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Narrador.

El noveno mes de embarazo llegó con rapidez y Edward y Clara habían peleado. Las cosas estaban muy tensas. Ellos estaban asustados y la pregunta que nadie mencionaba, flotaba en el aire. ¿De quién era la niña que estaba por nacer? Las inseguridades de ambos habían despertado los conflictos en la pareja.

-Ashley y yo no queríamos tener hijos.-gritó Edward.

-No es mi culpa.-respondió ella, con lágrimas en los ojos.- Jacob no se puso tan paranoico cuando estaba embarazada de Thomas.

-¡Porque él sabía que era el padre!

Salió dando un portazo que logró que Clara se estremeciera.

-No escuches a papi.-murmuró ella, acariciando su panza mientras las lágrimas caían por su rostro.- Él te ama. Solo esta enojado conmigo. Pero toda va a estar bien, te lo prometo.

Las horas pasaron pero Edward no subió, seguía metido en un programa de televisión al que no le prestaba atención realmente. Ya no pensaba en las peleas y en su enojo. Ya no pensaba en nada.

Un grito agudo resonó en el piso superior y corrió lo más rápido que pudo hacia allí. 

Antes de que lograra pronunciar palabra alguna, los dos iban rumbo al hospital. Edward tomó la mano de Clara y la presionó con suavidad. Ella soltaba suaves quejidos y él quería detenerse, preguntarle si estaba bien, si él podría ayudar en algo, pero sabía que lo que ella necesitaba era un hospital.

Narra Edward.

Me paré frente al gran vidrio y observé a los bebés. Podía verla. Clara tenía razón, era un niña y era preciosa. Vi como levantaba sus bracitos, dormida, y reí solo en ese pasillo. Quería sostenerla. Quería poder besarle esas mejillas sonrosadas. Sabía que Clara aún no la había visto por los problemas y la cesarea. Al ver que la tomaban, caminé hasta la habitación de mi prometida y, tras unos minutos de insistencia, el doctor me dejo pasar. Ella recién despertaba..

-Hola.-dije y me senté a su lado en la cama, apoyando mi frente contra la suya.

Su mano subió hasta mi mejilla y la vi sonreír, entonces supe que no guardaba rencor por la pelea. La besé con suavidad y ella rió sobre mis labios.

-¿La viste?-preguntó.

-Es la beba más hermosa que vi en toda mi vida.-dije y volví a besarla.- Nuestra hija.

-Mandé a hacer los análisis, Edward.-dijo bajito  la estreché entre mis brazos.

-Lo sé. Me pincharon y no me dieron ni un caramelo.-dije haciendo puchero y ella rió para luego volver a besarme.

-Yo te compro un caramelo más tarde.-dijo.- Dijeron que van a traerlos ahora, con ella.

-Tranquila, mi vida. Escuchá, si ella no es mi hija, va a serlo de todos modos. Voy a ser su papá, ¿si? Emma va a estar bien, así que no te preocupes.

-¿Emma?-preguntó ya mas tranquila.

-Si.-sonreí, acariciando su mejilla.- La vi y... es justo para ella.

-No lo sé.-dudó.

Antes de que pudiera acotar nada más, la puerta se abrió y entró una enfermera arrastrando una pequeña cuna en la que dormía la beba. La mujer se acercó a Clara y le tendió un sobre antes de retirarse sin mediar palabra alguna. 

Tomé a la pequeña en brazos, cautivado y su manito se cerró en torno a mi dedo. No pude evitar sonreír ante el gesto pero, al voltear, mi sonrisa se esfumó. Clara lloraba con suavidad a la vez que se cubría la boca. Me miró y tuve que esforzarme para mantener la compostura. No era mía. Ella lloraba porque no era mía, porque era hija de su tío.

Remember meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora