Capítulo 2

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Habían pasado algunos meses desde que se llevó a cabo la boda de Rhaenyra y Laenor

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Habían pasado algunos meses desde que se llevó a cabo la boda de Rhaenyra y Laenor. Una celebración que acabó con la muerte del amante de Laenor, pero dejando a Alicent Hightower con una aliada más.

Los gritos de la princesa Rhaenyra se escucharon por todo el castillo, su parto duró horas y todos en la fortaleza estaban ansiosos por ver al bebé de Rhaenyra.

Mientras Rhaenyra luchaba con los dolores de parto, Alicent, angustiada, paseaba por su habitación, sus únicos pensamientos se centraban en los gritos de Rhaenyra. Alicent quería estar con Rhaenyra, apoyándola, pero sabía que sospecharía mucho de ella.

—Madre, ¿está todo bien?—preguntó un niño de cuatro años mirando preocupado a su madre

—Todo está bien Aemond, solo estoy esperando conocer a mi nieto — mintió Alicent a Aemond.

El joven príncipe asintió con la cabeza ante las palabras de su madre, pero no era tonto, sabía que su madre mentía pero no haría más preguntas sobre el tema.

Aemond apartó la mirada de su madre para mirar a su hermano mayor, Aegon, quien estaba sentado mirando a su hermano menor, Daeron, que había nacido hacía unos días.

Alicent paró de caminar para fijar su mirada en sus hijos, Aegon, Aemond y Daeron, los tres hijos que había dado a luz tenían un hermoso cabello platinado, así como los ojos violetas de su padre, tenían todas las facciones de los Targaryen, nadie dudaría de su legitimidad. Pero a pesar de eso, Alicent nunca los vio como los hijos del Rey Viserys, recordarlo solo le trajo dolor e ira, era como un recordatorio constante de la decisión que había alejado a Rhaenyra de ella. Para evitar odiar a sus propios hijos, Alicent imaginó que eran sus hijos y los de Rhaenyra, porque sus hijos nunca serán los hijos del rey a sus ojos.

Después de unos minutos mirando a sus hijos, Alicent notó que Helaena, su única hija, no estaba. Heleana era una niña bastante extraña a los ojos de los demás, siempre jugando con insectos y murmurando cosas que los demás no entendían. Por lo que había escuchado Alicent, las cosas que murmuraba Helaena podían ser predicciones, ya que había Targaryens que eran soñadores, aquellos que de alguna manera sabían lo que se avecinaba. Así que trato de tomar en serio los sueños y los murmullos de Heleana.

Alicent no estaba preocupada por la ausencia de su hija, sabía cómo era y estaba bastante segura de que estaba en sus aposentos.

La tranquilidad en los aposentos de la reina se vio interrumpida por la llegada de uno de los sirvientes. La atención de los príncipes y la reina se fijó en el recién llegado que temblaba bajo la penetrante mirada de los príncipes y la reina.

— Su Gracia, ha nacido el hijo de la princesa Rhaenyra, el maestre dijo que no hubo problemas durante el parto — informó el sirviente sin levantar la cabeza.

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