Epílogo

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Ya habían pasado dos meses desde que Sam y Bucky habían asistido a la asamblea de las Naciones Unidas, por lo que el mundo entero estaba al tanto de las artimañas del gobierno estadounidense. Miles de personas habían marchado pacíficamente para la liberación de aquellos niños que habían ayudado a que la verdad saliera a la luz, pero el gobierno había intentado calmar las aguas afirmando que se trataban de terroristas cibernéticos, cosa que las personas ya no creían.

Las Naciones Unidas se habían encargado de la captura del sargento, y su juicio se había televisado, por lo que todos presenciaron el momento en que lo condenaron a cien años de prisión sin derecho a fianza.

La tranquilidad volvía a la vida de las personas que habían sido dañadas por culpa del gobierno, pero Bucky no podía evitar sentirse vacío.

Dos semanas después de la asamblea, Bucky había emprendido búsquedas por Canadá con la intención de encontrar a Wanda, pero no había ningún rastro de ella... o de su cuerpo.

Aquel pueblo en Canadá lo había recibido con los brazos abiertos, y estuvieron dispuestos a ayudarlo en su búsqueda, pero no hubo éxito. Vagó por varios días por distintos puntos del país, con la esperanza de encontrarla en algún lado, pero era como si la tierra se la hubiera tragado. No había nada de ella en los alrededores, ni siquiera sus pisadas.

La puerta de su departamento se abrió, dejando entrar a Francis, quien se sacudía en un intento por secarse. Era una tarde lluviosa de septiembre cuando había decidido sacar a pasear al pequeño perro, por lo que al regresar tomó una ducha.

Tras salir, se dejó caer en la cama, pensando en lo que debía de hacer ahora. Todos los días soñaba con el momento en que ella tocara la puerta para buscar a su perro, pero ese día jamás llegaba.

Después de haberla buscado por el norte de Canadá, había decidido ir a recoger a Francis de casa de la vecina de Wanda. La mujer no estaba muy segura de entregárselo, pero al ver el dolor en su mirada, decidió que se quedara con él mientras Wanda aparecía.

Ahora Francis era su compañía en las solitarias paredes de su departamento. El pequeño perro no había tenido dificultades por adaptarse al espacio, pero sabía que ella le hacía falta, como a él.

Día y noche pensaba en esos momentos que compartieron. Cada caricia, cada beso, cada noche que habían estado juntos, pero ahora no había nada.

Nada.

Ni un solo rastro, únicamente soledad.

Anhelaba con todas sus fuerzas volver a encontrarla. Estrecharla entre sus brazos y no dejarla ir nunca. En un principio no había entendido del todo lo que sentía, pero ahora que no la tenía, sabía que la amaba, que daría su propia vida para que ella estuviera ahí.

Las pesadillas seguían ocupando sus noches. Pesadillas donde tenía a Wanda entre sus brazos, agonizando por culpa de los sueros. Las imágenes se repetían una y otra vez, sin que él pudiera intervenir en su decisión.

La había perdido por confiarse, y ahora estaba pagando las consecuencias. Deseaba retroceder el tiempo y detenerla antes de que saliera de aquella casa, pero ya no había marcha atrás.

* * *

El sol se encontraba en su máximo punto en el cielo, y el olor a flores inundaba su nariz. Francis corría por el parque con energía, mientras él lo esperaba sentado en una banca. A pesar de todo, disfrutaba del hecho de estar junto al perro, aunque le recordaba el hecho de que posiblemente Wanda nunca regresaría a su lado.

El pequeño perro regresó junto a él y le entregó la rama que le había lanzado hacía un momento. Bucky sonrió enternecido al verlo y volvió a lanzarlo, viendo como Francis corría en dirección a la rama.

Pasaron varios minutos y el perro no regresaba, por lo que comenzó a preocuparse. Lo llamaba en voz alta, esperando a que regresara con la rama, pero no daba señales de regresar.

Con la preocupación empezando a aparecer, se levantó de la banca y caminó hacia donde había corrido Francis. En la lejanía, encontró al perro con una joven de cabello negro sentada en una banca, quien reía al ver al perro tan emocionado.

Un suspiro de alivio salió de Bucky, pero al ver el comportamiento de Francis sintió cómo su cuerpo se ponía cada vez más rígido. Francis se movía sin parar mientras la mujer reía e intentaba acariciarlo. El perro lamía su rostro con emoción y aquella mujer solo dejaba que lo hiciera.

Bucky conocía perfectamente esa risa.

Su corazón comenzó a latir con demasiada fuerza, mientras a paso torpe se acercaba. Francis ladró al verlo, como si intentara decirle algo, pero él solo podía ver a la mujer junto al perro.

Sabía que era muy poco probable, pero conocía esa silueta, esa risa.

Con temor de llevarse una decepción, se acercó, tomando al perro. La mujer volteó a verlo, y Bucky sintió como el aire salía de sus pulmones por completo.

Esos ojos esmeralda, esos labios, ese rostro.

—Wanda...—murmuró sin creerlo. Ella lo miró con confusión.

—Lo siento, ¿te conozco?—preguntó, poniéndose de pie.

Su rostro palideció al escuchar esas palabras. ¿No lo recordaba? Bucky tenía demasiadas preguntas qué hacerle, pero ahora parecía que ella no lo recordaba.

—¿No me recuerdas?—preguntó con desesperación.

—¿Debería?—

Había estado meses esperando a que volviera a él. Había imaginado cientos de veces lo que haría en el momento en que se cruzaran, pero jamás pensó en la posibilidad de que ella no lo recordara. Los sueros no tenían esa función, por lo que supo que algo estaba mal.

—¿Realmente no me recuerdas?—

—Emmm... no—Wanda parecía apenada por la respuesta, mientras que él sentía cómo su mundo se venía abajo en cuestión de segundos—espera, creo que te recuerdo—Bucky sintió un atisbo de esperanza—eres el hombre que estuvo en la asamblea de las Naciones Unidas, ¿no?—

Nuevamente sentía que un abismo se abría bajo él.

Sentía unas inmensas ganas de llorar de la frustración en ese momento, pero tenía que ser fuerte, necesitaba saber qué era lo que le estaba sucediendo y el por qué no lo recordaba.

Estaba dispuesto a hacer lo que fuera para ayudarla a recuperar la memoria, así eso significara comenzar de nuevo. Tenía que ser valiente si quería recuperarla, y para ello necesitaba volver a cero con ella.

—Déjame ayudarte—

—¿Qué?—

—Solo di que sí—

—No te conozco—

—Sí me conoces, pero déjame ayudarte a recordarme—

Wanda lo miraba con confusión, pues algo en su rostro también le resultaba familiar, aun cuando no quisiera aceptarlo.

—Está bien—

Esas palabras eran el comienzo de una nueva historia que tendrían que embarcar. Ninguno sabía hacia donde se dirigirían ahora, pero estaban dispuestos en confiar en el otro, de la misma manera que lo habían hecho en el pasado.

Ambos comenzarían del cero. Serían valientes. Volverían a buscar su felicidad, juntos.

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HOLA DE NUEVOOOOOO

Tal vez se están preguntando si realmente así va a terminar, y la respuesta es sí. Desde el inicio sabía que sería un final abierto (aun cuando siempre he estado en contra de ellos) pero me emocionaba hacerlo así jajajaj, además de que siento que era lo que necesitaba la historia. No todo tiene un felices para siempre. 

Espero les haya gustado este fic, y también espero que me acompañen con las próximas historias que pueda subir. 

Lxs tqm 



Ser valiente es comenzar de ceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora