Capítulo 8

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Los guardias del foso dragón observaron cómo Tessarion aterrizaba con gracia cerca de ellos, Daeron bajo de su dragón y comenzó a caminar hacia uno de los guardias

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Los guardias del foso dragón observaron cómo Tessarion aterrizaba con gracia cerca de ellos, Daeron bajo de su dragón y comenzó a caminar hacia uno de los guardias.

- Príncipe Daeron - saludó el guardia.

- ¿Ya se fueron? - Daeron preguntó mirando a cierto dragón blanco que entraba en el foso dragón.

- No, mi príncipe, la familia de la princesa Rhaenyra todavía está adentro - informó el guardia.

- perfecto - se formó una sonrisa en el rostro del príncipe, ya que había llegado justo a tiempo para ver a su sobrino.

Camino hasta estar cerca del carruaje que lo llevaría a la fortaleza roja. Luego de varios minutos de espera, Daeron comenzó a escuchar la voz de Rhaenyra, quien aparentemente estaba regañando a sus hijos.

- Ya está decidido Jace, no quiero que levantes ninguna espada durante el juicio - se escuchó a Rhaenyra regañando a Jacaerys.

- Ya sabes cómo es Vaemond, puede que insulte a Lucerys, alguien tiene que defenderlo - Jacaerys trató de defenderse del regaño de su madre.

- Jace, no necesito que me defiendas - dijo Lucerys, pero su hermano lo ignoró.

- En caso de que eso suceda, Daemon se encargará de ello - Rhaenyra finalizó esa conversación al notar la presencia de uno de sus medios hermanos.

- Es un honor verte de nuevo, hermana - saludó Daeron, buscando a Joffrey.

Rhaenyra notó que Daeron buscaba a alguien. Los únicos a la vista de Daeron eran Lucerys, Jacaerys y los dos hijos de Daemon y Rhaenyra, no había señales de Joffrey.

- Querido Joffrey, acércate - llamó Rhaenyra a su hijo - al parecer tu tío ya quiere verte -.

Joffrey miró a su madre y luego se apartó de Daemon. Con cada paso que daba Joffrey, Daeron sentía que se le aceleraban los latidos del corazón. Ese niño pequeño que había visto años atrás ya no estaba, frente a él ahora estaba un joven de cabello castaño que seguía manteniendo los mismos ojos soñadores que tanto amaba.

- ¿No me vas a saludar tío? - Preguntó Joffrey, riéndose de la reacción de su tío al verlo.

La sonrisa de Joffrey solo cautivó aún más a Daeron, quien no sabía que decir, siempre había imaginado que Joffrey se vería aún más lindo que antes, pero su sobrino superó sus expectativas.

- Mi Lord Velaryon - saludó Daeron tomando la mano de Joffrey para luego besarla - Creo que tendré que cuidar de que no robe el corazón de todas las doncellas del reino - susurró esta vez más cerca de Joffrey.

Ambos se miraron durante un minuto, casi completamente ajenos a la presencia de los demás.

- Creo que es hora de irnos - intervino Daemon, separando a Daeron de Joffrey.

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