La Doncella Cobalto y el Capitán América

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     Kathryn se alistó con su ropa de combate mientras sentía ese mal presentimiento

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     Kathryn se alistó con su ropa de combate mientras sentía ese mal presentimiento. La muchacha observó por última vez la chapa militar de Bucky, recordando cientos de momentos en los que participaron juntos en las misiones que por un segundo olvidó que la nieve se lo llevó, apretando con fuerza aquella chapa, jurando que todo este dolor iba a pasar en algún momento al acabar la guerra y traer la cabeza de Schmidt en una bandeja de oro. Howard entró a la habitación para verla por una última vez antes de ponerse en posición, el castaño insistió en contactarse lo más rápido posible si conseguían con éxito su misión, lo que la alemana logró tranquilizarlo de que todo iba a salir tal cual estaba planeado, sonriéndole.

     Una vez que la Alemana terminó de arreglarse y acomodar su capa, se dirigió para ver a Howard quién mantenía su mirada cabizbaja, aún pensando que Kathryn iba a pasarle algo y que no volvería a verla más, eso conmovió por unos segundos a la castaña que no dudó en acercarse más a él para chocar narices junto con la de él y darle un abrazo que pareció eterno.

—Si algo llega a pasarme, quiero que tu seas quien lleve mi voluntad. —Se sinceró Kathryn, mientras le dió un corto beso a Howard.

—¿Voluntad? ¿A que te refieres? —Howard se mostró tenso ante aquella confesión. 

—Tu y yo estamos conectados, Howard, mi magia no te afecta. —El castaño guió su mirada hacia sus manos que estaban entrelazadas con las de Kathryn, notando que la magia que ella emanaba no le afectaba a él. —Sé que lo harás mi amor, yo estaré contigo siempre.

     Howard le besó la mano a Kathryn para luego caminar hacia la salida, quien estaban siendo esperados por Gilmore para acompañar a su nueva mejor amiga a la posición estratégica en los Alpes.

     Howard le besó la mano a Kathryn para luego caminar hacia la salida, quien estaban siendo esperados por Gilmore para acompañar a su nueva mejor amiga a la posición estratégica en los Alpes

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     Una vez en los Alpes, el Coronel dió la orden para comenzar el plan. Steve se acercó con su motocicleta a la base cuando unos motociclistas de Hydra lo perseguían y le disparaban, un comando de la bicicleta hizo que ejecutara una cuerda plegable a los arboles, los más atentos lo evitaron pero los dos últimos cayeron en aquella fácil trampa. Luego en el escape de la moto de Steve emergió fuego, dañando el vehículo más cercano con aquél fuego, haciendo que se estrellase en una roca.

     Luego de despistar a los otros motociclistas usando un explosivo, Steve se preparó para entrar a la entrada de la base. Colocó su escudo al frente de el para evitar los disparos interminables del tanque que se colocó en la entrada hasta que encontró la chance y con la motocicleta disparó unos explosivos, acabando con el tanque que automáticamente se envolvió en llamas.

     Una vez estando en las afueras de la base, dejó que la motocicleta continuara su rumbo mientras saltó de esta, enfrentándose directamente a los soldados de Hydra quienes intentaron detenerlo lo más que pudieron. Los soldados se percataron que la Doncella no acompañó al Capitán América esta vez, actuando con aquella ventaja para acabar con el americano lo más rápido posible.

     Cuando Steve creía que estaba logrando acabar con todo el mundo, dos grandes guardias lo rodearon con un lanzallamas mientras que el resto de los soldados de Hydra lo apuntaban con odio, esperando solo una instrucción para acabar con quién fue uno de los que acabó con el resto de las bases de Hydra.

     Una vez que contuvieron al Capitán América, lo dirigieron al corazón de la base, en donde el líder de Hydra esperaba pacientemente la llegada del Americano y su compañera. Para su completa sorpresa, Kathryn no estaba junto a él, sacando cálculos que fue muy fácil para aquellos soldados atrapar a su más grande rival y no con tanta resistencia si estuviese la Alemana con el Capitán América.

—La arrogancia tal vez no sea una cualidad exclusiva norteamericano pero tu la expresas mejor que nadie. —Comentó Schmidt mientras se acercó al Capitán América. —Aunque hay un límite... hasta lo que ustedes pueden hacer, Capitán. ¿O es que Erskine les dijo lo contrario? —El Alemán miró hacia un lado, para luego volver a mirar a Steve. —Me sorprende que tu hermosa compañera no se encuentre contigo ahora, ¿Qué pasó? ¿Se dió cuenta de su nacionalidad?

—El me dijo que estabas loco. —Steve sonrió levemente. —Y Kathryn... bueno, quiere la cabeza del Fuhrer y la tuya en una bandeja de oro, a si que olvídate de querer tocarle nuevamente algún pelo.

—Erskine envidiaba mi genio y trató de negarme lo que me correspondía, pero a ustedes les dió todo. —Confesó Schmidt. —Y Kathryn, ella iba a ser mi futura esposa, el Fuhrer aprobó aquello con tal de fortalecer nuestra alianza, pero justo Erskine la encontró, enamorándose de aquél debilucho genio. Ella estaba destinada a mí, a que dominara el mundo a mi lado, ustedes me arrebataron algo muy valioso. Entonces... ¿Qué puede hacerlos a ambos especiales?

Steve lo miró con una sonrisa irónica, —Nada, solo soy Un chico de Brooklyn y ella una chica de Múnich. —Schmidt ante el comentario de Steve lo golpeó dos veces en su rostro y una en la boca del estómago. —Seguiría todo el día.

¿Tomarás mi mano? - Howard StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora