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Narra Edward.

No la encontré en el salón, ni en la cafetería, ni en su casillero. Así que caminé hacia la enfermería y, tras abrir la puerta, la encontré ahí. Estaba sentada en la cama con el labio partido, moratones en brazos y piernas y toda la cara colorada.

Su vista se posó en mi y su rostro se transformó en una mueca de súplica.

-Edward, no...- empezó pero no estaba dispuesto a dejar que me ablandara en ese momento.

-Lo voy a matar.- dije con los dientes apretados.

Salí corriendo hasta la cafetería, sabía que él estaría ahí. Cuando llegué a su mesa, me abalancé sobre él y comencé a golpearlo con todas mis fuerzas.

El maldito imbécil lo merecía, se merecía que lo matara a golpes porque eso era, un jodido imbécil.

Unos brazos me rodearon, apartándome, y me encontré con el chico rubio al que Clari había ayudado hacía unos días. Volví mi vista hacia Aaron y su rostro margullado me dejó satisfecho, al menos de momento.

Me solté del agarre del tal Stefan y volví a dirigirme a la enfermería.

-¿Estás bien?- pregunté. La furia que sentía hizo que mi tono fuera frío y brusco. Lo noté en su mirada, cuando posó sus ojos en mi y negó con lágrimas en sus mejillas. Me calme rápidamente y me aproxime a ella.- Shh.- susurré secando sus lágrimas. -Tranquila, todo va a estar bien. ¿Si?- ella negó y sentí un nudo en la garganta. Odiaba verla así, rota, herida. Acuné su rostro entre mis manos y besé su frente cerrando mis ojos. -Vamos a casa.

El viaje fue silencioso, al igual que las tres semanas siguientes. Prácticamente no hablaba y era doloroso verla así. Comencé a tener que buscarla todos los días en la enfermería, pero no volví a golpear a Aaron porque notaba como se asustaba cuando se quedaba sola. Pero, a pesar de mis intentos por devolverle la vida, la risa, la seguridad, ella seguía pareciendo ausente. Parecía un alma muerta en un cuerpo vivo y detestaba verla así.

Cuando llegué en la noche, después de haber ido con Ryan y Jacob al pool, ella entró a mi cuarto. Llevaba un sweter y unos shorts de pijama y las lágrimas resbalaban por su rostro.

-¿Qué pasa?- pregunté desde mi cama, adormecido. -¿Qué pasó?

-Ayuda.- susurró con un hilo de voz. -Ayudame, Edward.

Asustado, me acerqué a ella y tomé su rostro entre mis manos.

-¿En qué te ayudo?- pregunté con desesperación.

Ella abrió su mano dejando caer el filo de un sacapuntas.

-Me caí.- susurró ella.

-¿Dónde te caíste?- pregunté. -No entiendo. ¿Qué es esto?

Ella miraba mis ojos fijamente, estaba temblando. Hacía frío y ella solo vestía con el pequeño short y ese sweter que jamás se sacaba. La acosté a mi lado en la cama y la cubrí con la frazada, pero noté que ella no temblaba por el frío sino por el miedo.

Empezó a acariciar mi pelo en un intento de tranquilizarse, su mano no era firme y creí ver algo en su muñeca. Me estremecí y quise convencerme de que no era real pero no podía hacerlo. Con dedos temblorosos, levanté la manga de su sweter intentando creer que todo era solo una ilusión, aunque no lo era.

Flash back

-Ayuda.-susurró .-Ayudame, Edward.

-¿En qué te ayudo?- pregunté con desesperación.

Ella abrió su mano dejando caer el filo de un sacapuntas.

-Me caí.- susurró ella.

Fin flash back.

No lograba entender las razones y buscaba la forma de entenderlo, pero no la encontraba. La miré, quería preguntarle por qué lo había hecho pero las palabras no salían de mis labios.

-Me dejaste caer.- susurró ella con dolor en la voz.

-No quise...

-Te fallé.- siguió ella. -Perdón.

Intentó levantarse y salir corriendo pero la rodeé por la cintura haciendo que volviera a caer a mi lado. La abracé con fuerza y besé su frente.

-¿Puedo quedarme?- preguntó ella con la voz quebrada en un susurro.

-No pensaba dejarte ir.

Remember meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora