas sobre el colchón, y luego decidió cambiar todas las sábanas.

—Si alteza no desea nada más, me retiro— dijo en voz baja, pero Sasuke la detuvo con un gesto de su mano.

—Prepara un baño para mí, y necesito también que des un recado.

Podía intentar evitar ese nuevo e incomprensible llamado, pero al no haber tenido nada tangente en lo que interesarse a lo largo de su vida, además de la música, solo quería lanzarse de cabeza a ese mundo de sensaciones fuertes, sin pensar en las consecuencias.

Menma hizo una expresión de extrañeza al verlo llegar con ropas más simples al gran patio donde entrenaba. Había un área con arena suave en el suelo donde él solía practicar luchas y esgrima, y otra con dianas a diferentes distancias. Sin embargo, Sasuke solo lo saludo con un gesto de cabeza y ni siquiera se le acercó. Tomó su arco mientras otro criado dejaba muchas fechas en un carcaj a su lado, y luego apareció Naruto. Su mirada volvió a dirigirse a esos hombros anchos antes de subir a sus ojos. Otra vez tenía ese semblante incómodo, como si se sintiera fuera de lugar.

—Alteza, ¿me mandó a llamar?— preguntó, mirando de reojo a Menma cuando éste siguió con sus actividades.

—Sí... Quiero que me enseñes a usar el arco— ordenó.

—Creí que no volvería a intentar cazar después de...

—No es para cazar, solo creo que sería un buen ejercicio; y me gustó... como me explicaste— carraspeó al final —¿Me vas a enseñar?

—¿Puedo decir que no?— preguntó con un tono juguetón que se le escapó, pues después rascó su nuca con ansiedad.

—No, no puedes— indicó Sasuke con la misma sonrisa, y Naruto negó divertido.

—De acuerdo, entonces comience cargando el arco— indicó.

Naruto le corrigió postura, luego la manera en la que apuntaba, todo con detalles y paciencia. También no dejaba que su ánimo cayera cuando fallaba terriblemente en darle al blanco, pero pronto la risa de Sasuke llamó la atención de varios elfos del lugar, incluyendo Menma.

Éste se acercó solo vistiendo pantalones y un poco sudado de los entrenamientos de lucha.

—Es raro verte aquí— señaló a Ithil, acariciando su cabello largo en la espalda.

Naruto apretó su mandíbula al ver el gesto, pero solo se alejó unos pasos.

—Estás interrumpiendo mi entrenamiento— bufó Sasuke, sin prestarle mucha atención.

—Dejas que te enseñe un criado, cuando puedes tener a los mejores maestros de Ennor ¿No es eso un error de principiante?

—Yo decido de quien quiero aprender, y ahora Naruto es más que suficiente— Menma miró al joven Mallen.

—Eres nuevo, ¿no? De las llanuras sin dudas. Me asombra tu estatura, y no me gusta que un malthelor esté cerca de mi Luna.

—Lo lamento, alteza...— murmuró en voz baja, haciendo una inclinación de cabeza antes de disponerse a marchar, pero Sasuke se apresuró y agarró su brazo.

—¿Quién te crees para decidir sobre mí?— retó.

—Sunon— respondió Menma con altivez.

—Pronuncia mi nombre, Sunon— ordenó Sasuke, dejando que la energía dejara su cuerpo, alejando el polvo de sus pies y logrando que éste retrocediera un paso en reflejo.

—¡Me perteneces!— gruñó.

—Yo pertenezco a la luz, al Eklipso, no tienes voto sobre mis decisiones personales, como yo no lo tengo sobre las tuyas. Será mejor que lo recuerdes— advirtió.

Menma miró a Naruto, quien observaba a Sasuke con ojos muy abiertos; entonces apretó los puños y forzó una sonrisa.

—No me culpes por estar celoso. Si quieres entrenar con ese criado, hazlo, pero al menos permíteme ver si es eficiente— exclamó y tomó otro arco de una mesa auxiliar a unos pasos —¿Aceptas, Mallen?— le preguntó a Naruto.

—Si esa es su orden— dijo serio, con un tono muy frío.

Sasuke se retiró ansioso, solo por impulsividad había metido a Naruto en un problema. No quería que fallara, pero sabía que si no lo hacía, Menma se enojaría mucho.

—¿Sunon primero?— preguntó el joven.

—Siempre— respondió confiado y retrocedió diez pasos. Cargó el arco y disparó, dando justo en el blanco más lejano —Intenta hacer algo mejor, y entonces consideraré ascenderte— indicó.

Naruto asintió y con decisión tomó tres flechas. Puso una en su arco y las otras las dejó entre los dedos, anular y el meñique, para tener acceso rápido a ellas. Así, disparó tres veces a una velocidad asombrosa, acertando en el centro de tres dianas. Cuando terminó, con la misma expresión estoica hizo una inclinación de cabeza.

—Sin dudas impresionante— concedió Menma al ver que varios elfos aplaudiendo asombrados; sin embargo, al notar la sonrisa burlona de Sasuke, apretó los puños a sus costados —Estoy intrigado— dijo de repente —¿Solo eres bueno con el arco, o también te gustaría entrenar conmigo en la lucha? ¿Es mucho para tí?

Naruto se quedó en silencio, no era buena idea pelear con el dios del Sol cuando tenía tanta impotencia y envidia en su interior. Sin dudas esos sentimientos saldrían en sus acciones y resultaría en un problema enorme.

—Creo que el Mallen tiene miedo, alteza— exclamó uno, empezando una ronda de risitas burlonas.

Sin embargo, todos hicieron silencio cuando Naruto desató su cinturón y se quitó la túnica, dejándola sobre la mesa. Los ojos de Ithil se abrieron sorprendidos; cada músculo estaba tan bien marcado, dibujado con tal perfección, que ni siquiera sus fantasías más eróticas le hacían justicia.

Menma frunció el ceño, pero luego le indicó que entrara en el círculo de arena.

Naruto sabía que se arrepentiría, pero ya pensaría en eso después, pues no podía soportar el hecho de que lo avergonzaran delante de Ithil. Fué como impulso de reclamar dominancia. Y con Sunon... Estaba realmente loco.

Pronto llegaron más elfos a presenciar la batalla, convirtiendo la escena en todo un espectáculo e incluso llamando al regente. Sasuke tenía una vista completa del circulo, y deseaba no hacerlo, pero tampoco podía irse y dejar solo a Naruto, pues después de todo había sido su culpa que estuviera en esa situación. Menma era un magnífico luchador, por lo que el miedo le hizo apretar sus ropas, esperando lo mejor.

—Debería desear que gane Sunon, pero...— observó a Naruto, quien le dedicó una mirada discimulada y luego le dió la espalda.

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