Capítulo 18

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Tras dejar atrás la ciudad de Taymiyyah, se sumergieron de nuevo en el desierto cuando la temperatura llegó a su pico más alto. Cuando volvieron a pasar cerca de un pueblo, Maibe decidió hacer una parada para almorzar. Karma no había visto comer a Adom, pero tampoco lucía como si no lo necesitara, así que le restó importancia y no le prestó atención durante el resto del viaje.

Cuando se encontraron cerca del palacio, Adom se desvió de la ruta principal y empezó a conducir en medio de las dunas. El nerviosismo de las jóvenes regresó y Kanika no pudo guardar silencio por más tiempo.

—¿El chico que estamos buscando vive en el medio de la nada? Porque no creo que haya ningún pueblo en esta dirección.

—Podría decirse que nos encaminamos hacia un pueblo fantasma —respondió Maibe con una sonrisa—. En realidad se trata de una instalación subterránea. Es una extensión de nuestro palacio en dónde se llevan a cabo labores religiosas, como podrán presenciar en breve.

—Entonces, ¿el chico al que vamos a llevar es uno de los rojos? —preguntó Karma.

—Ya estamos por llegar. Una vez allí, todas sus dudas serán aclaradas —les dijo Maibe, dando por terminada la sesión de preguntas.

Los ojos de Karma y Maibe se encontraron por medio del retrovisor y ambas se sostuvieron la mirada. Mientras que la mujer mayor se veía confiada y arrogante, Karma tuvo que hacer un esfuerzo para no apartar la vista. A pesar de que había tratado con todo tipo de personas a lo largo de los años, evitaba las confrontaciones siempre que podía. Era un lobo solitario y se sentía a gusto apartada de los demás. Pero no le quedaba más opción que aguantar a esa mujer desagradable un poco más de tiempo. Su libertad dependía del éxito de esta misión.

Miró alrededor y sus esperanzas de escapatoria se esfumaron por completo. Se encontraban a una distancia considerable de la ciudad y las únicas construcciones cercanas eran las ruinas de dos pirámides. Las dunas aumentaban de altura a medida que avanzaban y el camino se iba haciendo más angosto en medio de ellas. Daba la impresión de que la arena estaba intentando tragarlas.

La camioneta paró abruptamente en medio de la nada. No había ninguna señal del supuesto edificio al que se dirigían, por lo que la tensión del grupo se fue intensificando.

—Ya llegamos. Salgan del vehículo, por favor —les pidió Maibe con amabilidad.

Ninguna de las chicas quería dar el primer paso, así que Maibe tomó la iniciativa, seguida por Adom.

—Aguarden mi señal. En el momento oportuno les diré que hacer. No actúen de manera precipitada —les ordenó Karma, antes de salir de la camioneta.

Las tres jóvenes salieron a la intemperie buscando con sigilo una vía de escape, mientras sus sandalias se enterraban hasta los tobillos en la arena caliente. No podían mirar con claridad debido a la fuerza del viento. Karma hizo un esfuerzo por buscar la entrada del edificio subterráneo, pero no tuvo éxito.

—Como les había dicho, esta instalación está oculta para el resto del mundo. No podemos permitir que ningún curioso se entrometa en la importante labor que estamos llevando a cabo. Nadie puede enterarse de nuestro trabajo, ni siquiera ustedes.

Maibe se desprendió de su máscara amable y les mostró su verdadero rostro, en donde no había ni un rastro de compasión. Karma se preparó para tomar a las chicas y huir a donde sea. Pero la tierra ya las estaba tragando, sin oportunidad de escapatoria. Cayeron hacia las profundidades de un foso y quedaron enterradas por la arena.

Los pulmones de Karma se arreglaron para poder respirar a través del polvo. Pero no sucedería lo mismo con las demás chicas, así que empujó y se abrió paso hasta que salió del montículo de arena que tenía encima. No pudo avanzar más que unos pasos, ya que había terminado en el interior de una jaula. Kanika y Eboni ya se estaban deshaciendo de la arena que traían encima, cada una de ellas en jaulas separadas. Maibe las observaba desde la superficie, mientras le daba órdenes a Adom. Las contempló por un instante y luego se retiró, abandonándolas a su suerte.

Lágrimas de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora