capítulo 39

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Wally iba caminando por las calles de la ciudad de Blüdhaven con la manita de su hijo mayor en la suya. Acababa de salir de la mansión hace unos momentos e iba tranquilo hacia el estudio médico adonde se encontraba el pediatra de sus hijos

-papi, no quiero ir. Quiero regresar a la casa- se quejó Darien jalando a su padre para detenerlo, como haría cualquier niño al saber que lo estaban llevando con el medico.

El héroe cargó a su hijo y le mostró una leve sonrisa

-no me digas que mi pequeño héroe se está acobardando- le besó la mejilla

-no temas, solo es un control rapido- Wally hizo ademán de querer bajar al pequeño pero Darien se aferró a su ropa con un puchero en el rostro

-cargarme, no quiero caminar- el mayor suspiró

-vale- aceptó.

Después de todo no era una gran carga que llevar. El menor, con cuatro años, apenas pesaba como un niño de tres con sus 10.5 kilos y esa era la razon por la que tenía que llevarlo al médico ya que habia perdido casi 6 kilos en la última semana. Darien había empezado a perder peso rápidamente aunque su apetito seguía igual, ese de hecho aumentó. A menudo le salia sangre de la nariz o se desmayaba. Se cansaba más rapido y se dormia fácilmente. Ya tenía angustiados a sus padres que temían por su bienestar a pesar de que más de una vez los de la enfermeria de la escuela del niño les aseguraron que eran solo bajones de azucar, tal vez por saltarse el desayuno aunque eso nunca pasaba. Wally empezaba a sospechar de que el niño estaba empezando a manifestar sus poderes pues aunque el Darien adolecente que conoció ya no era el futuro de su hijo siempre representaba una posibilidad de ello y eso lo ponía bastante nervioso. Siendo sincero él mismo se habia sentido aliviado al creer que Darien no heredaria su poder ya que deseaba por sus hijos una vida serena y normal además de que no tenía la más minima idea de como ayudarlos a manejar sus poderes siendo tan pequeños.

En la ciudad a su alrededor todo, absolutamente todo, estaba tranquilo, entonces porqué tan de repente la tranquilidad de Wally se veía perturbada por algo desconocido? No, no era su tranquilidad la que estaba siendo perturbada, era la Fuerza de la Velocidad. Sentía esa alteración como un martillo golpeando en su cabeza. Que ocurría?

-papi- Wally miró a su hijo viendo como su pequeño rostro se manchaba de rojo y sus ojos se llenaban de lágrimas

-nene, no llores. No pasa nada- lo arruyó mientras con su mano libre tanteaba sus bolsillos buscando un pañuelo, sin encontrarlo.

El llanto del niño aumentaba y las personas se lo quedaban viendo, aunque si lo ultimo no le importaba. Sin más recursos Wally jaló su manga y la usó como pañuelo para limpiar al niño

-ves? No pasa nada- no podía saber que era lo más falso que pudiera decir en ese momento.

Un segundo después de pronunciar esas palabras el estruendo de un trueno acompañado por un destello amarillo retumbó, asustando y cegando momentáneamente a todos dentro de un radio de varios metros. Cuando Wally vió lo que habia traido ese destello quedó petrificado el tiempo suficiente para que el hombre de traje rojo se le fuera encima a una velocidad inhumana. El golpe que recibió lo mandó metros lejos de donde estaba y acabó siento arrastrado contra el cemento por el impulso.
Sin pensarlo un segundo usó su cuerpo para proteger a su hijo del impacto que causó que la ropa y piel del hombre se rasgaran, se golpeó la cabeza y ahora estaba aturdido más que antes pero eso no le impidió darse cuenta que el hombro con el que había protegido la cabeza de su hijo ya no estaba en su lugar al igual que la cadera del mismo lado

-Darien...estás bien?- le dolia respirar y hablar era el mismo infierno en Tierra en esos momentos

-papá- lo llamó llorando de miedo y preocupación mas no de dolor lo que fue un alivio para el mayor pero...juraría haber visto a su hijo vibrar aunque no podría jurar estar completamente lucido debido a los golpes

-corre- le ordenó cuando vió las botas rojas cerca ellos.

El de traje agarró al forense de su rasgada camisa y lo levantó

-adonde están los chicos?- preguntó el de traje aterrando al ojiverde.

Esa era su voz, no podía equivocarse, pero...él no había hablado...eso significaba que...

-suelta a mi papá!- exigió el niño llorando.

Cuando ambos lo miraron Wally pudo asentir el agarre aflojarse un poco

-CORRE!- gritó otra vez pero ahora recolectó toda la fuerza que le quedaba e intentó pegarle un rodillazo.

No funcionó y solo obtuvo que su atacante lo empujara lejos otra vez haciéndolo estrellar contra el parachoques de un auto. Esa copia barata de él, como habia pensado Wally, estaba por segunda vez frente suyo pero ahora, por lo menos, lejos de su hijo

-responde. Adonde están los chicos?-

-puedes irte al carajo. No te diré nada- dijo antes de caer inconsciente.

Flash miró su alrededor sin verdadero interés en lo que lo rodeaba, en las personas que grababan la escena con sus telefonos, los que se escondían y los que habian detenido al niño que lloraba mientras gritaba desesperado llamando a su padre. A los ojos de los ciudadanos el hombre ya no tenia un aliento de vida en su cuerpo.

Wally estaba recostado contra un carro casi completamente destruido por el impacto con su cuerpo. El cabello rojo estaba opacado por la tierra y el polvo haciendo resaltar la palidez preocupante de su piel y los finos hilos de sangre carmesí que salían de las comisuras de su boca.

Definitivamente parecia un cadaver a esas alturas.

La mirada del niño cruzó la de Flash por lo que parecio una eternidad aunque solo fueron unos pocos segundos. Sin más el de traje se agachó y cargó al hombre inconsciente como si fuera un simple costal de papas y no un hombre malherido. Se fue, desapareciendo con el conocido destello amarillo que identificaba los velocistas

-PAPÁ!- el grito desgarrador del niño rompio los corazones de todos los que alcanzaron a escucharlo siendo conscientes que no hubieran podido hacer nada contra el velocista.

Segunda GeneraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora