Capítulo 11

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Había una enorme tranquilidad en Dragonstone, incluso después de que la visita del Príncipe Aegon hace unas horas había dejado a la mayoría con un mal presentimiento

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Había una enorme tranquilidad en Dragonstone, incluso después de que la visita del Príncipe Aegon hace unas horas había dejado a la mayoría con un mal presentimiento. Muy pocos habían sido informados del acuerdo al que habían llegado el príncipe y Rhaenyra.

Ahora mismo Rhaenyra estaba con Lucerys junto al mapa de los siete reinos. Lucerys tocó ese mapa con delicadeza, específicamente en Driftmark.

—¿Qué pasa mi dulce niño? —preguntó Rhaenyra, al ver a su hijo tan decaído.

Lucerys dudaba mucho en decirle a su madre lo que sentía. Porque no solo se sentía presionado por ser el futuro amo de Driftmark, sino que tampoco había sido capaz de quitarse de la cabeza las palabras de su tío Aemond. Y eso de alguna manera lo preocupaba.

Siento que no merezco esto, miles de Lords me llaman bastardo a mis espaldas, y solo unos pocos valientes me lo dicen en la cara... No me tomarán en serio cuando sea el Lord de Driftmark, tengo miedo de fallar —Lucerys le dijo a su madre.

Rhaenyra miró con tristeza a Lucerys, de alguna manera podía entender lo que estaba sintiendo su hijo. El miedo a fallar como gobernante siempre la había perseguido cuando era joven, ese miedo había disminuido, pero todavía estaba allí, todavía no se había ido por completo.

—Entiendo tu miedo Luke, cuando mi padre me nombró heredera fue algo que cambió mi vida, tuve que cambiar mis planes para el futuro… Tenía miedo, solo era una joven con ideas infantiles en mente cuando de repente, pusieron el peso del trono sobre mis hombros —dijo Rhaenyra, acercándose a Lucerys.

Pero lograste vencer tu miedo... Mírate ahora madre, eres hermosa, buena esposa, buena madre y estás lista para cumplir tu papel de reina. No soy como tú… no soy perfecto —mencionó Lucerys, susurrando lo último con notable tristeza.

Rhaenyra miró a Lucerys conmovida, por lo que se acercó a él para besarle la cabeza. Trató de contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, que Lucerys pensara que era perfecta, la hacía sentir que sus esfuerzos por ser una buena madre estaban dando sus frutos.

Rhaenyra era imperfecta, pero a los ojos de Lucerys, era una mujer perfecta, la mujer que más admiraba.

El sonido de la puerta al abrirse llamó la atención de Rhaenyra y Lucerys. Un caballero entró por la puerta, inclinándose mientras miraba a Rhaenyra.

Princesa —saludó el caballero—. Su hermana, la princesa Helaena, ha llegado de King's Landing y solicitó una reunión usted y su esposo.

Rhaenyra miró a Lucerys para ver si se sentía mejor. Al ver el asentimiento de su hijo, Rhaenyra le devolvió la sonrisa.

—¿El Príncipe Daemon ya ha sido informado? —preguntó Rhaenyra.

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