Capítulo 16

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Sus dulces labios probé con deseo, los mordí y reclame como míos aquello que otro quiere robarme -

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Sus dulces labios probé con deseo, los mordí y reclame como míos aquello que otro quiere robarme
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Mientras volaba, sentía repulsión al ver solo por un momento el laberinto de murallas que era Winterfell, más al recordar quién estaba ahí y con quien, entre todas esas murallas muchas cosas pudieron haber pasado.

Miro una segunda vez el pergamino en su mano el cual era de Rhaenyra diciendo que ya estaban listos para quemar a sus soldados.

-Sunfyre ya desciende.

El dragón obedeció la orden de Aegon y descendió en su campamento, luego bajó de su dragón, ignorando a los soldados que lo miraban.

-¿Dónde carajos estabas? -preguntó Aemond quien estaba apoyado en un árbol.

-Hola hermanito, qué gusto verte -dijo Aegon caminando directo a su tienda.

-No me vengas con tus tonterías Aegon, desde temprano vengo esperándote, necesito saber que te ha dicho Rhaenyra, se que te envió un cuervo.

Ante el reclamo de Aemond, Aegon dejó la carta en la mesa de su tienda, para después servir vino. Aemond la agarró y empezó a leerla.

-Nada te costaba enseñarme esto -dijo para luego dejar la carta en la mesa-. No pienso participar en la batalla.

Aquellas palabras provocaron que Aegon casi se ahogara con su vino, estaba demasiado sorprendido, no creía que eso fuera verdad.

Respiro antes de mirar a Aemond qué tenía el rostro frío, sin mostrar alguna emoción.

-Vaya hermano, ese niño te tiene bien dominado -susurró entre risas.

Camino hacia una mesa, buscando algo entre los cajones.

-¿Qué niño? -preguntó Aemond, intentando no saber de qué hablaba Aegon.

-El mismo niño que te pidió no morir en batalla -respondió Aegon mostrando la carta que Lucerys le dio a Aemond-. Es muy dulce de su parte desearte buena suerte y que regreses con vida.

-Dame eso Aegon -pidió Aemond molesto.

-¿Por qué debería?, sus palabras son tan dulces, suena como una doncella pidiéndole a su amado volver a sus brazos

Tras esa segunda burla de Aegon, Aemond lo golpeó en la cara y le quitó la carta.

-Lo que Lucerys me dice no es ni debería ser de tu maldito interés.

-Claro que no, como ahora tienes el cariño de Lucerys no sabes como me siento -Reclamo Aegon molesto-. Mi Jace ni una carta me envía.

Aegon tomó otra botella de vino, empezando a tomarla casi dejándola vacía de un solo sorbo.

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