Capítulo 17

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El teléfono no había dejado de sonar en ningún momento, lo que solo incrementaba su angustia. Desde hacía un par de horas que se había dado la alerta sobre el avistamiento de ambos vengadores, por lo que Sam tenía que hacer algo para impedir que lograran atraparlos.

Los soldados que se encontraban con él ya estaban creando todos los planes para poder traer consigo a los vengadores, pero, sobre todo, el suero que tanto le importaba al gobierno.

Sentía sus manos sudarle frio debido al estrés del momento, pero tenía que fingir que se encontraba preparado para atrapar a sus dos amigos. Era claro que al gobierno poco le importaría el que se encontraran en territorio extranjero, por lo que tenía que hacerse a la idea de que estaría presente en la persecución.

Después de un tiempo, todos se encontraban listos para emprender el viaje hasta Canadá. El avión de la milicia iba en completo silencio, como si todos se encontraran meditando para relajarse, pues sabían que no se trataba de unos simples ladrones, sino que se trataban de dos vengadores, dos personas que habían estado en la guerra contra Thanos, y que uno de ellos era un mejorado con un poder que aún estaba sin revisión de su parte.

Había demasiado en su contra, pero necesitaba buscar una manera para que todo saliera bien, o sus amigos podrían pagar por la avaricia dentro del gobierno.

En el momento en que avisaron que estaban en posición, todos los demás soldados se prepararon para poder salir del avión, mientras que Sam solo se repetía a sí mismo que haría lo necesario para que ambos pudieran huir, y así poder retrasar el plan del gobierno para utilizar el suero en civiles comunes, más tenía un problema, pues Rhodes se encontraba en el avión, a la espera de poder detener a los dos.

Sabía que tarde o temprano se enteraría de la verdad, pero no confiaba lo suficiente como para decirle él mismo el porqué se encontraban persiguiendo a dos personas que habían luchado a su lado. Él siempre hacía lo que el gobierno le pedía, sin saber si era algo bueno o malo. Eso poco le importaba a Rhodes, siempre y cuando pudiera satisfacer las necesidades avariciosas del gobierno, para poder ser alguien que sirviera como referente ante los demás soldados.

Sam sabía muy bien cómo el gobierno te lavaba el cerebro al punto de hacerte creer que todo lo que haces es para servir a la nación, incluso si eso significa de deshacerte de personas que no tenían culpa de nada, pero que les estorbaba para poder realizar sus planes.

Rhodes tenía el enorme defecto de no poder ver más allá de lo que el gobierno le pedía, simplemente obedecía sin importarle lo que pudiera afectar a los demás países, mientras que Sam era demasiado consciente del ligero velo entre lo que decía el gobierno y lo que realmente querían hacer. Esa máscara de rectitud y patriotismo que dictaba el gobierno no era más que una fachada para todos los actos viles y enfermos que llegaban a tener por esa sed insaciable de poder.

Cuando todos estuvieron dentro de los autos que los llevarían hasta una base militar en Canadá, solo pudo suspirar con pesadez ante la carga de estrés al que estaba sometido por todo lo que estaba pasando. Necesitaba poder contactar con ambos antes de que lograran dar con su paradero, pero a pesar de los días, seguía sin respuesta de alguno de ellos.

Estaba completamente solo en esa arriesgada misión, pero haría hasta lo imposible para solucionar el problema, así tuviera que entregarse a los soldados como cómplice de ellos.

* * *

Después de aquella pesada noche, ambos tuvieron que despertar muy temprano por la mañana, pues necesitaban huir lo más rápido posible de ese pueblo, ya que solo era cuestión de tiempo para que lograran encontrarlos.

Ser valiente es comenzar de ceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora