EZRA SMITH
Estaba sentado en las gradas de la cancha de fútbol cuando sonó la tan esperada campana anunciando el inicio del recreo, la espera había acabado por lo que me levanté a ver si Leah asomaba por aquí o tenía que ir a buscarla pero la segunda opción no fue necesaria ya que su silueta apareció en medio de la multitud, por alguna extraña razón la noté algo diferente, después de tratar de encontrar la razón me di cuenta de que ella estaba con el cabello suelto...
Se ve hermosa, completamente hermosa, su melena castaña caía hasta la altura de su codo y le queda bastante bien.
Y me quedo corto con eso.
Cuando llegó hasta donde estaba ella se sentó a mi lado sin decir nada, de mi mochila saqué dos botellas de juego de naranja las cuales aproveché en comprar mientras estaba en ese "Recreo adicional" , de algo debe servir perder una de tus primeras clases de Lenguaje.
— ¿Te dieron un castigo cruel al estilo Matilda o solo te dejaron ir con un aviso? - Decidí romper el hielo, claro mientras le ofrecía la botella de jugo de naranja, la cual aceptó - Porque si solo fue el aviso puedes presumir de que te salvaste de una buena.
— Ni uno, ni lo otro - Suspira pesadamente, de su mochila saca un libro del tamaño de un país y me lo entrega - Tengo que hacer un ensayo del capítulo 35, inciso 3.
Abrí aquel libro y busqué el capítulo, cuando lo encontré y vi el titulo de aquel capítulo no pude evitar arrugar la nariz, es que es tan... Ni se como llamarlo, pero no es bueno.
— Educación de ejemplo, buena conducta y descubrimiento del bien - Leí en voz alta - A alguien se le acabó la creatividad.
— Yo ni lo he revisado, no quiero ni verlo, suficiente tengo con el libro de matemáticas que tengo que entregar en una semana - Pone uno de sus mechones detrás de la oreja - Y sumarle esto a mi rutina... Con solo pensarlo me duele la cabeza.
— Lo sabía - Murmuré por lo bajo, pero aún así ella me escuchó y volteó a verme confundida - Te exiges demasiado, lo deduje el día que te dieron ese librote de matemática universitaria y casi me da un infarto cuando escuché el plazo.
— Eso no es nada Ezra, tuve retos mas difíciles.
— Pero aún así, apoyo el esfuerzo para conseguir buenas notas y todo eso, pero ser siempre el número uno en todo... Es algo que muchos anhelan pero no es algo que recomiende.
— ¿Y eso por qué?.
— Simple, para ser el mejor debes sacrificarte mucho y eso si es respetable, pero querer ser alguien perfecto que consigue siempre los honores dándose de que es perfecto en todos los sentidos... Eso puede indicarme de que quizá estás descuidado algo importante.
— ¿Los labores de la casa?.
— No Leah, estás descuidando tu vida, la propia y personal, razón por la cual muchos millonarios se quedan solos a la larga de sus vidas - Bebí un poco de mi jugo de naranja, esperaba que ella dijera algo pero solo se quedó viendo a la nada - Entiendo que obtener un buen salario es una buena meta, pero no debería ser la única, somos jovenes, necesitamos vivir ahora para no ser unos viejos amargados más tarde.
— ¿Cómo vives tu vida Ezra? - Voltea a verme, un destello nuevo en sus ojos hizo que estos se vieran hipnotizantes - ¿Qué haces aparte de hacer tus deberes y estudiar?.
— Me gusta andar en skate, por las tardes le doy una vuelta a mi barrio en patineta mientras escucho música, después de eso me gusta pasar tiempo con mi familia y en las noches hacer llamada con mis amigos - Sonreí ampliamente - Aunque claro, ningún día no está definido para mi, pueden pasar cosas en medio pero dentro de todo eso me reconforta, porque al final del día cuando estoy a punto de dormir me pongo a pensar en mi día y no sé... me siento feliz de haber vivido ese día, me alegra estar vivo para disfrutarlo.
— Nunca escuché a nadie hablar así...
— ¿Así cómo? - Dije confundido -
— Feliz, parece que realmente eres feliz.
Tú también puedes serlo, todos podemos Leah, solo debes aprender a hacerlo.
Quise decirlo pero no quiero darle sermones de lo buena que puede ser la vida si sabes quien eres, una vez escuché de que los hechos hablan más que las palabras por lo que en vez de dar los típicos sermones se los voy a demostrar, no soy un buen maestro y nadie en su sano juicio me pondría de consejero de vida pero puedo enseñarle como se ve la felicidad y así, quizá, se enfoque en tratar de encontrar su propia felicidad, anhelarla y hacer lo que tengamos que hacer para conservarla.
— ¿Quieres venir a mi casa después de clase?.
— ¿Eh? - Su sorpresa era totalmente escandalosa, en otras circunstancias me hubiese reído pero no quiero que ella se esconda de vergüenza, debo aprovechar estos momentos - ¿Hoy?.
— Aún tenemos lo de la música pendiente, no vas a hacer que me olvide de eso Leah.
— Ezra... Tengo cosas que hacer.
— Leah, sé que me dijiste que aceptarías si no me quejaba del profesor de matemáticas pero... eso del plazo... ¿No te parece excesivo? - Suspira levemente, bajó su mirada, en ese momento vi una grieta en ella por lo que decidí seguir hablando - Y a decir verdad no pareces amante de los números.
— Lo soy.
— No lo parece.
— Bueno es porque... - Buscaba alguna excusa, pero estoy seguro que ninguno le parecía convincente. No le gustan los números - Yo... No quiero hablar de eso.
— Como gustes, solo te diré que si algún día quieres hablar de eso o de cualquier cosa puedes hablarme o llamarme si lo prefieres, ¿Tienes teléfono?.
— Si tengo.
Y eso fue un gran alivio para mi.
Quizá este debió ser nuestro inicio, intercambiar teléfonos a la hora de salida y seguir comunicándonos aún cuando no estábamos juntos físicamente pero claro ese no fue nuestro inicio pero aún así... Me siento contento, algo no tan común, algo tan... nuestro.
Si, definitivamente era nuestro y no lo cambiaría por nada, no será perfecto pero es auténtico y sincero, por eso no necesito nada más.
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En busca de la felicidad [TERMINADA]
RomanceEs sencillo llamarle felicidad a la monotonía, eso ella lo sabe bien y tiene muchos argumentos a su favor... Pero ahora es el turno de él. A veces solo se necesita un pequeño sismo para derrumbar nuestra propia casa de mentiras, no importa cuán bien...