𝐃𝐘𝐍𝐀𝐒𝐓𝐘 | ʜᴏᴜꜱᴇ ᴏꜰ ᴛʜᴇ ᴅʀᴀɢᴏɴ | DAEMON TARGARYEN.

『 𝟘𝟘𝟝. 』

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105 d.C.

│❝  𝖉𝖗𝖆𝖌𝖔𝖓 𝖉𝖗𝖊𝖆𝖒𝖘 𝖆𝖓𝖉 𝖓𝖎𝖌𝖍𝖙 𝖗𝖊𝖛𝖊𝖑𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓𝖘 ❞│

Una de las razones por las que Alyssane no podía conciliar el sueño era por miedo. Miedo a ver lo que sucedería. Comenzó a tener sueños de dragón a la edad de 6 años, o como ya eran llamados, sueños proféticos. El primero que tuvo lo recordaba con una claridad inmensa, la muerte de la gran bestia luego de un gran recorrido de conquistas y victorias.

5 años después Balerion moriría la misma noche en la que el primer sueño profético de Alyssane se repetiría. El viejo rey Jaehaerys se enteró de los sueños proféticos de la niña días después de esta haberse enterado de su verdadera procedencia. Los maestres decían que quizás aquello desencadenó los sueños.

Pero el rey no creía en ello, para el todo le hacía sentido una vez enterado de los sueños de la niña. Había cuidado de aquella criatura desde la muerte de Rhaena por pedido de esta y siempre la mantuvo a su lado lo suficiente como para notar los movimientos erráticos de la niña al momento de cerrar sus ojos. Decían que eran pesadillas y que al darle un té mejorarían, pero nunca lo hizo. La niña decía tener mal sueño sin recordar el porque de esto, con el paso del tiempo comenzaría a murmurar palabras incoherentes hasta poder formular situaciones claras.

Alyssane había aprendido con el tiempo a conciliar el sueño no más de tres horas, si pasaba de ello sabía que despertaría exaltada por los sueños de dragón. Siempre venían de noche cuando dormía. Nunca despierta como sabía de otras personas.

Es por eso que acostumbraba a deambular por la Fortaleza Roja en busca de distracción o en el mejor de los casos, estar acompañada de Vermithor quien le entregaba sus alas con el propósito de brindarle algo de cobertura durante las frías noches.

Su mano acariciaba las escamas bronceadas en la ala derecha del gran dragón mientras escuchaba de vez en cuando gruñidos leves de este. Apoyó su cabeza en el costado de este mientras tarareaba una canción en valyrio.

La Fortaleza Roja se sentía silenciosa y vacía a ese punto de la noche. Incluso aunque ella estuviera en el patio exterior los sonidos del pueblo se escuchaban muy a la lejanía. Pero no se encontraba sola, y eso lo sabía al ver los guardias que caminaban resguardando la gran fortaleza de un lado a otro, apenas y era perceptible el sonido del metal y hierro de su equipo contra la piedra y tierra del suelo.

Ellos ya se habían acostumbrado a la presencia de Alyssane a altas horas de la noche, y si a alguno no le parecía correcto que ella estuviera ahí, poco podía hacer al ver los ojos bronces de la bestia que a pesar de parecer dormido, tenía como un radar que le alertaba cuándo las personas pensaban mal sobre su jinete.