La elegida de Berlín

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Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así

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Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así.

     Una mañana, como todas las demás, Kathryn se levantó en su hogar asignado por el mismísimo Fuhrer en persona, el líder de Alemania tenía esperanzas en aquella joven al ser compatible para ser una de las personas que pueden experimentar su cuerpo. Para la joven Kathryn, era un honor servirle a Adolf Hitler siendo la mujer "clave" para ayudar a ganar a su país y dominar el mundo con unos dones excepcionales.

     La de ojos claros se arregló con su respectivo uniforme alemán y se alimentó lo más rápido posible para el encuentro con el líder de aquella Alemania Nazi. Kathryn sabía perfectamente que el líder de Italia, Benito Mussolini, estaba ansioso por conocer a aquella chica que tanto mencionaba su colega a través de la máquina enigma, aunque para Kathryn solo era una pérdida de tiempo.

     Al salir de su hogar, cerrando todo con llave, uno de los oficiales alemanes hizo una reverencia ante la presencia de la chica y con su mano extendida, apuntando, la dirigió hacia uno de los vehículos que la estaban esperando con una persona en la parte de atrás.

«Johann Schmidt»

     Un leve escalofrío invadió el cuerpo de la joven, sabía bien de quien se trataba aquel hombre de traje lúgubre; Aún así, tomó el valor sin antes tragar un poco de saliva a sentarse a su lado, manteniendo una distancia prudente ante el temor de la castaña.

     El auto encendió y tomó rumbo a una tienda local, no sin antes Johann mirara con un poco de interés en la castaña, en sus pensamientos tenía la idea de manipularla para Hydra y dominar al mundo con terror y desesperación. Kathryn miraba la lluviosa calle de Berlín nerviosa ante el hecho de que ella se convirtió en un experimento para favorecer a un país.

—¿Estás lista? —Las palabras de Schmidt llamó la atención hasta del conductor.

—Ansiosa, más que nada —La castaña se rascó la nuca mientras lo observaba.

—Recuerda que estarán los líderes de Alemania e Italia, están ansiosos por conocerte.

—Y yo también —Esta última rodó lentamente sus ojos.

—Y yo también —Esta última rodó lentamente sus ojos

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¿Tomarás mi mano? - Howard StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora