Capítulo 17

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Dulces labios han sido probados y reclamados, el invierno probó el fuego de dragón, el veneno está más cerca de lo que crees, lo que toca tus labios podría matarte

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Dulces labios han sido probados y reclamados, el invierno probó el fuego de dragón, el veneno está más cerca de lo que crees, lo que toca tus labios podría matarte.

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Una fría brisa acariciaba los pinos del norte, suaves rayos de sol tocaban la blanca nieve ahora cubierta de sangre.

Entre los tantos pinos de las tierras del norte estaba Jacaerys en medio de Aegon y Cregan.

Los dos últimos se miraban fijamente, ninguno hablaba, ni bajaba la mirada, un odio intenso estaba reflejado en el violeta de los ojos de Aegon.

Es un gusto verlo mi Lord —saludo Aegon con una sonrisa forzada.

Príncipe Aegon, no esperaba conocerlo de esta peculiar forma —saludo el norteño con respeto a pesar de la incómoda situación.

La mirada de Jacaerys paso de Cregan a Aegon. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar que tenía los pantalones desabrochados. Con un movimiento rápido y discreto se los ajustó y se alejó de Aegon para ir hacia Cregan. 

Él rostro de Aegon se ensombreció ante la acción de Jacaerys. Y su mirada se fijó más en Cregan.

—Lord Stark —la voz de Aegon se escuchó con una autoridad específica para el norteño—. Parece que se le olvidó que ahora soy rey Aegon, no príncipe.

Cregan ante el reclamo de Aegon solo suspiro, intentando ocultar su desagrado.

—¿Acaso no le juraste lealtad a la reina Rhaenyra? —cuestiono Cregan con calma—. Al menos que usted se haya casado con la reina y yo no haya recibido noticias sobre eso, me disculparé, pero mientras tanto usted sigue siendo un príncipe para mí.

Esas palabras hicieron que la ira de Aegon se encendiera aún más. Había sido negado como un rey, algo que no le hubiera importado de cualquier otro, pero no de Cregan.

—Maldito insolente… —murmuró Aegon entre dientes.

Cregan ¿cómo están tus soldados? —pregunto Jacaerys interrumpiendo cualquier indicio de pelea entre Cregan y Aegon.

A pesar de los años de separación, Jacaerys conocía bien la impulsividad de Aegon y sabía que debía evitar cualquier provocación que pudiera iniciar por la tensa relación entre su amigo y su tío.

—Fueron leves pérdidas pero hay demasiados heridos —respondió Cregan mientras limpiaba el rostro de Jacaerys—. La princesa Rhaenys y el príncipe Aemond se han ido también, después de que varios fueron testigos de cómo peleaban.

¿Alguno de los dos salió herido? —pregunto Aegon con un tono frío que hacía notable su falta de interés en ese asunto.

—Ambos se fueron y sus dragones no parecían heridos, aunque sí hay heridas no creo que sean graves —respondió Cregan con seriedad.

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