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-¿Segura que estás bien?- pregunté una vez que subíamos al auto.
No importó cuántas veces lo dijo desde que llegue, necesitaba oírlo hasta que me sonara real, no podía soportar el hecho de que me mintiera, de que me ocultara su dolor.
-Si, Edward. -dijo y me miró, dibujando en su rostro una media sonrisa.
Detuve el auto y volteé a mirarla. Sus ojos confusos se posaron en mi y los noté oscuros, tan oscuros que asustaban, tan siniestros que sentía su dolor con tan solo observarlos.
-Yo también tengo miedo, Clara.- dije. Ella alargó su mano y, con la yema de sus dedos, recorrió mi mejilla con suavidad. -Cada día que entro a la enfermería y te veo ahí, mi corazón se para. No es justo, vos no hiciste nada para merecer eso. Ya no aguanto salir de clase sabiendo que voy a tener que ir a buscarte ahí o al hospital. No mereces eso, nunca lo mereciste.
-No importa, Edward. -susurró ella dejando caer su mano en mi hombro.
-Si importa, porque me importas.
Por momentos sentía que ella olvidaba eso, tenía el presentimiento de que sentía que estaba sola y quería recordarle que yo estaba ahí, que no iba a irme.
Ella me rodeó con sus brazos y al fin sentí algo real en ese día en que sólo me había dicho mentiras.
-Te quiero.- susurró a mi oído y yo le respondí que también lo hacía aunque no estaba muy seguro de que las palabras hayan salido de mi boca.
-Vamos a casa.- pidió y yo volví a arrancar.
Al llegar nos encontramos con el señor Blair y su hijo hablando con mi mamá en la sala. Sin pensarlo siquiera, me ubiqué delante de Clara, como si mi cuerpo fuera a lograr apartarla por completo de ese hombre y su hijo.
-No te escondas, Clara.- dijo el hombre que vestía de traje y llevaba su cabello demasiado arreglado para mi gusto.- Soy tu tío, no voy a golpearte.
-Pero él si.- mascullé.
Los dedos de Clara se deslizaron entre los míos, fijando su mano a la mía suplicando silencio.
-¿A qué te referís? - me preguntó el hombre, cuyos ojos azules parecían querer atravesarme.
-Voy a llevar a Clari a su cuarto,- dije dirigiéndome a mi mamá. - está muy cansada.
-¿A qué te referís? - repitió el señor Blair poniéndose de pie.
Sentí el cuerpo de Clara tensarse y pegarse más a mi espalda. Sabía que ella le temía, sabía que tenía que sacarla de ahí.
-¿Cómo cree que terminó ella en el hospital?- pregunté furioso y miré a Aaron.- Algunos tienen como hobbie golpear gente.
-Edward, por favor.- susurró ella y su voz se quebró.
Volteé y la llevé a la habitación, ignorando cualquier palabra que pudiera ser dirigida a mi.
-No era necesario.- susurró ella una vez que estuvimos en su cuarto.
-Él tiene derecho a saber quién te mandó al hospital.- repliqué.
-Ya no importa quién fue.- dijo ella con el dolor plasmado en cada una de sus palabras.
Se dejó caer en la cama y decidí acostarme a su lado.
-Perdón.- susurré contra su cabello mientras la rodeaba con mis brazos.
Ella se durmió al poco tiempo y decidí bajar.
-No pueden llevársela.- dije desde el pie de la escalera, mirándolos.
-Es mi sobrina y creo que sería lo mejor.- dijo el hombre quien cada vez se me antojaba mas fastidioso e imbécil.
-Ella no quiere ir. Ni siquiera los conoce. Está bien acá, conmigo.
-Él tiene razón, papá. -dijo Aaron, dejando caer sus manos sobre sus rodillas.
-¡Somos su única familia!- casi gritó el hombre escandalizado.
-Van a seguir siéndolo y pueden verla cuando quieran, pero mi hijo tiene razón. -dijo mi mamá intentando tranquilizarlo.
-Señora....- empezó, pero Aaron le cortó.
-No, papá. Dejala acá.
El chico salió de la casa y su padre, luego de unos segundos, resopló y caminó hasta la puerta.
-Mañana voy a venir a buscarla para la cena y la traeré de vuelta después. - dijo antes de salir.
Una vez que la puerta se cerró, mi mamá me miró.
-¿Fue Aaron?- preguntó.
-Siempre es él. -dije y subí las escaleras, intentando olvidar la horrible sensación que el señor Blair me había generado.

Remember meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora